Es hora de reflexionar

No es cuestión de estadísticas ni mucho menos se trata de hacer política con el dolor que en este momento embarga a las familias de los señores miembros de la policía nacional asesinados de manera cobarde por la banda terrorista de las Farc en el departamento de Córdoba.

Limitarnos a decir que se trata de “7 casos más”, resulta un irrespeto y es reflejo del nivel de indolencia al que ha llegado el gobierno, cuando de defender la vida y dignidad de los miembros de la Fuerza Pública se trata. Honor, todo el honor y toda la gloria a los señores Miguel Espitia, Julián Henao, John Barrios, Edgar Becerra, Luis Garcés, Rafael Becerra y Carlos Jiménez. A partir de hoy, pasan ellos a ocupar un lugar destacado en la galería de los héroes que ofrendaron la vida en el cumplimiento de su deber de defender a los colombianos del flagelo terrorista.

Mientras el gobierno impulsa con todo el ahínco la fallida y multimillonaria campaña “Soy Capaz”, las Farc continúan burlándose de los colombianos. Lástima que esas mofas es este caso se hayan traducido en la muerte de 7 de nuestros mejores policías.

La paz no requiere de discursos, ni de proclamas, ni de prendedores en forma de palomita abrochados en las solapas de quienes hacen política con ella. A los colombianos no nos pueden seguir manipulando con un discurso que hasta la fecha no se ha traducido en una realidad.

Demandamos hechos de paz. No queremos asistir apesadumbrados al sepelio de más solados y policías asesinados cobardemente, mientras la cúpula de las Farc decide la suerte de nuestro país en la isla de los hermanos Castro. Insistimos en la necesidad de un cese incondicional y unilateral de todas las acciones terroristas de la guerrilla. Aquello sería un verdadero e incontrastable gesto de paz.

Mientras los terroristas sigan reclutando y asesinando a nuestros niños, continúen traficando toneladas de cocaína a través de la frontera con Venezuela, atenten contra la infraestructura minera y energética y embosquen cobardemente a nuestra Fuerza Pública, el proceso de paz de La Habana continuará cubierto por el manto de la ilegitimidad.

Han pasado cerca de dos años del proceso y hasta el momento no hemos visto un solo hecho de paz. En otras palabras, Colombia está inmersa en un oneroso proceso que ha generado más violencia y dolor. No merecemos continuar en esa contradicción. El presidente Santos no puede limitarse a esbozar timoratos sentimientos de pesar cada vez que las Farc asesinan. Su deber, quiero recordarle, es –en su condición de jefe supremo de la Fuerza Pública- el de garantizar la vida, honra y bienes de todos los ciudadanos.

No es aceptable que el gobierno pase de largo frente al homicidio de nuestros policías. La sevicia con la que fueron masacrados –recibiendo muchos de ellos tiros de gracia- demuestra que la guerrilla de las Farc no está interesada en nada distinto que en continuar llenando de sangre a nuestro país.

Hechos como el ocurrido en el departamento de Córdoba, que enlutan el alma nacional, nos obliga a condenar al gobierno por el terrible costo que está pagando nuestro país por cuenta de la desacertada decisión de acabar con la Política de Seguridad Democrática.

Paz en la tumba de nuestros policías asesinados. Que su sangre y el dolor que hoy padecen sus familiares y amigos, sean motivo de una reflexión sobre lo equivocada y bastante ineficaz que ha resultado la política de paz de Juan Manuel Santos.

Representante a la Cámara por Antioquia

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