Emisor, mayores tasas

La Junta del Emisor decidió aumentar la tasa de interés al 7,75%. La persistencia de la inflación motivó la medida. Dada una economía debilitada, los codirectores deberán saber ponderar las decisiones.

Frente a la aceleración de la inflación en junio de 2016 y los evidentes efectos del paro camionero sobre los precios de los bienes básicos, como los alimentos, durante las últimas semanas se ha debatido sobre la conveniencia de que la Junta Directiva del Banco de la República mantenga su política de aumentos en la tasa de interés.

Aunque el comunicado de la reunión de codirectores del mes pasado daba para pensar que la finalización del ciclo de contracción monetaria estaba cerca, la evolución reciente de los precios y de las expectativas de inflación complicaron el panorama.

Según el Banco, “en junio la inflación anual al consumidor y la inflación básica aumentaron y se situaron en 8,6 y 6,5 por ciento, respectivamente”.

Estos resultados motivaron a que la mayoría de analistas de mercado pronosticara que, en la reunión realizada el día de ayer, los codirectores del Emisor terminarían inclinándose por un alza de 25 puntos básicos.

A pesar de las evidencias, otro grupo de expertos, de gremios de la producción y de representantes del Gobierno, incluido el propio presidente de la República, Juan Manuel Santos, han señalado que no es oportuno ni conveniente decretar nuevos incrementos en la tasa de interés.

Para ello indican que el efecto del paro camionero ya cesó y que el abastecimiento alimentario se estabilizó, lo que se ha reflejado en una reducción en las cotizaciones de diversos bienes agrícolas. Se señala, además, que con las lluvias la oferta agropecuaria ha mejorado y que la tasa de cambio se ha estabilizado.

En este orden de ideas, consideran que los argumentos para un alza de la tasa de interés se han debilitado y lo que un nuevo aumento va a generar es una afectación negativa en el crecimiento y el empleo.

A pesar de este llamado de atención, en la reunión de ayer viernes, la Junta Directiva del Emisor, fiel al mandato constitucional de controlar la inflación y a su convicción del inmenso daño que este fenómeno causa en el ingreso de los hogares, “decidió incrementar la tasa de interés de intervención en 25 puntos básicos y la situó en 7,75 por ciento”.

Según el comunicado de la Junta, el alza en la inflación responde a la depreciación del peso, a los efectos rezagados del fenómeno de El Niño, a unas expectativas de inflación por encima de la meta establecida y a la activación de algunos mecanismos de indexación.

También se señala que se redujo la proyección de crecimiento para 2016 a 2,3 por ciento y que el déficit en la cuenta corriente continúa disminuyendo. Para fin de año se calcula en 5,3 por ciento del PIB.

En la rueda de prensa que dieron el gerente del Emisor, José Darío Uribe, y el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, se hizo evidente que adentro de la Junta hay posiciones encontradas sobre la decisión adoptada.

La realidad es que la economía se ha debilitado y que, al momento, no se evidencian fuentes de crecimiento que ayuden a solventar la coyuntura. Al mismo tiempo, los precios no ceden.

Por tanto, en medio de una desaceleración con inflación, las decisiones que en un mes deberá adoptar la Junta Directiva del Banco de la República exigen una gran dosis de ponderación y sabiduría que aseguren, por encima de posiciones extremas e inflexibles, el interés y el bienestar colectivos.

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