El siguiente texto es la parte central del documento llamado «Acerca de la paz», elaborado por el Alcalde de Bucaramanga y entregado al Gobierno Nacional

Es evidente que en Colombia no se hará justicia con las víctimas de los grupos armados que en el observatorio de las víctimas del conflicto de la Universidad Industrial de Santander asciende a 8.000.000. Si consideramos que otras dos personas cercanas a la víctima son afectadas igualmente tendremos un total de 24 millones de víctimas esperando la justicia para poder deponer el deseo de retaliación. Por lo tanto, si se viola el derecho humano de la justicia mediante la cínica figura de la “justicia transicional”, las víctimas se verán abocadas a tres situaciones:          

1) Entregarse a los grupos religiosos para ser asistidos, de por vida, espiritualmente bajo la falsa figura del perdón, el cual sirve de paliativo temporal pero no definitivo.

2) Ante la ausencia de justicia tomar las armas para hacer justicia  por sus propias manos.

3) Somatizar su malestar psicológico. La angustia generada por la falta de justicia, mina la salud de quien la padece. Es innegable que un grueso grupo de la población será sometido a la enfermedad.

Ahora bien, si analizamos el tema desde el lado opuesto, el del victimario, es necesario analizar los estudios realizados por los investigadores de la mente del ser humano. Alfonso Sánchez Medina en su libro “Violencia social y psicoanálisis” pone en evidencia los diferentes comportamientos de los victimarios y las consecuencias a futuro para las víctimas. Aquel que comete un delito contra un tercero queda afectado psicológicamente, consciente o inconscientemente, y más aún si el delito cometido es atroz. Según el autor “diversos estudios psicoanalíticos indican que existen dos grandes tipos de culpa, la persecutoria y la depresiva. La primera que es la enfermiza, lleva al individuo o al grupo social a reaccionar principalmente de tres formas. Una, llamada maniaca, consiste en que aceptan que ha existido daño pero niegan o minimizan su participación, en otras palabras, se “lavan las manos”. Otra es la paranoide, en que atribuyen las causas de su agresión a los demás, es decir, los responsables son los otros y no ellos mismos, inclusive se muestran víctimas. La peor es la psicopática, puesto que estos individuos carecen de sentimientos de culpa conscientes, aunque la culpa inconsciente permanecerá en ellos generando más patologías. Al no sentirse conscientemente culpables tienden a seguir delinquiendo..”  Como podemos ver las consecuencias de un arreglo sin tener en cuenta la aplicación de la justicia y el arrepentimiento de los victimarios sólo servirá para profundizar más el conflicto con las consecuencia funestas, para la población, de agudización de la guerra. Es necesario que el victimario tome conciencia de su culpa para poder encontrar sosiego por las acciones atroces cometidas en el pasado. Si el victimario opta por la culpa “depresiva” descarga su corazón de odio y resentimiento evitando en el futuro recaer nuevamente en las mismas prácticas violentas bajo otras justificaciones.

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