GUERRA O PAZ

Comete un grave error el presidente Juan Manuel Santos al dividir el país, en la actual campaña electoral, entre quienes le apuestan a la paz y los que, según él, prefieren la guerra. Una estrategia bastante caótica, aunque suene paradójico, al señalar por un lado a quienes se la jugaron con él por el proceso en La Habana; y por otra parte, a una gran mayoría del país, que no cree y ve con recelo lo que está pasando con una "negociación" de la que poco se sabe, mientras es testigo de primera mano de los abusos diarios de las Farc.

Santos le apostó sus cartas a la paz (aunque ese concepto no sea del todo aplicable por firmar algo con las Farc) y tiene que mantener su juego. No puede dar reversa, aunque quisiera, porque no va a reconocer que se equivocó mirando a Colombia a los ojos. Pero eso no le otorga el derecho a sentenciar que o se es blanco, por apoyarlo, o negro por criticarlo, porque nadie está en contra de la paz, pero sí somos muchos los que estamos en desacuerdo en el cómo conseguirla.

Colombia no soporta más divisiones. La paz, ese anhelo de las viejas, medias y nuevas generaciones no debería ser una bandera de campaña. Es una movida sucia porque juega con los sueños que tenemos de vivir en un país distinto. Pedir que votemos por la paz es demagogia y genera una confrontación entre quienes creen en lo que pasa en Cuba y entre quienes dudan de la voluntad de las Farc. Aquel que nos pide unirnos en torno a un objetivo, es el primero que nos aleja cuando condiciona nuestras posiciones.

La guerra solo le conviene a las Farc y por eso no renuncian a hacerla. En año y medio de "negociaciones" han arremetido brutalmente contra el país. ¿Cuántos policías y militares asesinados? ¿Cuántos civiles heridos por minas antipersonal? ¿Cuántos niños reclutados? Si eso es voluntad de paz, no quiero ni pensar en su voluntad de guerra. Su ventaja competitiva es el terror e infortunadamente Juan Manuel Santos permitió que llegáramos a este punto, de frente por su proceso y defendiéndolo a capa y espada, aunque quizás sin detenerse a pensar en el costo.

Por último: no podemos seguir dividiendo el país entre amigos y enemigos de la paz. No, todos somos colombianos y tenemos que aprender a convivir con nuestras diferencias. Eso sí, no olvidemos que en ese tema lo único que nos sirve es una solución duradera y no un papel firmado, por cumplir, que endeble en su contenido en cualquier momento se rompa.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar