ELN en Venezuela

La guerrilla colombiana ELN ha utilizado el territorio venezolano desde hace algunas décadas, pero su presencia en el país se hizo más significativa desde el año 2000 debido al desplazamiento de sus operaciones en Colombia por los ataques de los paramilitares y las fuerzas de seguridad.

Esto coincidió con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, en 1999. El ascenso de Chávez al poder y su idea de un modelo socialista para Venezuela fue la carta de entrada para el grupo. La plataforma política del ya desaparecido presidente compartía ideas con el ELN, que eventualmente se verían traducidas en beneficios para este y otros grupos guerrilleros de Colombia.

Tras los acuerdos de paz entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) entre el 2012 y 2016 y posterior desmovilización en 2017, el ELN incrementó su presencia en la frontera con Venezuela y su paso hacia el país vecino se hizo más accesible.

Actualmente, las condiciones de Venezuela profundizan una crisis de gobernabilidad que ha decantado al mismo tiempo en altos índices de criminalidad y la penetración de las más altas cúpulas del Estado por el crimen organizado.

Así, el país caribeño no solo se ha convertido en un Estado mafioso, sino que ha buscado aliados en medio de su caos institucional, como el ELN.

Historia

El ELN ha utilizado el territorio venezolano por lo menos desde los años setenta, cuando una ofensiva del ejército contra el grupo en el departamento de Antioquia (Operación Anorí) diezmó su cúpula, obligando al grupo a trasladar su principal base de poder a Arauca, en la frontera con Venezuela. Una de las unidades más fuertes del grupo, el Frente Domingo Laín, se formó en ese departamento a finales de los años setenta.

Además de utilizar a la nación como un escondite, el grupo ha realizado operaciones de secuestro y extorsión en Venezuela, donde están fuera del alcance de las fuerzas de seguridad colombianas. Hay indicios de que el grupo está cada vez más involucrado en el narcotráfico transfronterizo.

Los anteriores gobiernos venezolanos eran hostiles con los guerrilleros, en particular después de la masacre de Cararabo en 1995, cuando ocho infantes de marina venezolanos fueron asesinados por el ELN en el estado Apure. En 1998, el gobierno venezolano autorizó a Colombia para entrar en su territorio, con el fin de perseguir a los guerrilleros del ELN que se habían refugiado allí después de un ataque.

Sin embargo, la llegada a la presidencia de Hugo Chávez en 1999 significó una actitud mucho más amistosa con el ELN y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Este nuevo clima, junto con la creciente presión de las fuerzas de seguridad, grupos paramilitares y las FARC en los departamentos colombianos de Arauca y Norte de Santander, resultó en un mayor flujo de guerrilleros del ELN hacia Venezuela a partir del año 2000.

Con la llegada del proceso de paz, y la salida de las FARC de la confrontación armada, el ELN tuvo la oportunidad de consolidarse con mayor fuerza en la frontera venezolana, donde antes disputaba territorio con la otrora guerrilla más fuerte de Colombia.

Norte de Santander y Arauca se convirtieron en espacios dominados por los guerrilleros, que ahora disputan con otros grupos irregulares colombianos, pero en menor medida. El control sobre la frontera no solo les permitió tener el control de rutas del narcotráfico, sino garantizar un flujo constante entre los dos países (Colombia y Venezuela), creando así una especie de trinchera avalada al mismo tiempo por el gobierno de Nicolás Maduro.

El ELN usa a Venezuela, particularmente a Apure, como un escondite para sus líderes y también como un centro de operaciones para realizar actividades criminales que incluyen secuestro, extorsión, tráfico de drogas y contrabando de gasolina. La Comisión de Frontera de la Cuadrilla Domingo Laín está a cargo de las acciones transfronterizas, incluyendo el tráfico de drogas.

Se han presentado informes que indican que la guerrilla ejerce un fuerte control social en algunas zonas de Apure, actuando como un poder estatal de facto para resolver las controversias entre los ciudadanos y mantener algún tipo de orden. Según la fundación Nuevo Arco Iris, el grupo tiene casi el control total de las comunidades en ambos lados de la frontera (Apure y Arauca), e impone castigos a los delincuentes, realiza proyectos de obras públicas y cobra “impuestos”.

Una de sus estructuras más importantes y bélicas, el frente Domingo Laín Sáenz, adscrito al frente de guerra Oriental de esa guerrilla, tendría presencia en el lado venezolano de la frontera desde donde su jefe, Gustavo Aníbal Giraldo, alias “Pablito”, se oculta. Actualmente Giraldo es requerido por la Interpol, que desde octubre del año pasado emitió una circular roja en contra del jefe guerrillero.

De otro lado, la presencia del frente Carlos Germán Velazco Villamizar también se ha hecho notoria hacia el lado venezolano. Esta facción, que está en el municipio Cúcuta y sus alrededores, ha incursionado en el territorio venezolano por medio de panfletos y presencia armada.

Incluso, las fiestas de final de año en 2018 se vieron diezmadas por la presencia de algunos miembros de este frente y la distribución de algunos panfletos los días finales del mes de diciembre, en los cuales se le advertía a la población del estado fronterizo de Táchira sobre mantener el comportamiento durante las festividades.

Sin embargo, aunque los guerrilleros han expandido su fuerza en gran parte del territorio venezolano, no es claro si se trata de células, como suele ser el modus operandi de esta guerrilla o el accionar de frentes en específico.

Otro de los miembros de esa guerrilla que, al parecer, también estaría en Venezuela es alias “Ariel”, quien habría coordinado parte de los últimos atentados de esta guerrilla en Colombia, junto con Pablito. Sin embrago, la información sobre Ariel aún es difusa para las autoridades. Se cree que se mueve cerca de la frontera con La Guajira, Colombia, pero no ha sido confirmado.

De acuerdo a fuentes consultadas por InSight Crime, el ELN ya tendría presencia en 12 de los 24 estados de Venezuela. Con grupos armados, emisoras clandestinas y hasta la distribución de las cajas de alimentos proporcionadas por el Estado conocidas como los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), esta guerrilla asegura su presencia en el territorio y se muestra como un actor real de poder.

Tan solo la distribución de las cajas CLAP en algunos estados venezolanos, como ha denunciado la Fundación Redes, implica que este grupo pueda tener control e influencia sobre la población, que debe estar registrada con el carnet de la patria para hacerse de la ayuda alimenticia.

Esto evidencia la penetración del grupo subversivo dentro del Estado venezolano, que le permite distribuir los subsidios, y utilizar esto como una forma de propaganda sobre la población civil.

Mapa ELN en Venezuela noviembre 2018

Liderazgo

Se dice que el comandante del Frente Oriental, alias Pablito, vive en Apure. Fuentes locales le dijeron a InSight Crime que la hacienda de Pablito había sido expropiada de sus anteriores propietarios por el gobierno. Un informe de inteligencia colombiano que se filtró en 2010 sugiere que los comandantes del ELN Antonio García y Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, también tienen sus bases de operaciones en Apure y se mueven “libremente” entre las ciudades de La Victoria y Guasdualito.

Inteligencia militar colombiana asegura que varios cabecillas del ELN podrían estar ocultándose en Venezuela, desde donde envían directrices a Colombia y, eventualmente, pasan a Arauca, departamento colombiano fronterizo.

Geografía

Aunque no se cree que el ELN tenga frentes que operan directamente desde Venezuela, varios de sus principales dirigentes viven en el estado Apure, utilizando al país como base para coordinar las operaciones y mantenerse fuera del alcance de las fuerzas de seguridad colombianas.

De otro lado, sus diferentes actividades en suelo venezolano se concentran en Táchira, Zulia, Trujillo, Anzoátegui, Lara, Falcón, Amazonas, Barinas, Portuguesa, Guárico, Bolívar y el ya mencionado Apure.

En el caso de Falcón, Lara, Guárico, Trujillo y Portuguesa, se ha detectado su presencia de forma expansiva, por medio de avistamientos.

En Amazonas y Bolívar, el grupo guerrillero se ha concentrado en ejercer control sobre algunas de las minas y el Arco Minero, donde participan de la actividad extractiva, la comercialización de minerales y, según han denunciado, cobraría un impuesto por la extracción de material.

Precisamente la expansión alrededor el proyecto minero, uno de los más prominentes del país, le ha permitido al grupo cruzar de un lado a otro, en sentido oeste-este, la totalidad del territorio venezolano.

Mientras que, en Táchira, Apure y Zulia, la frontera con Colombia, el grupo se ocupa de reclutar, y hacer presencia armada, además de controlar estaciones de radio que utiliza para adoctrinar a la población venezolana.

El reclutamiento, sin duda, es uno de los flagelos que más afecta la frontera entre los dos países, donde miles de venezolanos pasan a diario, huyendo del régimen venezolano. Arauca y Norte de Santander, así como Apure, Táchira y Zulia se han convertido en focos de reclutamiento por parte de los guerrilleros hacia los migrantes, que ven una opción de sobrevivir dentro del grupo.

Aliados y enemigos

El ELN es ampliamente tolerado por las autoridades venezolanas y se cree que varios de sus altos mandos se encuentran a ese lado de la frontera. El grupo es capaz de operar con casi total impunidad gracias a los cercanos lazos que tiene con las fuerzas de seguridad y los gobiernos locales en algunas zonas fronterizas venezolanas. Según un informe de inteligencia colombiano, la guerrilla también mantiene una relación con el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).

El ELN también ha trabajado con el grupo guerrillero venezolano Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL), también conocido como “Los Boliches”, aunque se han presentado enfrentamientos entre los dos en los últimos años por el control del territorio de Apure.

Aunque se ha rumorado en muchas ocasiones sobre la relación entre el grupo guerrillero y la Guardia Nacional Bolivariana, el vínculo parece estar mediado por el beneficio de ambos grupos. Desde hace más de 10 años, el mismo Hugo Chávez, impulsor de la revolución bolivariana, había reconocido a la guerrilla como una entidad política y la veía como un aliada con fines comunes.

Algunos dirigentes políticos venezolanos han denunciado la relación entre las Fuerzas Armadas de ese país y las guerrillas colombianas, así como algunos reportajes han evidenciado el mismo hecho, alertando sobre el accionar de estos grupos, sin que el mismo gobierno de Nicolás Maduro lo confirme.

Sin embargo, ambos grupos se han enfrentado, al parecer, por control de territorio. Hacia finales del 2018, la captura del presunto comandante del Frente Oriental del ELN, Luis Felipe Ortega Bernal, alias “Garganta”, desató un enfrentamiento entre militares y guerrilleros que dejó cuatro miembros de la Guardia muertos.

La salida de las FARC del tablero de juego y el surgimiento de las disidencias –reductos del mismo grupo- le estaría entregando otro valioso aliado al ELN en terreno venezolano.

Según el portal La Silla Vacía, un encuentro entre altos mandos del ELN y las disidencias de las FARC se llevó a cabo en octubre del año pasado en el estado de Apure, territorio venezolano. Allí se habría pactado la no agresión entre los grupos y la distribución de rutas de narcotráfico.

Perspectivas

Con el inicio de las conversaciones de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, el ELN paso a un segundo nivel. La relación entre el régimen de Venezuela y el grupo subversivo se mantuvo estable, mientras este utilizaba su territorio para replegarse.

A principios del 2017, el Comando Central de la guerrilla inició su propio proceso de diálogo con el gobierno de Colombia, no obstante, se vio interrumpido a principios de 2018 tras un atentado por parte de esa guerrilla contra la fuerza pública en Barranquilla.

Sus líderes, residentes en Cuba en ese momento, sostenía la necesidad de continuar con el diálogo, mientras parte del grupo seguía ocultándose en Venezuela.

La salida de Juan Manuel Santos de la presidencia y la llegada de Iván Duque Márquez a la oficina cambió la perspectiva de la situación. Este último, opositor del diálogo con las guerrillas, cortó definitivamente la posibilidad de diálogos y dejó al ELN como la guerrilla más grande de Colombia y el enemigo número uno del gobierno, luego del atentado con un coche bomba en Bogotá perpetrado por este grupo.

Así las cosas, el grupo guerrillero se ha afianzado con mayor fuerza al gobierno de Venezuela que, aunque no lo reconoce como un aliado, ve con buenos ojos su presencia en el territorio y lo considera un aliado.

En Venezuela, el ELN sigue controlando economías criminales como la minería ilegal y las rutas de droga hacia el Atlántico, lo que le permite seguir manteniéndose y lo deja como uno de los grupos criminales más influyentes para el 2019.

Por su parte, desde Colombia, las instituciones siguen pidiendo al país vecino claridad sobre la presencia del ELN, sin una respuesta contundente aún. Específicamente, tratan de dar con algunos de los cabecillas como Pablito, Antonio García y Ramiro Vargas, quienes se cree, están escondidos en Venezuela.

A todas luces, resulta casi improbable por ahora que la relación entre el ELN y Venezuela se vea resquebrajada por las peticiones de la comunidad internacional, debido a la crisis humanitaria y política que atraviesa el gobierno de Nicolás Maduro, quien, parece encontrar en el grupo insurgente una posibilidad de defensa en caso de una intervención militar de Estados Unidos. Hecho que, la misma guerrilla también asume.

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