El social-fascismo de las Farc-Ep y Santos

Una joya el documento de La Habana sobre el tema “Apertura democrática para construir la paz”. La impresión que crea de entrada es que en Colombia vivimos en una cerradura democrática, una democracia tan cerrada que la guerrilla tuvo que alzarse en armas para obtener su inclusión y para abrirle las puertas a la ciudadanía oprimida. Gracias a las Farc, los colombianos saldremos de la dictadura hacia una democracia participativa y representativa.

Los tres borradores (entiéndase bien: borradores) escritos en 65 páginas compendian el trabajo desarrollado durante dos  años de diálogos. No son textos definitivos, pues existen salvedades o aspectos que volverán a discutirse. Además, porque van ligados unos con otros, por ejemplo, narcotráfico y tierras, garantías electorales y aplicación de penas en justicia transicional, etc. Así que los otros tres puntos de la agenda que faltan por abordar  serán un hueso duro de roer. De tal suerte que hay que tomar en serio la sentencia suscrita por las partes en el documento general que dio paso a las conversaciones: nada está acordado hasta que todo esté acordado. Significa que al darlos a conocer, luego de pactar su confidencialidad, es para entretener a la galería, por un lado, y por otro para mostrar las líneas que conducen hacia una nueva sociedad, una nueva Colombia, encabezada por Rodrigo Londoño, alias Timochenco, y Juan Manuel Santos, alias Juanpa.

Al comenzar los diálogos en La Habana, uno de los jefes de las Farc se refirió a la necesidad de una Asamblea Constituyente que le diera legitimidad a los acuerdos definitivos que resulten de la mesa bipartita y señaló su composición. La Constituyente estaría conformada por representantes de las organizaciones sociales de los indígenas, afrodescendientes, lgtb, obreros, campesinos, artesanos, mujeres, jóvenes, comerciantes, empresarios, intelectuales y demás estamentos. Aparece, entonces, el pensamiento político de la izquierda fariana, proponiendo la prelación de las organizaciones de masas, según su conocido lenguaje, sustituyendo o compitiendo con los partidos y organizaciones políticas existentes.

El documento borrador en comento es todo un contenido escrito por la mano de los negociadores de la guerrilla que apunta a privilegiar su proyecto político basado en las organizaciones y movimientos sociales, formales y no formales. La experiencia obtenida en una larga historia del Partido Comunista, matriz otrora de las Farc, en alianzas con otros partidos “burgueses” como el MRL de López Michelsen o coaliciones con el liberalismo o fracciones de él, los acuerdos electorales como la UNO o la UP, donde el Partido quedaba escondido, pero realizaba la conducción real, le permite a las Farc cambiar su táctica política en donde las organizaciones de masas sean las corporaciones  estamentarias su soporte de la lucha política. Es la aplicación de la táctica de Sun Zu: el mejor combatiente es aquel que es capaz de vencer sin combatir”. En otras palabras: las armas no nos llevaron a la victoria, pero nos dieron el poder estratégico de ser temidos por el adversario y amados por nuestros seguidores.

La novedosa estrategia que reemplaza al fusil (que quedará oculto o en manos de una entidad amiga) es el corporativismo de corte fascista de la Italia de Mussolini quien militó en el comunismo y supo aplicar el totalitarismo. El fascismo, como el comunismo marxista, elimina la categoría de ciudadano, de persona con autonomía e individualidad con el ejercicio de las libertades en democracia liberal que ellos denominan “libertades burguesas”. El fascismo se apoya en las masas, no en los ciudadanos. Y las masas están organizadas en corporaciones  homogéneas en su interior: los empresarios, los obreros, los campesinos, los mineros, los soldados, los profesores universitarios, etc.- Y las corporaciones representan al pueblo de la nación. Las corporaciones están, a su vez, articuladas al partido único, que es el verdadero cuerpo de la nación y del Estado. Ese es el modelo que proyectan las Farc a mediano y a largo plazo.

Los dirigentes fascistas proclamaban que el corporativismo trascendía al liberalismo y al socialismo. Era una tercera vía. En un discurso de Mussolini, 28 de octubre de 1933, se lee lo siguiente: “Hoy estamos enterrando el liberalismo económico.El corporativismo desempeña en el terreno económico el mismo papel que el Gran Consejo y la milicia han desempeñado en el plano político. El corporativismo es la economía disciplinada y por consiguiente, controlada, porque no  es posible una disciplina sin control”. La tercera vía de Santos y el neocorporativismo de las Farc se juntan para crear una nueva Colombia. Una fértil alianza.

Las parrafadas de los borradores suscritos, pero no aprobados, en La Habana esconden entre líneas un proyecto político con visos totalitarios. Los nuevos riesgos de la ciudadanía democrática están inversamente medidos por la sustracción crítica de los partidos y la intelectualidad demo-liberal, frente a la audacia ideológica de las Farc-ep y el Eln. De ahí se colige que las campañas electorales y las carnestolendas propagandas de la gran burguesía con la exclusividad de “la paz”, han desatado una alienación colectiva de millones de compatriotas. Y en este manicomio llamado Colombia, tienen cabida los versos del poeta:

“Todos estamos locos,

Grita la loca.

Que verdad tan amarga

Dice su boca”.

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