Inflación desbordada

La inflación del primer mes del año resultó más alta de lo esperado. El Niño y la devaluación afectan los precios de los alimentos. Frente a la impotencia gubernamental, preocupan sus consecuencias.

El aumento de 1,29 por ciento que durante el pasado mes de enero tuvo el Índice de Precios al Consumidor (IPC) sorprendió a los analistas de mercado (que esperaban un alza de 0,81 por ciento) y puso en alerta a las autoridades económicas. Ello se vio reforzado por el hecho de que el mayor incremento respondió, en buena parte, al alza en el precio de los alimentos (2,82 por ciento).

Según el Dane, con este resultado, la inflación total de los últimos doce meses es de 7,45 por ciento y la de alimentos es de 12,26 por ciento.

Estos guarismos implican que el nivel de precios no solo se aleja del rango superior de la meta del Emisor, sino que hacen más difícil y lento el movimiento de aquellos hacia dicha meta.

Los resultados de la inflación en lo corrido de 2016 sorprenden por varios hechos: el aumento en enero equivale a dos veces el registrado un año atrás, que fue de 0,64 por ciento; es el mayor nivel para un enero desde el 2000; y la inflación anualizada es la más alta desde 2008.

Todo esto lleva a que en un solo mes se comprometa un porcentaje relativamente alto (entre el 30 y el 40 por ciento) de las metas de inflación de 2016.

Es sabido que los alimentos constituyen una porción importante de la canasta de consumo de los hogares y muy particularmente de los de bajos ingresos. Por tanto, el mayor precio de dichos bienes tiene un impacto directo sobre el bolsillo de los consumidores y sobre sus decisiones de compra.

De allí que exista una gran inquietud sobre los efectos que el Fenómeno de El Niño tengan sobre la oferta de bienes agrícolas pues, según las estimaciones de los expertos, el mismo se puede prolongar hasta finales del primer semestre.

Regularmente, durante los primeros meses del año se presentan los mayores niveles de precios debido a una menor oferta agrícola, resultado de la reducción de las lluvias.

En esta ocasión, y como consecuencia de la presencia de un Niño muy agudo, el aumento estacional de precios se ha magnificado. Este hecho ha ido acompañado de una mayor volatilidad de las cotizaciones.

Esto en razón a que la drástica reducción de las lluvias ha afectado tanto el volumen ofrecido como la calidad de los productos. A ello hay que agregarle el hecho de que la mayor devaluación también ha impactado el precio de los bienes agrícolas importados, tanto los de consumo directo como los utilizados como materias primas en los procesos agroindustriales.

Las acusaciones hechas por el Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Aurelio Iragorri, a los supermercados en el sentido de que son los culpables de la inflación de alimentos, pone de presente la angustia que le significa a la autoridad sectorial ser víctima de las deficientes políticas públicas que en materia de producción y comercialización agropecuaria se han venido aplicando en el país.

En las actuales circunstancias, y ante la propia pasividad gubernamental frente al Niño y a la falta de acciones concretas para mejorar la comercialización de alimentos, el funcionario se siente impotente y busca que la culpa caiga sobre otros agentes.

Esta impotencia hace más preocupante el escenario inflacionario de los próximos meses y, de contera, se convierte en una amenaza para la comprometida estabilidad macroeconómica.

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