En la cumbre anticorrupción

Al principio no lo creí. Pensé: “Ahí vienen los de Actualidad Panamericana (el sitio web satírico, como ellos mismos describen) con otro de sus agudos apuntes”. Pero qué va, era verdad. Anunciaban en las noticias que el presidente Santos asistiría a la cumbre anticorrupción en Londres la semana que acaba de pasar. Y no solo eso, sino que Colombia lideraba una de las tres sesiones especiales, invitada precisamente por el Primer Ministro Inglés. En medio de mi desconcierto e intentando encontrar una explicación coherente, pensaba si todo no sería producto del reconocido humor negro inglés o que la Cancillería del Gobierno Británico fue víctima de un ataque repentino de ironía o que simplemente tuvieron unos deseos irreprimibles de demostrar que a veces uno tiene la capacidad de hacer lo que le venga en gana. Deben estar soltando una risita de medio lado al mejor estilo inglés, especulé.

Luego vino a conocerse una conversación entre David Cameron y la Reina Isabel II que se filtró por culpa de unos odiosos micrófonos que quedaron inoportunamente abiertos y captaron cuando este le decía a Su Majestad que “vienen líderes de países fantásticamente corruptos. Nigeria y Afganistán están probablemente entre los más corruptos”. Ahí se empezó a clarificar la situación y ya comenzamos a estar entre los nuestros.

Con esa información, yo no sé por qué se me vinieron a la cabeza las escenas que uno veía en las películas de James Bond (agente 007 al servicio de Su Majestad) en donde frecuentemente hay cónclaves de los jefes del mal para planificar acciones, intercambiar información y definir liderazgos. Creo que en la última película hay algo así. ¿Sería eso lo que estaba sucediendo en el Reino Unido?

Porque en ese encuentro sí nos podemos sentir en nuestra salsa y empezar a bailar en forma. Podemos sacar pecho y todo. Según el Barómetro de las Américas la percepción de corrupción en el país es del 79,6 %, dejándonos en el glorioso segundo lugar en la región. Siempre nos movemos, en sentido inverso, es decir, siendo el primero el más transparente, entre el puesto 80 y 90 del ranquin mundial de Transparencia Internacional. Además, el 61 % de los colombianos desconfía en la efectividad de la justicia. Y así continuaríamos por un buen rato, llenándonos de cifras frente a los cálculos de los recursos que se dilapidan por millones año a año por cuenta de la corrupción y hechos que parecen interminables en nuestra patria.

¿Estaremos en la cumbre mostrando cómo se logró el desfalco de Reficar? ¿Presentaremos los resultados de años de robo por cuenta de la alimentación de nuestros niños? ¿Llevaremos con orgullo el número de políticos que impunemente han robado y siguen haciéndolo? ¿Dictaremos cátedra acerca de cómo se hace para que a un escándalo como los Panamá Papers se le baja hábilmente el tono y todos los nacionales que aparecen allí queden como si tuvieran sus cuentas declaradas en la DIAN? No sé si fue así, pero lo que sí necesitamos acá es un país unido contra la corrupción para erradicarla como nuestro peor mal.

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