¿Estado de bienestar o bienestar del Estado?

Se entiende por Estado de bienestar el sistema en el cual el Estado como tal asume, o pretende asumir, la responsabilidad por el bienestar de los ciudadanos.

Esta responsabilidad es entendida generalmente como universal, porque “bienestar” es un concepto amplio que se aplica a todos los ciudadanos y se refiere a la actividad desarrollada principalmente en cuatro frentes: transferencias en dinero (por ejemplo el Sisben); un sistema de salud y pensional (por ejemplo la seguridad social); el acceso a la educación universal; y otros servicios asistenciales como la vivienda gratuita. El precursor de este sistema, el “Estado Providencia”, aparece en Alemania a finales del XIX y el Estado de bienestar alemán experimentó su desarrollo definitivo en la época de Bismarck durante el último cuarto del siglo XIX. La izquierda, ladina y sutilmente, pretende atribuirse la creación del Estado de bienestar.

Sin embargo, el precio que cobra el Estado de bienestar por prestar los servicios arriba descritos le hace preguntarse al ciudadano del común si en realidad sus impuestos son para financiar los servicios que presta un Estado de bienestar o si parte importante del recaudo del fisco se utiliza es para financiar el bienestar del Estado. He aquí unos pocos ejemplos que lo ponen a uno a pensar:

—Cuando uno se da cuenta que en este país sólo una mínima parte de los ancianos tienen acceso a una pensión —pensión que generalmente no llega a un salario mínimo—, mientras que casi la totalidad de las ramas Legislativa y Judicial, y buena parte de la rama Ejecutiva, gozan de pensiones que pueden llegar a ser 30 veces el salario mínimo, uno se pregunta si lo que se diseñó fue un Estado de bienestar o se diseñó el bienestar del Estado.

—Cuando uno se entera que los gastos de publicidad y eventos del Estado son superiores a los $4,4 billones de pesos, gastos en términos generales superfluos y excesivos, uno se pregunta si lo que se busca es publicitar el Estado de bienestar, o por el contrario es darle publicidad y continuidad al bienestar del Estado.

—Cuando uno ve en los sitios reservados de los aeropuertos las flotas de aviones ejecutivos para uso exclusivo de algunos funcionarios del Estado, uno se pregunta si lo que se ha construido es un Estado de bienestar o lo que en realidad se ha construido es el bienestar del Estado.

—Cuando uno ve centenares, por no decir miles de funcionarios en camionetas blindadas, escoltados por individuos usualmente agresivos que se pasan por encima todas la reglas de tránsito y de urbanidad, uno se pregunta si lo que se ha edificado es un Estado de bienestar, o lo que se terminó edificando fue el bienestar del Estado.

—Cuando uno ve una nómina diplomática inflada e innecesaria que, aparte de los representantes del Gobierno en el exterior, incluye una plantilla paralela de embajadores del sector judicial, uno se pregunta si nuestros tributos van a sostener un Estado de bienestar o van a sostener es el bienestar del Estado.

—Cuando uno ve que la “mermelada”, cuyo propósito inicial era la redistribución equitativa y técnica de las regalías, se ha convertido es en una repartición de la torta clientelista cuya única función es que por medio de puestos y de contratos asignados a dedo se aceite la maquinaria que les permite a los partidos y a los políticos atornillarse en el poder, uno finalmente se pregunta si las regalías que le pertenecen a todos los colombianos lo que van es a financiar un Estado de bienestar o, por el contario, lo que terminan es financiando el bienestar del Estado.

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