En Venezuela suenan las alarmas

Es harto conocido el crecimiento del narcotráfico en Venezuela, que es solo la punta del icerberg de grandes negocios turbios.

El defensor del Pueblo en Venezuela, Tarek Williams Saab, fue detenido por agentes migratorios en el aeropuerto internacional Benito Juárez de la ciudad de México. Sobre el funcionario pesa una alerta tipo uno emitida por la Interpol, presuntamente, por ser sospechoso de actividades vinculadas al narcotráfico. Con gran habilidad ha tratado de desviar la atención con respecto al asunto. En primer lugar, no existe una violación del derecho internacional. Los casos relacionados con tráfico de drogas no tienen ningún tipo de fronteras.

¿Cómo puede violarle su derecho, cuando Venezuela es miembro del organismo desde hace 53 años? Es decir, existe una autorización de oficio que se activa cuando hay elementos de juicio contra cualquier persona. Interpol tiene en su reglamento ocho tipos de alerta: roja, amarilla, azul, negra, verde, naranja, morada y una notificación especial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Se trata, según su estatuto, de “avisos internacionales utilizados por las fuerzas policiales de todo el planeta para comunicarse entre sí información sobre delitos, delincuentes y peligros”. O sea que en el caso del Defensor del Pueblo, no es un mecanismo de retaliación política por parte del imperio norteamericano. Ellos funcionan con autonomía procedimental, su gestión tiene dispositivos que marcan una ruta que se maneja con sumo cuidado. Para el cuerpo que investiga las actividades criminales no existen límites ni funcionarios intocables, ya que su radio de acción abarca a doscientos países que funcionan como una poderosa red que actúa de manera expedita en contra del crimen organizado.

Lo ocurrido en el aeropuerto azteca fue una simple requisitoria que tiene efectos demoledores. En el despavorido rostro de Tarek Williams Saab, notamos un rictus de preocupación. Comprende que puede iniciarse una escalada que descubra hechos ocultos tras un manto de complicidad. El régimen venezolano cuenta con algunos de sus más conspicuos dirigentes investigados por diferentes actividades vinculadas con el delito. Es harto conocido el crecimiento del narcotráfico en Venezuela, en donde, presuntamente, vinculan al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Es la punta del icerberg de grandes negocios turbios. Sus acciones han podrido todo lo que tocan. Cada área del Estado nacional es un tributo al fraude. Esto es un coadyuvante en el incremento del delito como respuesta de una administración fermentada. Con tantos hechos y elementos, la Interpol se llenará de fichas de especímenes venezolanos. Las alarmas han sonado en el palacio de Miraflores. Se caen las caretas de falsos profetas. Existe gran temor a que toda esta mentira revolucionaria termine en el basurero de la historia. Que los huesos de los héroes del proceso acaben durmiendo tras las rejas. Quizás el traje a rayas del presidio sustituya a los de acreditadas marcas de exclusivos modistos europeos. Alertas que harán temblar a esos que se creen incólumes.

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