Francisco, 2017

“Santo Padre no se involucrará en componendas colombianas”

La obsesión presidencial por firmar un acuerdo con las Farc es apenas comprensible porque todo el capital político del Jefe del Estado está comprometido en el proceso.

El punto de no retorno fue la firma del acuerdo Santos – Timochenko en La Habana, el 23 de septiembre del año pasado. A partir de ese momento comenzó el rendimiento marginal y decreciente para el Gobierno. Y las Farc tomaron la sartén por el mango.

Dicho de otro modo, si el acuerdo no se firmase el 23 de marzo, tal como está previsto, el plebiscito estaría en serísimos aprietos (con lo cual, es apenas comprensible que la oposición aguarde cautelosamente a que las tensiones de forma entre el Gobierno y las Farc se vayan despejando antes de fijar una posición específica).

Eso significa que si el plebiscito se ve comprometido, para el Gobierno sería preferible que la Corte Constitucional lo abortara, pues ni siquiera la manipulación del umbral ejecutada en el Congreso sería suficiente para garantizar la victoria.

En consecuencia, el Jefe del Estado podría considerarse eximido de convocar a la consulta a una población que, si ya está suficientemente exasperada ahora, para entonces rechazaría sin ambages unos acuerdos considerados altamente lesivos para el interés nacional.

De tal manera, el Congreso sería el encargado de darle inmediata viabilidad a los acuerdos y la guerrilla habría conseguido su máxima aspiración, la de sellarlos y refundar el Estado mediante una Asamblea Nacional Constituyente.

Para resumir, el panorama resulta ciertamente borrascoso: manipulación del umbral para el plebiscito, inconstitucionalidad, trampas en cuanto a la fecha de la firma y, sobre todo, una nueva y penosa negociación de los “puntos pendientes y salvedades” que conduciría a una Constituyente prefacturada y orquestada.

En tales circunstancias, ¿cómo podía comprometerse el Papa a venir a Colombia y bendecir con su presencia semejante zafarrancho comprometiendo la integridad de una Iglesia que en vez de mezclarse en los vaivenes políticos debe consagrarse a la misión de orientar espiritualmente a sus fieles?

Muchos fueron los esfuerzos dedicados a lograr que Francisco estuviera presente en la firma del acuerdo, indultando con su presencia al terrorismo.

Pero, afortunadamente, los especialistas del Vaticano percibieron a cabalidad tan enrarecida situación y aclararon que el Santo Padre sí vendrá, pero no en el 2016. Y menos aún, a involucrarse en tantas componendas, rompiendo con ello la sagrada unidad de los católicos.

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