¿Humberto de la Calle interceptado de nuevo?

Humberto de la Calle Lombana, jefe del equipo del presidente Santos en las negociaciones con las Farc, hizo saber desde Cuba, el 27 de septiembre de 2014, que las autoridades de Colombia le habían informado que “hechos recientes demuestran que operaciones ilegales lograron infiltrar [sus] comunicaciones electrónicas desde La Habana”. Tras esa inesperada afirmación, rápidamente se puso en marcha en Bogotá, con gran exactitud, una nueva maquinaria propagandística que intenta, sin la menor prueba, como ya es habitual en este tipo de operaciones, mostrar una vez más al uribismo como el responsable de las presuntas infiltraciones.

El senador comunista Iván Cepeda abrió el baile al gesticular que se trataba de “un ataque de carácter sistemático contra el proceso de paz, que tiene a mi modo de ver un origen muy claro”. Convertido en consueta de Cepeda, el senador liberal Roy Barreras, quien hace viajes discretos a La Habana para obtener información privilegiada sobre los diálogos “de paz” sin estar autorizado para hacerlo,  repitió lo dicho por éste y señaló que detrás de todo estaba “la extrema derecha”.

El inspirador de la nueva campaña contra el uribismo es el mismo jefe negociador. Humberto de la Calle escribió: “La transparencia con la que la delegación del Gobierno ha manejado la información relacionada con las conversaciones no tiene discusión. Es inadmisible recurrir a este tipo de prácticas no sólo para buscar lo que públicamente ya es conocido, sino para sabotear el proceso”. De la Calle sugiere así, en ese párrafo, que esas “infiltraciones” vienen de opositores del gobierno, es decir de quienes le reprochan a éste, con toda razón, la total ausencia de transparencia en los pretendidos diálogos en Cuba.

La ligera alusión de Humberto de la Calle sirvió de base para que algunos la transformaran inmediatamente en rumor. De ahí pasaron a la creación de un clima de caza de brujas en Bogotá. No es la primera vez que agentes del gobierno y activistas de izquierda coinciden en eso de tratar de sacar partido, contra la oposición democrática y el uribismo, ante la emergencia de obscuros incidentes.

Lo que más llama la atención es que el jefe negociador del gobierno de Juan Manuel Santos descarta en su texto, sin explicación alguna, la otra gran posibilidad o, mejor, la posibilidad más obvia: que el equipo de Iván Márquez, que Humberto de la Calle frecuenta casi todos los días, mientras ocurren los contactos en Cuba, sean quienes impulsan y organizan esas ilegalidades.

Rodrigo Granda, alias "Ricardo Téllez", pidió que las autoridades colombianas “esclarezcan estos hechos”, los cuales “tienen propósitos oscuros”. “Rechazamos lo ocurrido y le manifestamos al doctor De la Calle nuestra solidaridad”, agregó.

Los jefes de las Farc son expertos en ese tipo de declaraciones auto disculpadoras. Pues nadie ignora que ellos son igualmente hábiles en la realización de intrusiones electrónicas y que cuentan, además, con el respaldo de los servicios de inteligencia cubanos, que disponen de algunos de los mejores técnicos del mundo en ese tipo de “chuzadas” telefónicas y en operaciones de sonorización, grabación, filmación y vigilancia electrónica ilegal.

Sobre todo, los jefes de las Farc y los cubanos son los más interesados en apoderarse de la información privada que pudiera encontrarse en los teléfonos, computadores y maletas del delegado colombiano Huberto de la Calle Lombana.

Los negociadores de las Farc necesitan tener todos los ases en la manga cuando se sientan a dialogar con Humberto de la Calle Lombana y su equipo. Luego no es impensable que los autores de las 17 intentonas denunciadas por Humberto de la Calle para  acceder al computador y a los correos personales de éste sean las mismas Farc.

A pesar de que eso no sólo es verosímil sino factible, Humberto de la Calle descarta con gran desparpajo esa contingencia.  Es evidente que para él las Farc no son quienes quieren “sabotear el proceso” de diálogo. Posición muy rara la del negociador si se tiene en cuenta la actitud brutal y reacia de éstas a hacer avanzar realmente esos diálogos, lo que ha llevado a su excesiva prolongación en el tiempo y al crecimiento de las acciones de terror y de destrucción y al aumento del número de muertos, heridos y mutilados en todo el territorio de Colombia.

Contrasta con todo esto la actitud prudente de Juan Carlos Pinzón, ministro colombiano de Defensa, quien explicó, sin lanzar insinuaciones, que fue la Policía la que identificó “algunos elementos que permiten expresar las preocupaciones que el doctor De la Calle mencionó”.

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