‘Fracking’, minería y el líquido vital

Ecopetrol y la Agencia Nacional de Hidrocarburos son dinosaurios que muy pronto se extinguirán. No podemos correr el riesgo de que acaben con nuestra mayor riqueza: el agua.

Los abuelos cuentan que en su época, no hace muchos años, el agua corría libre y pura y era gratis. Por aquel entonces era impensable que el agua se pudiera vender en una botella, pero ahora su precio supera hasta el de una cerveza (y esto ya dice mucho de nuestra sociedad).

Estados Unidos, Puerto Rico, República Dominicana y otros países de América Latina, ya han empezado a ver cómo se va acabando el agua. Los racionamientos son inevitables y la privación de este derecho humano que ha sido olvidado, empieza a acercarse lentamente.

Lo más preocupante, lo que todos preferimos ignorar, es que la comisión de agua de la Organización de Naciones Unidas señaló este año que para el 2030, la demanda de este recurso será un 40 por ciento superior a la oferta que habrá para ese entonces. Y las grandes compañías, los macabros genios de la plata que mueven el mundo, desde hace más de 10 años han estado invirtiendo en comprar los grandes nacimientos, viendo que en ellos reposa una inversión segura, para su bolsillo y para su vida. Esto quiere decir, palabras más, palabras menos, que en menos de una generación nos veremos enfrentados a una guerra por el agua, que entre otras cosas, ya está sucediendo. Sin ir muy lejos, la silente puja entre China e India por el Tíbet y otras zonas de territorio, esconde tras de sí, el control de las fuentes de agua. En Israel, además de un tema religioso, sucede algo parecido por el Jordán.

Específicamente, las aguas subterráneas dan cuenta del agua potable para el 50 por ciento de la población mundial y del 43 por ciento para la irrigación de cultivos. No obstante, se estima que un 20 por ciento de estas fuentes están sobreexplotadas. En cuanto a las fuentes de aguas superficiales, la contaminación por la agricultura intensiva, la producción industrial a gran escala, la explotación minera y el no tratamiento de las aguas negras en las ciudades, hace que estén contaminadas en exceso, lo que tiene efectos que deterioran más los ecosistemas y ponen en peligro la salud humana. Finalmente, los humedales que son fundamentales en el proceso de purificación del agua, están siendo reemplazados por ladrillos y cemento. Todo esto hace que las proyecciones para el 2050 arrojen un desafortunado panorama en el que el 40 por ciento de la población mundial vivirá en zonas con problemas hídricos severos.

Colombia aún figura como uno de los países con mayores recursos hídricos del planeta, pero la torpe toma de decisiones está acabando rápidamente con nuestra mayor riqueza. Permitir la explotación minera y petrolera cerca de fuentes de agua como los páramos y los humedales o que puedan afectar las aguas subterráneas o superficiales, no puede tildarse de otra forma sino como la más grande estupidez humana.

Pensar en adoptar estrategias como el ‘fracking’ para encontrar nuevos yacimientos de petróleo, sustentando que este líquido ha mantenido la economía nacional por más de medio siglo, es un sinsentido. Que el petróleo y la minería hayan sido un polo de desarrollo económico no significa que lo vayan a seguir siendo durante los próximos años. Nuestras reservas de petróleo están llegando a su fin (les quedan 7 años) y ahora queremos aumentarlas a costa de poner en riesgo el único líquido que es indispensable.

Tal vez el director de Ecopetrol y el presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos no han notado que un galón de agua cuesta casi lo mismo que un galón de gasolina. Tal vez han pasado por alto que los países que se consideran los grandes jeques del petróleo, están volteando su mirada hacia América Latina para comprar lo que ya no tienen, ese líquido que los abuelos no creían que fuera a ser un buen negocio. En 15 años, cuando la demanda del líquido vital sea tan superior a la oferta, nadie va a querer petróleo y se pagarán millonadas por un simple barril de agua. Con petróleo no se puede cultivar y el oro negro, a fin de cuentas, no se puede beber.

¿Que Ecopetrol volvió a dar utilidades? Es solo el signo de las maletas. Ecopetrol y la Agencia Nacional de Hidrocarburos son dinosaurios que muy pronto, sí o sí, se extinguirán. No podemos correr el riesgo de que acaben (o sigan acabando) con nuestra mayor riqueza, con el patrimonio de las futuras generaciones, con la fuente que hace años empezó a mover la economía y que siempre ha movido la vida. El ‘fracking’, así como promover el desarrollo de Colombia con base en la explotación minera y petrolera a costa de poner en riesgo las fuentes de agua –cuando se sopesa el costo-beneficio–, es una pérdida, por donde se mire, para la vida, la economía y el país.

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