FIN DE LA LUNA DE MIEL

Se han cumplido los primeros 100 días de gobierno de Iván Duque. El resultado de su desempeño está siendo analizado por medios y columnistas que han adoptado la costumbre estadounidense de hacer un examen exhaustivo de lo que llaman “la luna de miel”, ese periodo de gracia que se le permite a un gobernante para que muestre sus colores y establezca su estilo.

Y eso es precisamente lo que Duque ha hecho. En estos 100 días el nuevo presidente ha establecido un estilo ecuánime y cordial, logrando moderar el discurso de la clase política colombiana y de algunos columnistas, quitándole esa ponzoña venenosa que se había convertido en la regla durante los 8 años del gobierno de Juan Manuel Santos.

En los discursos y los actos de estos primeros meses de Duque, ha desaparecido el odio y la agresividad, que habían convertido a todos los estrados en campos de batalla y no en foros de pensamiento constructivo, como deberían ser en una democracia inteligente y creadora, con una oposición firme y vigilante, pero dispuesta a dar soluciones, no a crear conflictos.

Duque no se enfrasca en defender sus posiciones y propuestas a gritos, con insultos, cinismos o mentiras, en otras palabras, “no pica pelea”. De tal manera, personajes como Gustavo Petro, Iván Cepeda o Claudia López, cuyos estilos gritones y soeces, copian a Maduro, se han encontrado sin espacio para montar sus confrontaciones.

Algunos dicen que a Duque le falta liderazgo. Al contrario, creo que le sobra. Pero su estilo es rotundamente diferente al de su antecesor, Duque gobierna de cara al pueblo, así su posición sea difícil. El presidente es un líder netamente conciliador, alguien que busca consenso sin repartir mermelada, otra de las características que ha dejado clara. Algo bien difícil de lograr en un país tan enviciado al “qué me das si quieres algo de mí”. En esto, la sociedad civil, y muy especialmente los medios, lo deben apoyar, o todos seremos culpables de que la corrupción y la sucia “mermelada” continúen enlodando al país.

Quizás, con el respaldo del pueblo y los medios, Duque logre vacunar a la clase política contra el clientelismo y la repartición de favores y prebendas a las que se ha enviciado

La muestra más tangible de su nuevo estilo de liderazgo, han sido sus posiciones conciliatorias con respecto a lo más criticado, hasta ahora, de su gobierno, la Ley de Financiamiento, presentada por su ministro de Hacienda, para cubrir el faltante de 14 billones de pesos en el presupuesto del 2019.

El aumento del IVA al 19 por ciento a prácticamente toda la canasta familiar, ha causado ampolla a todo nivel, y con razón. Sin embargo, las respuestas de los partidos políticos que se oponen a este incremento, inclusive su propio partido el Centro Democrático, ha sido aportar propuestas para solucionar el problema de la desfinanciación, siguiendo la pauta del presidente.

Propuestas como el aumento del salario mínimo para compensar, disminución del tamaño del Estado, impuestos mayores al tabaco y el alcohol, persecución dura y cerrada contra la evasión y la corrupción, etc. Duque, en su estilo, ya ha creado comisiones para analizar cada propuesta y hacer los ajustes pertinentes, así tiende puentes, no barreras. Duque hará un gobierno de diálogo, un compás nuevo en Colombia.

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