¡Inflación del cien por ciento en Venezuela!

El lapidario pronóstico del FMI

Fracaso económico inapelable

Mientras que los ojos del mundo están fijados en la difícil coyuntura griega, una nación que se debate  entre el riesgo de quiebra o aplicarse a un drástico plan de ajuste y un aún más exigente cronograma de pagos a sus acreedores externos, en nuestra región el caso venezolano tiene tintes tanto o más graves que el de los helenos. No siendo desconocido que el aparato productivo del vecino país se encuentra prácticamente en estado recesivo, como tampoco nuevo que sus millones de habitantes padecen desde hace muchos meses una cada vez más marcada escasez de alimentos y víveres de primera necesidad, el diagnóstico dado ayer por el Fondo Monetario Internacional en torno de que Venezuela podría llegar a una inflación de “tres dígitos” supera los más pesimistas escenarios sobre la crítica situación allí.

Para tener una idea más clara de lo que esa predicción del ente multilateral implica basta con señalar que el propio gobierno de Nicolás Maduro había admitido que el índice de precios al consumidor el año pasado creció un 68,5 por ciento, cifra oficial que ya prendía un estado de alerta puesto que en 2013 ese indicador se había ubicado en el 53 por ciento.

El FMI también advirtió ayer que la economía venezolana se podría contraer este año un 7 por ciento, confirmando así el oscuro panorama productivo de esa nación, que al depender sus exportaciones en un 96 por ciento del sector de los  hidrocarburos, en crisis de precios internacionales desde hace más de un año, podría estar enrutándose hacia un default técnico, como lo han advertido algunos analistas locales y externos. Lo más grave de todo ello es que el horizonte de recuperación no se ve despejado ni cercano, de un lado porque pese a los llamados de Caracas por convencer a la OPEP de disminuir su oferta para presionar un alza en la cotización, esas peticiones no han tenido ningún eco, porque los grandes productores árabes se han concentrado en un pulso de rentabilidad del negocio frente a Estados Unidos, cuya participación en este mercado ha sido tan pujante en los últimos años, que ya incluso se acerca a encabezar el top petrolero. Y de otro, porque la leve recuperación del precio del barril de crudo en los últimos tres meses, luego de bordear el piso de los 40 dólares, situándose hoy por hoy en 50, podría revertirse al entrar Irán de nuevo al mercado del crudo, luego del acuerdo sobre el tema nuclear que logró esta semana con las principales potencias mundiales.

Semejante descolgada de los ingresos petroleros ha llevado al Estado venezolano no solo al borde de la hiperinflación ya advertida, sino que las finanzas oficiales están prácticamente empeñadas con gobiernos como los de China y Rusia, ya que las cifras fiscales en rojo no le permiten a ese país acceder a financiamiento rápido y medianamente barato en el mercado financiero internacional. También es evidente que medidas de choque adoptadas constantemente por la administración Maduro, en especial las relacionadas con el control de divisas y los variados tipos cambiarios, no han repercutido en frenar la desaceleración productiva, llegando al extremo de tener que comprometer ingentes cantidades del presupuesto de vigencias futuras para poder acceder a stock de productos básicos en el corto plazo.

Como se ve, más allá de la delicada situación política en Venezuela, en donde los derechos humanos y las libertades fundamentales son drásticamente restringidos por parte de un régimen acorralado por su propia inoperancia funcional, es palpable que la llamada “guerra económica” de la que tanto habla Maduro para achacarles la responsabilidad de la crisis a los sectores de oposición, en realidad la perdió hace mucho tiempo el Palacio de Miraflores ante la evidencia contundente e incontrastable de las penurias a que está sometida la población de un país cuya riqueza ha sido malgastada en experimentos ideológicos tan caprichosos como inviables.

Y si acaso le faltara algún elemento de dramatismo a la economía venezolana, baste solo con sumar la advertencia de los gremios productivos en el sentido de que la iniciativa privada prácticamente se ha esfumado de ese país y la atracción de capital extranjero es nula. ¿No es todo lo anterior prueba fehaciente de que el llamado “Socialismo del siglo XXI” fracasó estruendosamente y que los únicos que no lo entienden son algunos líderes, quienes entre el delirio y la desesperanza prefieren el hundimiento de su país a aceptar su derrota?

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