Honorables, a trabajar

Aplaudo emocionado la iniciativa de presentar un proyecto de ley para frenar de manera drástica la pesca ilegal. El carácter es de urgencia.

Hora es ya de que defendamos nuestra nacionalidad y nuestras cosas. Y no me refiero a lo que algunos lectores estarán pensando, que nos plantemos frente a Venezuela en plan de guerra. No. No, no podemos darles gusto al gritón de Maduro y a su menudita ministra de Relaciones Exteriores, que también es muy divertida; dejémoslos que “inflen el buche sin siquiera tener buche”, como decía Nietzsche. Portémonos con ellos con altura, pero con firmeza. Me refiero a los que llevan ya muchos años entrando a nuestro territorio, a nuestros mares y nos están robando la pesca y atentando contra la supervivencia de las especies marinas. ¿Por qué nos faltan entereza y energía para defender lo nuestro? ¿Qué les pasa a nuestros gobernantes de turno? ¿Será que les faltan c… o que no aman a su país?

Aplaudo emocionado la iniciativa de varios entes del Gobierno Nacional de presentar al Honorable (llamémoslo así, a ver si a punta de elogios trabajan) Parlamento un proyecto de ley para frenar de manera drástica la pesca ilegal. El carácter es de urgencia. ¿Me hice entender, Honorables? De urgencia. Las determinaciones se refieren a todo el país, mar, ríos lagunas, quebradas del interior. A todos los “cuerpos de agua”, como llaman los alambicados ecologistas de oficina y de congresos a lo que los de la calle apodamos simplemente agua. La ley no se refiere a la pesca de subsistencia.

Vamos al grano: se trata de decomisar barcos y equipos de pesca y eventualmente destruirlos. Lo de “eventualmente” es en serio.

Los infractores deberán correr con todos los gastos: transporte, almacenamiento, mantenimiento y muellaje, entre otros. Se seguirá siempre el debido proceso.

Será la Armada, como es obvio, la encargada de hacer cumplir esta ley.

Las penas para los infractores deben ir desde 60 a 108 meses de prisión y las multas serán desde 25.000 salarios mínimos mensuales hasta 50.000. Y que la ley no sea una payasada, como ocurre con las multas a los infractores de tránsito. Algunos conductores deben varios millones y ni se los hacen pagar, ni les quitan el carné ni les decomisan el vehículo. ¡Qué falta de seriedad la de este país, la de nuestra Colombia!

El proyecto de ley también se refiere a los que atenten contra los ríos y las fuentes de agua con ánimo pesquero. Punto muy sensible de nuestra geografía son los islotes de Malpelo. El buzo y alpinista de fama mundial, el murciano Miguel Ángel García Gallego, dijo a su emocionado auditorio de la Semana de la Montaña, del Colegio Champagnat de Bogotá, que pocos lugares existen en el mundo tan maravillosos para bucear como Malpelo. Dijo que en un momento se vio rodeado de unos 400 tiburones martillo. Miguel Ángel es el único ser humano que ha podido contar que en una de sus inmersiones metió su cabeza en las fauces de un tiburón blanco y salió vivo, sin un solo rasguño.

Malpelo es asediado por barcos nacionales, y sobre todo extranjeros, que pescan todo lo que cae en sus redes, especialmente tiburones, dada la demanda que se ha impuesto en el mundo por la estupidez de creer en las propiedades afrodisíacas de la carne del animal. Y sin salirnos del tema de la protección de las especies y de la vida, quién entiende las imbecilidades de nuestro gobierno; sí, las imbecilidades, me reafirmo en la palabra. El Presidente dice que queda prohibido arrojar glifosato y la Agencia Nacional de Licencias Ambientales dice lo contrario. ¿Quién manda en este país?

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