Farc y Bacrim, vínculos estratégicos para negocios ilícitos

Desde el inicio de los diálogos en La Habana, las Farc han insistido al Gobierno en estrategias, acciones y soluciones al fenómeno de las bandas criminales o paramilitares, como ese grupo subversivo los denomina.

Incluso en los últimos comunicados de los negociadores se publicaron cinco de “diez propuestas mínimas para garantizar el fin del conflicto, la reconciliación nacional y la construcción de una paz estable y duradera”.

Según “Carlos Antonio Lozada”, integrante del equipo negociador , “la perspectiva de un acuerdo final y la transformación integral de las Farc, tienen como condición necesaria e indispensable a la vez, el desmonte de las estructuras criminales de contrainsurgencia especial de carácter paramilitar, narcotraficante y mafioso, entendido ello como el desmonte de la relación de poder defacto que ellas representan y la amenaza en que ellas constituye para la implementación de los acuerdos pactados, la no repetición y la reconciliación nacional”.

Sin embargo la presión de las Farc desde la Habana por terminar con esas estructuras armadas dedicadas al narcotráfico, no refleja lo que al parecer ocurre en varias regiones del país, donde las autoridades e informes de inteligencia vinculan directamente a varios frentes del grupo insurgente con los llamados nuevos grupos paramilitares como son “los Urabeños”, “Rastrojos” o el “Erpac” para la comisión de diferentes delitos.

Correos entre cúpulas

Este diario publicó en exclusiva (05/01/14) la comunicación, por medio de correos electrónicos con cartas adjuntas, entre cabecillas de las Farc. En los mensajes, cuatro en total, se evidenciaría la relación entre esos grupos ilegales, conformada para negociar droga, territorio y hasta personal. Esas conversaciones fueron obtenidas por inteligencia de la Policía tras la incautación de uno de los computadores de alias “Silver”, cabecilla del frente 57, muerto en un bombardeo de la Fuerza Aérea el 25 de agosto de 2013 en zona rural de Riosucio, Chocó.

“Camaradas Iván y Bertulfo, mi saludo fraternal. Información que llegó de un frente relacionado con la mafia: ‘por medio de asociación del narcotraficante Darío Antonio, alias “Otoniel”, quien tiene nexos con “el Becerro”, “Jacobo Arango” y “Pedro Talibán”, existe infiltración en los frentes 57, 5 y 34. Tienen ubicados varios sitios y campamentos. Están llegando policías y militares a Montería para empezar operaciones en el norte del Chocó. Un abrazo, Alfonso”. Ese fue uno de los mensajes en el que “Alfonso Cano” (muerto el 04/11/11), le escribió en febrero de 2010 a “Iván Márquez” y “Bertulio”, miembros del bloque Caribe y del Secretariado.

Ataques a la Fuerza Pública

“Lo que hemos podido apreciar en el sitio del ataque y en la región, es que esta fue una acción perpetrada en contubernio entre el frente 58 de las Farc y una facción de la banda criminal del clan de los ‘Úsuga’. También hemos detectado que esos grupos ilegales están obligando a los campesinos de la zona a cultivar coca”.

Esas fueron las palabras del director de la Policía Nacional, general Rodolfo Palomino luego de un ataque armado que dejó siete policías muertos en zona rural del municipio de Montelíbano, departamento de Córdoba, el 16 de septiembre de 2014.

Operación “Barro Blanco”

El 21 de noviembre de 2013 Leocadio de Jesús Posada Montoya, alias “Leo”, tercer cabecilla del frente 36 de las Farc, murió en una operación conjunta entre la Fuerza Aérea y la Policía en zona rural del municipio de Anorí, nordeste de Antioquia.

Según el informe de ese operativo, denominado “Barro Blanco”, alias “Leo” era el enlace de esa guerrilla con la banda criminal “los Urabeños”, con quienes negociaba directamente la venta de la droga que su frente producía.

Para las autoridades la ruta que usaba esta supuesta alianza para exportar cocaína, iniciaba desde el cañón de San Pablo, pasaba por el municipio de Guadalupe, troncal a la Costa hacia el departamento de Córdoba, hasta la zona costera de Moñitos donde las Farc se encargaban de la droga, a partir de ahí quedaba a cargo de alias “El Loco”, integrante de “los Urabeños” quien se encargaba de transportar el producto hasta Turbo y luego sacarla a Centroamérica vía Panamá, Costa Rica y México.

Las Farc lo niegan

En reiteradas ocasiones en las que se les ha preguntado por las supuestas alianzas, los integrantes del equipo negociador del grupo insurgente han sido enfáticos en negar cualquier vínculo con las bandas criminales.

“Benkos Biohó”, a quien recientemente EL COLOMBIANO le preguntó sobre este asunto en la vereda Orejón, en Briceño, respondió así:

“El primer elemento de una guerra es la propaganda, desvirtuar a tu enemigo, ese es el primer elemento de una guerra. Pero las pruebas reales de quienes tienen vínculos con el narcoterrorismo paramiliar, ya las sabe la opinión pública. Es inconcebible, para quien tenga un mínimo de racionamiento. Las Farc somos de concepción socialista, ningún miembro de las Farc, aspira a la acumulación de capital individual y la razón de ser del narcotráfico es la acumulación individual de capital, ósea que es nuestro enemigo por naturaleza”.

Interacción estratégica

Para Eduardo Álvarez Vanegas, coordinador del Área de Dinámicas de Conflicto y Negociaciones de Paz de la Fundación Ideas para la Paz, lo que ocurre entre Farc y bandas criminales más que una alianza es una interacción estratégica de tipo instrumental, evidenciada en diferentes partes del país como El Catatumbo, Llanos Orientales, Chocó, Bajo Cauca, Norte y Urabá antioqueños.

“Ellos tienen acuerdos en torno a la presencia territorial, y a la participación de distintos componentes de las economías criminales. No necesariamente se da una alianza, una afinidad ideológica o una cohesión de ejércitos, sino un mecanismo de resolución de conflictos creado por esos grupos irregulares, que ha permitido evitar o desescalar disputas entre ellos. Por ejemplo, en Chocó, en zona rural de Quibdó, las Farc controlan el oro, pero en el área urbana “los Urabeños” son quienes lo comercializan”, explica Álvarez Vanegas.

Sobre los anuncios de las Farc, en los que piden el desmonte del paramilitarismo, desde la fundación Ideas para la Paz se interpreta como un llamado a buscar como acabar con el legado que dejaron los grupos paramilitares en varios sectores de la política y la economía. “El discurso de esa guerrilla está más vinculado con la desmilitarización de la sociedad, le apunta es a las garantías de seguridad que van a tener ellos en las regiones donde aún hay herencia del paramilitarismo”, puntualizó el especialista.

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