Falló la justicia

Y no había podido fallar más en el caso de Andrés Felipe Arias. Falló porque se excedió. Falló porque actuó desproporcionadamente incluso frente a otros procesados en el mismo caso de Agro Ingreso Seguro. Falló porque nos dejó a los ciudadanos la sensación de que sólo castiga a unos y deja impunes a otros. La justicia, y sobre todo nuestro sistema penal, viene fallando sucesivamente cada vez que envía a la cárcel a quien se roba un paquete de caldo de costilla y deja en libertad o le da casa por cárcel a quien comete crímenes peores.

Es cierto que la función de una condena penal es la de dar ejemplo a la sociedad y disuadir a otros potenciales delincuentes para que no desplieguen acciones criminales en el futuro, pero castigando severamente a algunos y exculpando a otros o imponiéndoles penas risibles, la justicia está enviando un mensaje tan perjudicial como el delito mismo.

La gente no entiende que los Dávila o los Vives, familias que hicieron toda la trampa para quedarse con subsidios que no les correspondían, hayan devuelto la plata que se iban a robar y tan campantemente estén disfrutando de una libertad que no merecen. Tampoco es comprensible que el ex viceministro de Agricultura, Juan Camilo Salazar, condenado por los mismos hechos, tenga una pena de 7 años y Arias una de 17. Ya me dirán algunos que Salazar sí colaboró con la justicia pero lo cierto en su caso es que apenas se limitó a sucumbir a la presión de la fiscalía para que dijera cosas que nunca pudo probar. Su testimonio, sin embargo, se necesitaba para demostrar la ‘culpabilidad’ de Arias.

Y eso bastó para que a Salazar entonces le dieran un tratamiento desproporcionadamente favorable.

¿Qué me dicen de los contratistas que se robaron la plata de los bogotanos? Ni la han devuelto ni han terminado pagando tanto como ahora la justicia quiere hacerle pagar al ex ministro Arias.

No me quiero imaginar cuando otros más jóvenes que nosotros, vean en sus libros de historia que guerrilleros que asesinaron a miles de personas no pagaron ni un día de cárcel y, en cambio, un ex ministro acusado de celebrar indebidamente contratos y que no se robó un solo peso, terminó sentenciado a casi dos décadas de prisión. ¿Quién va a poder explicar semejantes ‘fallos’ de la jus-ticia?

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