Farc y Eln, ¿qué quieren?

Las Farc, que negocian, matan soldados con francotiradores. Y el Eln, que dice estar interesado en dialogar, retiene misiones médicas. No paran extorsiones y secuestros. Señores, ¿qué quieren?

Un país lleno de expectativas frente al diálogo con las guerrillas, las Farc y el Eln, no puede recibir de vuelta videos de extorsiones, noticias de equipos médicos retenidos y reportes de soldados atravesados por los balazos de los francotiradores. Tal vez la insurgencia no lo note, no lo perciba, no lo considere, pero la sociedad civil, los ciudadanos de a pie, se agotan, se cansan, se defraudan, se molestan. Se sienten traicionados.

“En enfrentamientos que se están dando entre las autodefensas gaitanistas y el Eln, han utilizado médicos de la misión médica, cuya función es realizar labores de vacunación en niños, para que atiendan personas que han resultado heridas en los combates”. Así se les niega a los menores su derecho a recibir estos beneficios del sistema de salud, según el defensor del Pueblo, Alfonso Cajiao.

Hace 15 días, el Ejército denunció la muerte del soldado James Moreno Sogamoso, por el ataque de un francotirador del frente 3 de las Farc. Solo seis días después resultó herido otro militar (Juan Carlos Ramírez Mendoza), al parecer, por el mismo francotirador del frente tercero.

El presidente de la República, Juan Manuel Santos, sostuvo el pasado miércoles que la guerrilla y los demás grupos ilegales “están matando como patos a nuestros soldados”.

Al tiempo, aparecía en la edición digital de EL COLOMBIANO la primicia que confirmaba que los frentes de las Farc continúan con sus extorsiones en diferentes regiones del país.

“Somos de las Farc, del Bloque Oriental. Mi nombre es Iván Ruiz (…) Nosotros estamos dialogando en La Habana, pero eso no quiere decir que el impuesto que cobramos para la paz se haya parado (…) requerimos de una ayuda que nos haga, consciente, para el movimiento”, le decía este jefe guerrillero a un ciudadano del Meta.

Y en declaraciones al diario Gara, de España, publicadas el lunes pasado, alias “Gabino”, jefe del Eln, advirtió, sobre el secuestro, que “el Eln no “ha puesto requisitos” para iniciar los diálogos, por lo que se espera “que el Gobierno entienda que eso solo produce trancas en el proceso y que si nos pusimos de acuerdo en una Agenda, lo sensato es asumirla tal como está acordada”.

De todas estas acciones y declaraciones, la sociedad colombiana puede interpretar que se encuentra confrontada por organizaciones armadas ilegales, que siempre han querido destruir el Estado (se consideran contra Estado), las cuales en el papel manifiestan un interés de dialogar y reinsertarse a la vida civil.

Pero estas agresiones a las Fuerzas Armadas y a la población civil, además de constituir infracciones al Derecho Internacional Humanitario y de ser violaciones graves a los derechos humanos de los colombianos, terminan por mostrar a una contraparte que aún se regodea en el poder arbitrario de las armas.

No se trata de ser pesimistas y escépticos. Recordar estos hechos no significa un espíritu contrario a la paz, al diálogo, al sensato entendimiento entre colombianos. No. Es la simpleza y la contundencia de lo que se puede anhelar en los discursos, pero la decepción de lo que revelan los hechos y la realidad.

Por eso es pertinente preguntar qué quiere la guerrilla. Si cree aún que las intimidaciones y la violencia le sirven para arrodillar a la sociedad y después darle un golpecito de queridura en la nuca. La gente ya no quiere más chantajes.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar