Griesa y los perros

"El discurso de Cristina no me da confianza."

(Del juez Thomas Griesa.)

Nos creíamos un doberman y somos apenas un chihuahua que, cascoteado y todo, sigue mostrando los dientes. "No pasarán", prepoteó el ministro Kicillof respecto de los fondos buitre, a los que la Corte norteamericana habilitó para cobrarse hasta el último peso de los bonos que la Argentina les niega. Acto seguido, y, como caniche al que se le desenrularon los pelos, Kicillof anunció que mandará más abogados para negociar con Thomas Griesa, aunque va a esperar un poquito porque, justo ahora, el que empezó a gruñir es el juez norteamericano.

Poco antes, la Presidenta había hablado de extorsión y de una nueva conspiración interplanetaria contra la Argentina. "El discurso de Cristina no me da confianza", se sinceró Griesa en Nueva York.

Eso es no conocernos. Mister Griesa debería haberse dado cuenta ya de que cuando nuestro gobierno dice no, es sí y, cuando dice sí, es porque no le queda otra. Con una rápida leidita a los diarios -los de la corpo y los que les ponen el cuerpo a las paradojas kirchneristas- verá que devaluamos sin admitirlo; que los "cero pesos" que iba a costar la estatización de Repsol trocaron en una indemnización de más de 5000 millones de dólares; que, tras chucear al Club de París, celebramos el acuerdo para pagar lo que debemos, y que, si bien nunca digerimos al Ciadi, le reconocimos jurisdicción para dirimir en juicios contra la Argentina. Todo ello, sin contarle que hace unos años nos parecía bárbaro comprar terrenos a precio vil, construir sobre ellos y hacer flor de ganancia, pero que hoy nos repugna que haya buitres que compran bonos baratos.

Si aún le faltasen antecedentes, le informamos que nuestro aggiornamento no es casual, sino una cuestión de Estado. En 1993, por ejemplo, el gobernador Néstor Kirchner sacaba del país más de 500 millones de dólares de Santa Cruz para "resguardarlos" en el exterior y, en 2008, como esposo de la Presidenta -lo que le daba acceso a información privilegiada- él mismo se "resguardaba" de la crisis financiera internacional comprando dos millones de dólares. Pues bien, ahora que nos persiguen los buitres, queremos convencer a los bonistas que entraron en el canje de que es mejor cobrar sus tenencias en Buenos Aires que en los Estados Unidos.

No desconfíe, Su Señoría. Como dijo el cancerbero Kicillof: "Quédense tranquilos, esto está estudiado en profundidad".

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