Estupidez: la gran calamidad

Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Albert Einstein

En el testimonio “Cartas y documentos de la prisión”, refiriéndose a la estupidez como origen del ascenso al poder de Hitler que resultó en la tragedia alemana y la segunda guerra mundial, el teólogo anti nazi Dietrich Bonhoeffer se refirió al asunto, no en complicados términos políticos, sino a través de una vivencia cotidiana, la estupidez; y escribió lo que sigue. Bonhoeffer fue asesinado por Hitler en la horca el 9 de abril de 1945, en el campo de Flosenbürg, Alemania. Sin embargo, el pensamiento del teólogo permanece como una gran influencia esclarecedora y esto es parte de lo que escribió.

“La estupidez es un enemigo más peligroso para el bien que la maldad. Uno puede protestar contra el mal; se puede exponer y, si es necesario, prevenir mediante el uso de la fuerza. El mal siempre lleva dentro de sí mismo el germen de su propia subversión, ya que deja atrás en los seres humanos al menos una sensación de inquietud. Contra la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza logran nada; las razones caen en oídos sordos; los hechos que contradicen el prejuicio de la persona estúpida simplemente no los cree ni considera; en tales momentos, la persona estúpida incluso se vuelve crítica; y cuando los hechos son irrefutables, simplemente son dejados de lado como intrascendentes, como incidentales. En todo esto, la persona estúpida, en contraste con la mala, está totalmente satisfecha y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al atacar. Por esa razón, se requiere mayor cautela cuando se trata de una persona estúpida que de una mala. Nunca debemos tratar de persuadir a la persona estúpida con razones, porque no tiene sentido y es peligroso.”

Siendo que la referencia a la estupidez culturalmente se le percibe y usa como un insulto de inmensa variedad léxica en español que usted puede verificar consultando los sinónimos de la palabreja, pocas veces se le ha estudiado, objetivamente, como causante de un gran mal. Entonces sus catastróficos resultados se le debaten desde el punto de vista ético, moral, político; pero no somos conscientes de estudiar esta tragedia desde el enfoque de la estupidez. Por ello, Carlo María Cipolla, profesor de economía en la Universidad de California en Berkley, publicó en Bolonia, Italia, en 1988 bajo el título Allegro ma non tropo un ensayo de 14 páginas que en español se puede bajar de internet como: Las leyes fundamentales de la estupidez humana – WordPress.Com

¿Por qué es importante leer y profundizar ese ensayo? Porque analiza la estupidez pragmáticamente mediante una metodología sencilla de mediciones y contrastes común en las decisiones económicas basadas en las siguientes definiciones o leyes:

1.- Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación.

2.- La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.

3.- Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo.

4.- Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

5.- La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

Cipolla dice que la estupidez es una misteriosa condición genética; yo digo que aunque puede ser cierto, más bien tomamos decisiones estúpidas que, desgraciadamente, camuflamos muy campantes bajo la denominación de ‘experiencia’; y esa ‘experiencia’ se vuelve inexpugnable si la persona es alguien de prestigio; así se amplía la influencia permanente de la estupidez.

Ahora bien, Cipolla no solamente propuso las leyes de la estupidez, sino que dividió a la población en cuatro categorías desde un punto de vista económico y utilitarista:

1. INTELIGENTES: benefician a los demás y a sí mismos.

2. INCAUTOS o inofensivos: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.

3. ESTÚPIDOS: perjudican a los demás y a sí mismos.

4. MALVADOS o bandidos: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.

Agregó Cipolla:“La prueba de que la educación y el ambiente social no tienen nada que ver con la probabilidad nos la han proporcionado una serie de experimentos llevados a cabo en muchas universidades del mundo. Podemos clasificar la población de una universidad en cuatro grandes grupos: el grupo de servicios generales (GSG), empleados, estudiantes y cuerpo docente.

“Cada vez que se analizó el GSG se halló que una fracción eran estúpidos. Teniendo en cuenta que el valor de la probabilidad era más elevado de lo que se esperaba(Primera Ley Fundamental), se juzgó, de entrada, rindiéndole tributo a las modas en curso, que la estupidez era debido a la pobreza de las familias de las que generalmente proceden esas personas y también a su escasa instrucción. Pero al analizar los grupos más elevados se encontró que el mismo porcentaje dominaba también entre los empleados y los estudiantes. Más impresionante todavía fueron los resultados obtenidos entre el cuerpo docente. Tanto si se analizaba una universidad grande como una pequeña, un instituto famoso o uno desconocido, se encontró que la misma fracción de profesores estaba formada por estúpidos. Fue tal la sorpresa ante los resultados obtenidos que se resolvió extender las investigaciones a un grupo especialmente seleccionado ,a una auténtica “elite”, a los galardonados con el premio Nobel. El resultado confirmó los poderes supremos de la Naturaleza: una fracción de los premios Nobel estaba constituida por estúpidos.”

Por todo lo anterior ¿Qué encontramos si analizamos el atentado terrorista de la Escuela General Santander o el tráfico bogotano desde el punto de vista de la estupidez? El escenario trágico de la policía fue creado por un estúpido. Se había amputado la mano izquierda mediante una manipulación irresponsable de explosivos causándose daño a sí mismo y a otros; debió haber parado ahí; pero repitió la misma acción en la Escuela General Santander ampliando trágicamente los efectos de su accionar estúpido.

En el tráfico bogotano, buses, camiones, transmilenio, automóviles, motos y bicicletas, transitan en una gran fraternidad de personas supuestamente inteligentes, incautas, malvadas y estúpidas; fácilmente vemos que los estúpidos ganan al ejemplificar la ley Nº 3 en esos escenarios, pues le producen pérdidas a los inteligentes, malvados e incautos, convirtiéndolos en agresores y agredidos, aumentando así el potencial de la estupidez en el tráfico al crear el caos.

Pero llamar estúpidos a los del ELN o los conductores, motociclistas y ciclistas bogotanos sería peligroso. Y si usted les dice que deben tomar un curso de manejo defensivo y seguridad vial de una semana para que se convenzan de que no saben conducir, por creerse más ‘inteligentes’ que usted, lo mandan a freír espárragos los conductores; y si trata de convencer a los guerrilleros de que la guerra es estúpida, lo matan, porque están llenos de un estúpido lavado de cerebro en el que creen como un dogma de fe.

De lo anterior se derivan combinaciones letales: un malvado puede ser inteligente o estúpido; témale al estúpido que lo mata innecesariamente por robarlo. Quizá se pueda entender con el inteligente y negociar la vida por la cartera. Un inteligente puede ignorar que es estúpido para ciertas cosas (Les pasa a los premio Nobel ¿por qué no a usted?). No pierda su tiempo con él. Al incauto malvado y estúpido hay que protegerlo de él mismo y proteger a los otros. Es como un niño de tres años jugando con una pistola, porque en realidad no sabe lo que hace. ¿Por qué cree usted que Cristo en la cruz dijo: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”? Sencillamente porque se dio cuenta que la turba estaba compuesta por estúpidos puros, ya que crucificaban a quien había venido a salvarlos, simplemente por un tecnicismo legal. ¿No le suena familiar la comparación?

Veamos otros ejemplos de estupidez. Dos hinchas del Santafé y Millonarios pueden discutir amablemente las características de un partido, sin matarse; pero si se reúnen más de 15 en cada bando, grupo compuesto por personas inteligentes, incautas, malvadas o estúpidas, los estúpidos ganan y se matan por el color de una camiseta; se llaman entonces ‘barras bravas’ y no ‘barras estúpidas’; igual cosa ocurría en los años cincuenta cuando liberales y conservadores se mataban por el trapo rojo o azul. Hoy se matan por la mermelada o falta de ella. Es decir, ahora entiendo por qué la misericordia de Dios es infinita; porque la estupidez también lo es. Cada lector puede encontrar más ejemplos de estupidez en su vida o profesión. Y la ciencia ni las matemáticas se salvan. La ciencia avanza mediante el método primitivo de ensayo y error. Pero si a un médico le cortan el brazo ‘por error’, entonces no se trata de un error, sino de una estupidez o un delito culposo. Y no hablemos de política; el Brexit y el independentismo catalán, supuestamente en pro de dichas sociedades, de pronto se volvieron una solemne estupidez al afrontar las consecuencias que nadie midió.

De mis años mozos recuerdo que de vuelta de una excursión al Nevado de El Cocuy al norte de Boyacá, descendía por un estrecho y húmedo sendero al lomo de una mula; arriba la hermosa montaña y abajo el aterrador abismo. Me dio pánico. Al intentar bajarme y seguir a pie, el baquiano me dijo: “No se baje.” No le hice caso; pensé que era más inteligente que la mula. Llevaba zapatones de caucho y las lajas del camino estaban resbalosas por la llovizna. Pasó lo inevitable: resbalé, metí un pie contra una piedra y me volé la uña del dedo gordo del pie derecho.

Ahí aprendí que a veces la inteligencia del hombre nos hace a menudo comportarnos de manera más estúpida que las bestias. Al hombre le gusta inventar teorías. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos no es lo suficientemente inteligente como para encontrar el uso práctico de las mismas. De ahí que el animal, siendo menos inteligente, cuando hay una sequía no se imagina que es el resultado del calentamiento global y sencillamente busca el agua porque sabe que si no lo hace se muere.

Volviendo a Bonhoeffer quien fue el único que explicó el ascenso de Hitler al poder debido a la estupidez, mientras esperaba su ejecución escribió lo que sigue:

“Al observar más de cerca, se hace evidente que cada fuerte aumento de poder en la esfera pública, ya sea de naturaleza política o religiosa, infecta a una gran parte de la humanidad con la estupidez. … El poder de uno necesita la estupidez del otro. El proceso en el trabajo aquí no es que las capacidades humanas particulares, por ejemplo, el intelecto, de repente se atrofian o fracasan. En cambio, parece que bajo el aplastante impacto del poder creciente, los seres humanos están privados de su independencia interior y, más o menos conscientemente, renuncian a establecer una posición autónoma hacia las circunstancias emergentes.(En Colombia se ha probado que la estupidez se puede aumentar con la mermelada; y cuando esa persona adicta se la priva de la miel, se vuelve más estúpida.)

“El hecho de que la persona estúpida sea a menudo terca no debe cegarnos al hecho de que no es independiente. En la conversación con él, uno siente virtualmente que uno no está tratando en absoluto con él como persona, sino con eslóganes, palabras clave y cosas semejantes que se han apoderado de él. Él está bajo un hechizo, cegado, mal utilizado y abusado en su mismo ser. Siendo así una herramienta estúpida, la persona estúpida también será capaz de cualquier mal y al mismo tiempo incapaz de ver lo que es malo. Aquí es donde se esconde el peligro del mal uso diabólico, porque es esto lo que de una vez puede destruir a los seres humanos”.

Así, cuando vemos la situación de Venezuela con un estúpido en el poder, en donde se cree que Bolívar es el fundador del Socialismo del siglo 21; y que algunos en Perú crean que el Libertador fue un asesino; o el de la tolerada influencia de terroristas en la política colombiana mediante los medios de comunicación, nos preguntamos: ¿En qué consiste el poder de la estupidez? Son poderosos porque a las personas inteligentes les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido desde la inteligencia al igual que la ética y la moral; por ello no saben qué hacer cuando la vagina y el pene se vuelven ‘abstracciones’ encandilados por una teoría de género; otros no saben cómo actuar ante un Jesucristo ‘revolucionario’ o qué decir frente a la teoría del escritor y diplomático chileno Miguel Serrano quien afirma que Hitler es el último avatar. Esa incapacidad ante tales estupideces por lo increíbles que son, vuelve incauto a un inteligente. Y esa candidez pareciera que se reprodujera mecánicamente porque es incorrecto admitir que somos estúpidos o decírselo a los otros.

Por otra parte, como los estúpidos están distribuidos en todos los estamentos sociales, usted tampoco puede imaginar que un presidente, un magnate, una eminencia científica, el primer país del mundo, puedan tomar decisiones estúpidas como cerrar el gobierno federal, dejar 800 mil empleados sin cuchara, poner en riesgo la economía y la seguridad, sencillamente porque ‘creen’ que algo es más importante que lo que cada quien sufre, o el mal que muchos vislumbran en un candidato pero que, por sus intereses se vuelven indiferentes ante él.

Por otra parte, un inteligente, un técnico, supuestamente no debe tener prejuicios porque lo analiza todo. Pero para la convivencia pacífica, sería estúpido no ejercer la tolerancia con quienes tienen prejuicios; ahora bien, tolerancia no significa aceptación; además, hay miles de formas de ejercer la estupidez sin que nos demos cuenta. Por lo que si bien vivir es complicado; lo es mucho más vivir como morir estúpidamente.

Las estupideces o tonterías son los actos más fáciles de realizar, basta con no poner la atención suficiente, en lo que se dice o hace, sea la persona tan lista como se quisiere; o no tener la información adecuada. En el 2011 una mujer murió pensando que podría subsistir sin agua ni comida viviendo de la luz solar; el actor David Carradine murió por asfixia auto infligida en busca de mayor placer sexual; en Méjico 94 murieron calcinados al intentar robar gasolina del gasoducto y muchos ‘pensantes’ opositores le echaron la culpa al ejército; en Colombia los fanáticos de la conspiración dijeron que Uribe estaba detrás del atentado a la Escuela General Santander como una cortina de humo para el escándalo de Odebrecht; y para rematar la estupidez el concejal Hollman Morris culpa a Uribe de los maltratos contra su esposa. Ahora bien, si se quiere divertir busque en Facebook el montón de cosas estúpidas que hacen los inteligentes.

Otros ejemplos de estupidez consciente: intentar un ejercicio que realizábamos con soltura a los 25 años cuando pasamos de los sesenta; creer en el ‘amor’ de una hermosa chica de veinte cuando eres multimillonario y de setenta; decir que los zorros huelen mal ante un defensor de los animales; tomar más tragos de lo debido y pretender conducir evitando a los policías; o decir algo contra la tauromaquia en el lugar o con la persona equivocada, etc. Y en política corremos todos esos riesgos y más.

Con todo lo anterior ¿Quién puede pensar que un grupo de personas malvadas que le causó mal indiscriminado a un país de repente se vuelvan buenas por una consigna política? Y además, en un debate radial sobre el tema se invita a profesionales supuestamente inteligentes que no saben ponerse de acuerdo para llegar a conclusiones útiles para la sociedad porque para ellos la primera prioridad es vencer a su oponente. Resultado: todos perdemos y ellos salen satisfechos con la algarabía que arman. Igual pasa en muchos congresos del mundo frente a los males que realmente agobian a la sociedad y los medios registran esas estupideces. Por lo que simplemente digo: Si usted quiere conocer el rostro de Satanás, su adversario real, estudie la estupidez propia y la de los demás.

Pero como eso es inadmisible por lo fuerte de la expresión, espero que encuentre la motivación de la humildad: observe, aplique positivamente y guarde el secreto; no cometa actos estúpidos, ni tampoco los tolere; denúncielos con decencia y pruebas. Verá cómo su vida se ilumina al entender por qué se le ha vuelto tan complicada. Ahora bien, si usted no cree en su propia estupidez circunstancial o la de otras personas, estudie su conducta como consumidor. ¿Acaso no compra cosas que no necesita, se endeuda sin capacidad de pago, evita las contradicciones que son evidentes en la propaganda cuando le cree a ‘la eterna juventud’ que suministran ciertas cremas? ¿O se endeuda para asumir una candidatura presidencial o de la alcaldía, cuando no tiene ninguna posibilidad de ganar honestamente? ¿O que tal jabón hará desaparecer la calvicie?

Así ¿Cuál fue la ‘estupidez’ cultural que invadió a muchos cuando creyeron que un documento nos daría la paz y vemos que los mismos malvados con otro nombre tienen ‘derecho’ a que se les considere según ciertos protocolos y se ataca a quien los quiere combatir? ¿Y aun así no aprendemos? Despertemos de la estupidez, por favor; porque es UNA y no tiene colores políticos, raza, edad, estatus social, profesión. Por lo que este escrito debe ser duro, pero necesario. No es sino que cambiemos la palabra estúpido por error para ver cómo bajamos la guardia y tomamos decisiones peligrosas de las que no nos damos cuenta hasta cuando ya es demasiado tarde. El 9 de abril colombiano y la Primera Guerra Mundial comenzaron por la estupidez de un asesinato, todavía vivimos las consecuencias, y no consideramos que sencillamente fueron actos estúpidos.

¿Acaso se resiste usted al dolor de una inyección que lo va a curar de un mal que lo agobia de día y de noche? Porque eso es la estupidez. Ahora bien, si usted es creyente o es estudioso de la Biblia, un libro que recoge mucha experiencia humana, entre otras la estupidez, esto es lo que Bonhoeffer nos dejó para que lo pensemos: “La palabra de la Biblia de que el temor de Dios es el comienzo de la sabiduría declara que la liberación interna de los seres humanos para vivir la vida responsable ante Dios es la única manera genuina de superar la estupidez.”¿Recuerda usted Génesis 6:5-6?" Yahvé vio que la maldad del hombre en la tierra era grande y que todos sus pensamientos tendían siempre al mal. Se arrepintió, pues, de haber creado al hombre, y se afligió su corazón." Después vino el diluvio.

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