“Esa platica” para los superhombres

Es obvio de toda obviedad que figure Colombia como uno de los diez países más inequitativos del mundo, en un ranquin acreditado como el Gini Index, del Banco Mundial, de hace un año. La rabia, el desconcierto y la sensación de impotencia que a los ciudadanos comunes y corrientes nos producen casos tan desaforados como el de los contratos milmillonarios de la Fiscalía se explican por la consolidación de una nueva clase glotona que pasa cuentas de cobro exorbitantes por servicios que podrían costar mil veces menos si hubiera límites razonables a los sueldos y honorarios máximos.

Hay superhombres que se acomodan en una dimensión ultraterrena. Se creen con derecho a todo y tienen quiénes legitimen y patrocinen sus exigencias desmedidas, no sólo en el sector público sino también en el privado. Marcan diferencias abismales frente a la gente normal que trabaja con horarios y remuneraciones regulados por la legislación laboral. Los superhombres de la nueva clase viven en una nube en la que disfrutan del tiempo, el espacio y los recursos que nadie, de carne y hueso y honorable, alcanzaría en este mundo terreno. Piensan que ya se ganaron la otra vida. Y son inmunes e impunes, aunque la palabra impunidad no aparece en su dichoso diccionario, porque están convencidos de que su condición de cuerpos gloriosos los hace inimputables.

En el ranquin mencionado (http://www.businessinsider.com), los siete países menos equitativos, antes del nuestro, son África del Sur, Namibia, Botswana, Zambia, Honduras, República Centroafricana, Lesotho. De octavo está Colombia y le siguen Brasil y Guatemala. Es decir que en América la nación nuestra está de segunda en esa clasificación deshonrosa publicada en 2014. Poco habrá variado. Aunque son diversos los criterios para aparecer en la lista, en la falta de equidad tiene que influir la desproporción entre los distintos niveles de remuneración por el trabajo, entre los superhombres de la dimensión ultraterrena y la clase trabajadora que respeta las normas legales y no está amparada por los nuevos dueños de la moral pública.

“Esa platica” (como dijo el señor Fiscal), que en millones puede subir a cuatro mil, diez mil o cuarenta mil, está mostrando la inequidad que se impone en este país, en muchas instituciones y organizaciones públicas y privadas. En la justicia, está quebrándose uno de los principios tutelares, el de la proporcionalidad, que no sólo debe ser para la fijación de penas, castigos, sanciones o tasas, sino para todas las actuaciones consecuentes, como la retribución por contratos de servicios. “Esa platica” es, a todas luces, una cantidad desproporcionada, desafiante, irritante. Pero es la que necesitan los superhombres para seguir viviendo en su nube de las delicias, donde no hay poder humano que alcance a quitarles la paz.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar