El último hombre de la isla de Pascua

Tal parece que la violencia en este siglo tendrá mucho futuro. Dado que ésta ha representado por siempre una opción al alcance de todos, también lo podrá ser para la solución de los problemas sociales colaterales asociados al cambio climático y las “catástrofes naturales” que se vendrán. De no replantearse muchas cosas, en el futuro próximo la fuerza constituirá la mejor alternativa de la que se valdrán los estados y los hombres para sobrevivir, establecer orden y redistribuir los insuficientes recursos naturales.

Aquello a lo que se designa como “catástrofe natural” genera profundos impactos sociales, de hecho, podríamos considerar que el concepto “catástrofe natural” constituye en sí una negligencia semántica, porque la naturaleza no es un sujeto y, por lo tanto, no puede experimentar catástrofe como tal. Así las cosas, más que haber catástrofes naturales, de acuerdo al desenlace de los sucesos, a lo que se asiste realmente es a un panorama de catástrofe social.

El Consejo Científico del Gobierno Federal de Alemania para las Transformaciones Medioambientales Globales (WBGU) define los conflictos ambientales como conflictos que se agudizan o aceleran por la destrucción de los recursos renovables. El grupo de investigadores identificó hasta la primera década del siglo XXI aproximadamente 61 conflictos ambientales violentos alrededor del mundo y, al hacer un análisis más detallado, los organizó por tipos de acuerdo a las regiones: en América central, se relacionaron básicamente con el aprovechamiento de la tierra y la degradación del suelo, mientras que en América del Sur casi que exclusivamente la degradación del suelo esla principal causa. En Oriente Próximo, lo principal son los conflictos por el agua, mientras que en África Subsahariana predominan los conflictos por el agua y por la degradación del suelo.

Paradójicamente, las naciones más afectadas por las catástrofes que acontecen hoy en día son las que menos gases de efecto invernadero han emitido, mientras que las potencias causantes de la mayor cantidad de polución probablemente sean las que menos han sufrido o han de sufrir sus estragos directos, pero eso sí, con seguridad no están exentas de efectos indirectos como las migraciones ilegales, por ejemplo, como lo vemos en la actualidad en zonas de máxima tensión como Ceuta y Melilla, o la frontera entre EEUU y México.

Este asunto en particular constituye el mayor caso de “injusticia global”, en la medida que el cambio climático profundiza las asimetrías y las desigualdades globales existentes. Todo esto nos hace pensar en la imperiosa necesidad de crear un Tribunal Ambiental Internacional.

Los efectos del clima son relativamente bajos en lugares donde existan mejores capacidades para hacer frente, por el contrario, si la región padece pobreza, hambre, falta de infraestructura y conflictos armados, como en el caso de Colombia, los impactos causados por el clima arreciarán con mayor dureza.

En un escenario de desolación, sequía y escases como la que hoy día padecen varias regiones del país como los llanos orientales y la costa norte debido al fenómeno del niño, y así muchas otras regiones en todo el mundo, no habrá mayor margen de acción cuando la cantidad de alimento diario disponible y de agua descienda a un nivel que se halla por debajo de lo que un organismo necesita para vivir. No hace falta recurrir a la sociología ni a la sicología para comprender que, en situaciones como esta, la violencia representará una alternativa, más aún, cuando hablamos de regiones que no han sido indiferentes a la guerra.

La incapacidad e ineficiencia institucional del Estado colombiano frente a los temas de prevención, mitigación y atención de desastres obedece básicamente a la falta de voluntad política y de recursos financieros. Al respecto, hay que considerar de acuerdo a la experiencia que cuando se presentan desastres ambientales, el fracaso de la ayuda y la ineficiencia estatal pueden constituir factores detonantes de conflictos sociales, en principio por protestas, pero luego por disputaspor alimentos, agua potable y enceres de supervivencia.

Hay que ser consientes que de mantenerse las actuales capacidades institucionales del Estado colombiano frente al tema, de presentarse unacatástrofe extrema en el país, inevitablemente se producirá un colapso total del Estado –el Ejército, la Policía y el gobierno-, pues incluso así ha ocurrido en países más desarrollados como quedó evidenciado en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina, donde EEUU tuvo que recurrir a la ayuda internacional para sobrellevar la crisis.

De acuerdo a los planteamientos del profesor alemán Harold Welzer, especialista en violencia de las masas, a partir de las consecuencias sociales del cambio climático se producirán los siguientes escenarios de conflicto:

Se producirá un aumento del número de conflictos violentos locales y regionales relacionados con el aprovechamiento de los suelos y el acceso al agua potable.

La migración trasnacional crecerá en la misma medida que el número de refugiados internos, con el consecuente brote de violencia en los planos local y regional.

La reducción de lagos, el secado de los ríos, la desaparición de los bosques y las reservas naturales provocarán conflictos trasnacionales por los recursos.

Las medidas de adaptación frente a las transformaciones climáticas (construcción de diques, extracción de agua de ríos y depósitos de agua subterráneos) en un país traerán aparejados problemas en otros, lo que a su vez generará conflictos entre países.

Al no estar en capacidad de reversar los irreparables daños que se han hecho al medio ambiente a lo largo de la historia, el país debe, primero, reconocer los nuevos escenarios ligados al cambio climático y los efectos sociales que ello conlleva, y, segundo, diseñar una política de seguridad que atienda los nuevos retos que los escenarios representan con el fin de evitar el colapso del Estado ante una eventualidad.

Dado que ni la astronomía ni la ingeniería aeroespacialhan podido ofrecerle a la humanidad planetas colonizables, no se puede evitar llegar a la triste conclusión de que el mundo es una isla; y como tal, deberíamos aprender de la trágica experiencia de la isla de Pascua, que tras el sistemático proceso de deforestación para la construcción de viviendas, canoas, así como también para levantar y transportar las icónicas figuras que hacen célebre a la isla, devino la catástrofe social por la disputa entre individuos por el control de los escasos recursos naturales que quedaban.

Como humanidad, no podemos permitirnos llegar al punto de matar como mera racionalidad instrumental, pues no tiene sentido aspirar a ser el nativo que taló el último árbol en la isla de Pascua, quien convertido el mejor guerrero en toda la isla, no tuvo ante quien ostentar su título.

Twitter: @alvaroprezmolin

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