Gracias por nada, Mr. Blair

Sus consejos no resolvieron el problema metodológico de las regalías y en cambio hoy somos el ‘paisíto’ que le hace el cuarto para ganarse sus millones.

El gobierno decidió que un funcionario de alto nivel como Néstor Humberto Martínez saliera a capotear el vendaval generado por los impúdicos convenios de don Tony Blair en Colombia. Mala idea. El superministro –que hasta de juegos nacionales habla– se ha perdido en los detalles de este caso y como no hacía parte del gobierno cuando se suscribieron los dichosos contratos ha incurrido en imprecisiones y ha dejado de contestar preguntas que, por ahora, continúan sin respuesta.

Y es que aquí, el orden de los factores sí altera el producto. El ministro Martínez sostiene que toda esta historia comenzó a partir de un convenio de Estado a Estado entre Colombia y los Emiratos Árabes y que en el camino se decidió contratar al señor Tony Blair para que nos diera sus luces sobre el manejo de las regalías en Colombia.

Otra cosa dice la Agencia Presidencial para la Cooperación Internacional que en respuesta a los requerimientos del abogado Sergio Held, quien originó esta investigación, contesta que los convenios no fueron suscritos con los Emiratos Árabes sino directamente con una de las filiales del señor Tony Blair (Windrush Ventures) y que estaban sujetos a la financiación de un tercero. Es allí cuando aparece mágicamente el gobierno árabe.

Por eso cabe preguntarse ¿quién le está haciendo el favor a quién? ¿Blair y los árabes asesorándonos generosa y gratuitamente en el manejo de las regalías o nosotros sirviéndole de fachada al ex premier para que cobre sus millones de libras esterlinas?

Obviamente se trata de lo segundo y en medio de esta trama del avivato del Blair y de los árabes, lo que conviene preguntarse es si los intereses de Colombia al final del día resultaron lesionados y si a nivel internacional quedaremos con el rótulo de cómplices silentes de un negocio redondo que estafadores de renombre querrán venir a hacer aquí.

¿Para qué nos sirvió a los colombianos el oficio de Blair en materia de regalías? Si es por los documentos que el gobierno reveló, no hay nada que un amateur en comunicación estratégica no pudiera decir. Es más, a juzgar por los resultados del manejo de las regalías en los últimos meses diríamos que la misión Blair fracasó rotundamente.

Según denunció el contralor Edgardo Maya, 7 billones de pesos están congelados en las cuentas de varias gobernaciones porque metodológicamente no han podido saber cómo usarlas y según el propio Departamento Nacional de Planeación (que recibió los consejos del iluminado Blair), se ha tenido que suspender el giro de los recursos derivados de las regalías en más de 25 departamentos y un centenar de municipios que no saben cómo presentar bien los proyectos en los que invertirán esos dineros.

Así las cosas, lo de Blair no es más que un cuento chimbo y el gobierno no puede seguir aferrado a su discurso de que como no nos costó un centavo, todo en la realidad permanece como estaba.

El precio lo estamos pagando por otro lado: nos mostramos ante el mundo como el ‘paisíto’ que le hace el cuarto a personajes como Blair para que hagan y deshagan en nuestras oficinas públicas.

Entretanto el gobierno colombiano calla frente a una pregunta que le hicimos en RCN LA RADIO al ministro Martínez y no supo contestar. Posteriormente he planteado a algunos funcionarios de la Presidencia de la República la misma inquietud sin tener respuesta aún: ¿Hacía parte de las metas de este convenio discutir sobre estrategias electorales, neutralización de opositores y aprovechamiento de aliados políticos en plena campaña presidencial? ¡Porque de eso fue lo que hablaron, según consta en algunas actas en el mes de marzo de 2014, con la participación de funcionarios de Planeación Nacional y miembros de la oficina de Tony Blair! ¿Podrá alguien respondernos?

Sería bueno que asomara su cabeza la entonces directora de Planeación, Tatyana Orozco o la asesora de la doctora María Lorena Gutiérrez que acompañó el diseño de estos convenios. Mientras tanto, ¡gracias por nada, Mr. Blair!

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