Ganamos la guerra, perdimos la paz

Para quien fuera por más de cuatro años timonel de la política exterior de la administración de Obama, marcar distancia de esa línea política, es importante para sus aspiraciones presidenciales. Por eso Hillary Clinton saca al sol los trapos sucios de Obama buscando poner distancia entre ambos.

Las críticas de Clinton sobre la política exterior de Obama no son nuevas, únicas ni importantes, todo lo que ha dicho al respecto, lo confirman y lo han dicho antes expertos y críticos que acusan a la administración de Obama de desarrollar una política exterior equivocada.

En diciembre del 2011, cuando los últimos soldados de EEUU salieron del territorio iraquí, parecía que la pesadilla de Irak había terminado. EEUU “había ganado la guerra” y se apresuraba por pasar la página, abandonaba Irak cumpliendo la promesa que el presidente Obama hiciera al pueblo de EEUU, sin profundizar en las consecuencias para los intereses y la seguridad de la nación. Cuando parecía que Irak se encaminaba por el sendero de la reconciliación y el desarrollo, la realidad demostró que los frágiles avances obtenidos, no fueron suficientes para garantizar una paz duradera, sin la presencia de las tropas de EEUU. Hoy, de nuevo tenemos guerra.

Al paso del tiempo, es fácil criticar las decisiones pasadas. La invasión a Irak y Afganistán, la guerra de Viet Nam o el uso de la bomba atómica para terminar la Segunda Guerra Mundial, podemos criticarlas hasta la saciedad y seguir perdiendo el tiempo buscando culpables. Pero lo único que podemos sacar de estos hechos pasados es experiencia, enseñanzas porque el tiempo no vuelve atrás. Sin embargo, el posible error cometido por iniciar una guerra no podemos agravarlo con otras malas decisiones para terminarla, culpando a otros líderes de esta nación, que en su momento llegaron a la Casa Blanca con el apoyo del pueblo estadounidense.

Los que temen, odian, quieren el fin de la influencia y participación del poderío económico y militar de EEUU en los conflictos del mundo, repiten hasta el cansancio el estribillo de que EEUU no puede ser más el gendarme del mundo. Obama y sectores políticos en esta nación también se hacen eco de este estribillo y lo toman como consigna nacional. Pero el vacío que deja EEUU en Irak y otras zonas de conflicto, en el campo militar y económico, lo ocupan con rapidez otros países como Rusia, China, Irán, etc., y esto no es bueno para esta nación, esto debilita el poder de EEUU en el mundo, la seguridad de la nación y el futuro de los estadounidenses. EEUU tiene que aprovechar su poderío militar y económico para beneficio de los estadounidenses, de la nación americana, de estabilidad y la paz del mundo. No puede permitir nunca que otros ocupen la posición que le corresponde por derecho.

La debilidad de la política exterior de la administración Obama está presente en la falta de confianza de los amigos y aliados de EEUU. Es aprovechada por nuestros enemigos que perciben con claridad la debilidad de las decisiones que emanan de esta administración. La débil política exterior de Obama impide a EEUU ejercer su papel de líder para aglomerar a sus aliados en la lucha contra el terrorismo y los graves problemas económicos y estratégicos que afectan al mundo.

Mientras los grupos yihadistas se fortalecen y ganan terreno, los esfuerzos de democratizar a los países árabes se estancan y retroceden. La política de pedir a los “musulmanes buenos” que nos ayuden en la lucha contra los violentos grupos yihadistas, es una ingenua ilusión que Obama exhibe con insistencia. La posibilidad que el terrorismo cruce nuestras fronteras es cada día es más real.

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