Honestidad, honestidad: pedimos los colombianos

Es difícil y atrevido escribir sobre honestidad y no parecer rasgándome las vestiduras. Pero la mayoría de los colombianos, el pueblo ajeno a la mermelada y al comprado o catequizado por la costosa publicidad oficial, está horrorizado por las actitudes y declaraciones de este Gobierno.

El día a día de cada colombiano se derrumba ante la falta de honestidad generalizada. El hombre honrado no se valora, ni el decente, ni el justo, ni el laborioso. Además, quien se atreve a controvertir las acciones oficiales o piensa distinto al grupo de Santos es considerado apátrida.

Según Wikipedia “la honestidad es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo como se piensa y se siente. Una cualidad con la cual se designa a aquella persona que se muestra, tanto en su obrar como en su manera de pensar, como justa, recta e íntegra… En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo exterior, los hechos y las personas”. O como dijo Confucio: “El hombre que ante la perspectiva de un lucro prefiere la justicia”. Otra definición: “La honestidad es una cualidad humana que consiste en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad de acuerdo con los valores de verdad y justicia”. Para algunos más es la mayor señal de equilibrio y de salud mental y de ahí que el rector de Eafit, Juan Luis Mejía, sea pionero en promover esta importantísima virtud a través de la educación y busque que la honestidad se convierta en un hábito entre los estudiantes, para que actúen con rectitud, sin mentiras, ni trampas, frente a los desafíos que plantea la realidad.

Ahora bien, con tristeza reconozcamos que aquí y hoy, no existe confianza ante las acciones y las palabras de una administración inestable, manirrota y vanidosa. De un Fiscal soberbio y derrochador como nunca se había visto. De las mayorías (no todos) de un Congreso temeroso de perder sus prebendas, que no defienden los derechos de las masas, poco preocupado por la verdadera justicia, entregados a los vaivenes del presidente. Y para más decepción, algunos medios de comunicación parecen defensores de oficio de la Presidencia y tratan a ciertos personajes muy cuestionados, como si fuesen infalibles.

Y ante la entrega de la constitución colombiana a las Farc, sin justicia verdadera, equiparando al ejército y la policía con la guerrilla, veo que todos debemos gritar: ¡honestidad, honestidad! Excelentes los artículos de: -Luis Fernando Alvarez, Sustitución constitucional y golpe de Estado, el de -Plinio Apuleyo, Hacia una capitulación. Y sobre el fiscal, la columna de Cristina de Toro, El Pequeño emperador.

Nota: porque los conozco, apoyo las siguientes candidaturas: a la Gobernación a Andrés Guerra H., a la Alcaldía de Medellín, a Juan Carlos Vélez U. y al Concejo, a Bernardo A. Guerra H.

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