HISTORIA DE UN ALEMÁN

Recomiendo con entusiasmo a los lectores el estupendo libro de Sebastian Haffner, Historia de un alemán (Barcelona: Ediciones Destino, 2012), que hace poco disfruté. Se trata de las memorias de este destacado historiador, correspondientes a los años 1914-1933; es decir, desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial hasta el ascenso de Hitler al poder. Haffner experimentó esos años cruciales como niño, adolescente y joven adulto en medio de inmensas convulsiones, que eventualmente le forzaron a abandonar su país por décadas.

El libro es de gran interés para los venezolanos de hoy, pues existen elocuentes analogías entre lo que sucedió ese tiempo en Alemania y lo que ahora acontece en Venezuela. Desde luego, insisto que hablamos acá de analogías y no de repeticiones. Por ejemplo, escribe Haffner que “No me equivoqué ni un solo instante al pensar que los nazis eran unos enemigos para mí y para todo lo que yo apreciaba. En lo que sí erré por completo fue al no pensar que fueran a convertirse en unos enemigos tan terribles”. Estoy seguro que tales impresiones resuenan con fuerza en los espíritus de muchos entre nosotros.

De los numerosos aspectos que estas memorias, admirablemente estructuradas, pueden señalarse con miras a su pertinencia para la actual Venezuela, tres en particular llaman la atención. El primero, ya esbozado, se refiere a la dificultad que con frecuencia nos impide evaluar con claridad y tempranamente la magnitud de una amenaza política, encarnada en un propósito revolucionario. Ello les pasó a Haffner y a incontables compatriotas suyos, que solo entendieron lo que Hitler y sus seguidores realmente representaban cuando era demasiado tarde para detenerles.

El segundo tema tiene que ver con lo ocurrido en marzo de 1933. Luego de solo dos meses en el poder nuevas elecciones fueron convocadas por Hitler y los nazis, que obtuvieron como partido político el mayor número de posiciones en el parlamento, pero que no obstante y a pesar de la avasallante propaganda, intimidación y persecución a sus adversarios no lograron la mayoría absoluta. Los alemanes todavía rechazaron en ese momento clave, aunque por escaso margen, la amenaza mortal del hitlerismo. La sociedad mostró no estaraún de rodillas frente al mal. Sin embargo, ante esta inesperada derrota los nazis reaccionaron con eficacia. Al poco tiempo la victoria se disipó, los dirigentes se esfumaron, las organizaciones sucumbieron y el camino quedó abierto al totalitarismo nazi. Fue ésta una experiencia sobre la que cabe reflexionar, pues las oportunidades no son infinitas y las que se pierden muy pocas veces retornan.

En tercer lugar transcribo lo que Haffner con tanta lucidez expone: “Puede sonar paradójico, pero no deja de ser un simple hecho que las decisiones y los acontecimientos históricos realmente importantes tienen lugar entre nosotros, en los seres anónimos, en las entrañas de un individuo cualquiera, y que ante esas decisiones masivas y simultáneas, cuyos responsables a menudo no son conscientes de estar tomando, hasta los dictadores, los ministros y los generales más poderosos se encuentran completamente indefensos”. Esta observación me parece de un especial contenido para la Venezuela de hoy. Estoy persuadido que entre febrero y marzo de este año 2014, la sociedad venezolana experimentó el preludio de un fenómeno de transformación colectiva, y que la llegada de ese punto de saturación que va creciendo en el alma de la “gente cualquiera”, como bien dice Haffner, avanza de modo inexorable y anuncia grandes cambios.

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