Impúdica victoria de Santos

Sorprendente votación aparece a favor del candidato Santos, especialmente al considerar que en este agónico período presidencial no se le conoció ejecutoria distinta que los incógnitos y prolongados diálogos de la paz; porque en los demás campos fue prácticamente nula su acción gubernamental, completamente distante del pueblo colombiano, con el que sólo se reunían los funcionarios de su gobierno, motivados por las huelgas y las protestas públicas.

Pero como no hay efecto sin causa, vimos como se motivó el electorado, en un esfuerzo monumental de todos los altos funcionarios del gobierno, ministros, gobernadores y alcaldes, por llegar a las diversas comunidades con todo tipo de ofrecimientos y propósitos futuros y no pocos engaños a través de documentos sin soporte físico, o cuando llegaban los promotores de la compra de votos, cargados de dinero, para repartir a conveniencia, según se informa desde la Costa, en donde crecieron exponencialmente los votantes a favor del gobierno, aunque por desgracia este pernicioso fenómeno también se dio en otros lugares del país, como es de conocimiento público.

Inusualmente el presidente, su familia, los ministros y jefes de Institutos, en los últimos dos meses, se dieron a la tarea de visitar frecuentemente a las diversas provincias de la república, en un esfuerzo general, unido a gobernadores, alcaldes y demás funcionarios, por lograr la reelección presidencial que les asegurara la permanencia en los cargos públicos y el acceso a los auxilios, repartos de regalías, que repartían u ofrecían por doquier, comprometiendo dichos actos de gobierno con su participación electoral a favor del candidato oficial.

No fue un caso aislado el que protagonizó el candidato a la vicepresidencia Germán Vargas Lleras, cuando exigió que se desmontaran los afiches del candidato opositor Óscar Iván Zuluaga, de las puertas y ventanas, de las casas que habían adjudicado por esos días, amenazando a sus nuevos propietarios con la pérdida del inmueble, o cuando participó en manifestación pública, el viernes anterior al debate electoral, encabezando un desfile  de proselitismo mimetizado con palomas de la paz, que eran el símbolo del candidato oficial en funciones presidenciales.

En fin, las reuniones oficiales se repitieron con  frecuencia, para exigir a los funcionarios su participación en política decidida y obligatoria, si querían contar con los giros de tipo nacional para engrosar su presupuesto oficial.

¿Y qué tal los excesos de publicidad oficial?… muchas veces malintencionada, para confundir a los adversarios y las más de las veces, con algún mensaje subliminal, otras ocasiones expresamente, para que se entendiera que había que votar por Santos, como única garantía de que el presupuesto del gobierno llegaría al pueblo, o de que la paz sólo sería posible sí el candidato Juan Manuel Santos era reelegido.

¡Que mal precedente! para la moral del país, para la imparcialidad y compromiso del gobernante, frente a futuras elecciones en donde, vistos los resultados de ahora, cuando sin escrúpulo alguno, muchos dirigentes políticos y votantes pasaron de agache todo un cúmulo  de acciones violatorias de la ley y se atropelló la democracia hasta por el Consejo Electoral que torpedeó, en varias ocasiones, la aspiración del Partido Centro Democrático.

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