Fraude con el voto electrónico

El pasado 6 de junio de 2016 publicó la Universidad de Stanford un completo estudio elaborado por sus expertos en informática, titulado: ¿Por qué la votación en línea sería un “desastre total”? Esta votación consiste en sacar el teléfono celular y emitir el voto en línea, esto se conoce como internet-vote.

Esto no es lo mismo que el voto electrónico con el cual se ha ganado el chavismo las elecciones en Venezuela, y con el que seguramente esperan ganarlas en Colombia quienes aprobaron la Ley 475 de 2011 que ordenó implantar este voto. El electronic-vote se realiza yendo a un centro de votación y pulsando una tecla de la terminal de una gran computadora.

El internet-vote es todavía más inseguro que el del chavismo. El experto David Dill, profesor de informática de Stanford afirma: “esta votación en línea es un idea tan peligrosa que los expertos en informática y en seguridad se oponen a ella en forma casi unánime”.

Y continúa Dill: “el papel sigue siendo la mejor manera de emitir el voto…Las computadoras son máquinas muy complicadas y no hay ninguna cantidad razonable de recursos con los que usted pueda garantizar que el software y el hardware están libres de errores y que no han sido atacados o modificados en forma maliciosa”.

“Ni los votantes ni los funcionarios electorales poseen la capacidad para comprobar que lo consignado en las papeletas sí entró, sí se depositó en el ordenador central, porque un intermediario hostil podría cambiarlo”. Comprobarlo sería labor de un equipo de expertos, asumiendo que los programas elaborados por las compañías que los arriendan, les entregaran previamente el software escrito a estos auditores, entrega que no acostumbran hacer, porque se los copian. El software puede hacer lo que lo pongan a hacer.

Dediqué 40 años de mi vida a programar computadoras en importantes empresas privadas y oficiales del país. Sé que es posible montar un programita paralelo en el ordenador central para que al cierre de las elecciones elija en forma aleatoria quienes no votaron y asigne en segundos cuantos votos de abstencionistas sean necesarios para elegir a alguien. Esto se puede hacer, incluso, desde los países enemigos de Colombia.

El papel, concluyen en Stanford, tiene propiedades fundamentales que lo convierten en una tecnología insustituible para las votaciones. Puede este poseer marcas y escritos imborrables. Ahora bien, utilizar la biometría para identificar al votante por su huella, previo a depositar la papeleta con el voto, suena razonable, es una mejora importante. Consolidar las cifras globales y preliminares de las papeletas en los centros de votación por medio de las computadoras también es progreso. Pero nada de apretar botones de computadoras para votar con el fin perverso de omitir los escrutinios manuales posteriores de las papeletas.

¿Qué tan fácil es piratear un sistema informático?, pregunta el profesor Dill, y responde, “no es muy difícil, como podemos ver en las noticias frecuentes sobre robos masivos de datos de las empresas privadas y de los gobiernos”. Ni los países bajos, ni el Reino Unido, ni Alemania, ni el fundador de Microsoft, Bill Gates, aprueban los votos electrónicos aludidos.

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