Jaramillo Panesso

Entre los personajes de Medellín, hay pocos tan versátiles como Jaime Jaramillo Panesso. Abogado y académico, político hace 40 años y fundador de organismos no gubernamentales hace 25, melómano profesional y poeta aficionado, periodista de toda la vida y cronista de ciudad, hombre público y buen amigo. Se le conoce como columnista, tanguero, activista, escritor, bohemio en otros tiempos, hombre de carácter y mesurado.

Quien quiera conocer más sobre la vida polifacética de Jaime, el doctor Jaramillo o el doctor Panesso -como se le apela diversamente- puede leer el libro que editó hace dos años Jairo Osorio bajo el título " Jaime no es billarista ", y que publicó el ITM. Ese año la ciudad le rindió varios homenajes y reconocimientos, que todavía me parecen insuficientes. Aquí yo quiero resaltar solo una faceta de Jaime, relacionada con su hacer.

Jaramillo Panesso se crió como un liberal, pero se hizo a sí mismo como un demócrata. (En este tiempo la diferencia entre liberalismo y democracia se ha vuelto notoria de nuevo.) Ese talante democrático lo llevó a la oposición durante el Frente Nacional como militante y congresista de la Anapo, primero, y de la Anapo socialista. Cuando la represión se convirtió en el signo dominante de los gobiernos de López y Turbay, Jaime fue defensor de presos políticos, y de esa manera pionero en Colombia de lo que ahora se llama "defensores de los derechos humanos".

En los años ochenta fue fundador de dos de las ONG más importantes de Antioquia, la Escuela Nacional Sindical y Conciudadanía, haciendo causa -sin incondicionalidades ni gregarismos de ningún tipo- con los trabajadores y con los débiles gobiernos locales y sociedades civiles de los municipios del departamento. Su entusiasmo con la Constitución de 1991 lo convirtió en el primer director de la campaña Viva la Ciudadanía en la región, y produjo un pequeño giro en su lenguaje: empezó a llamarnos "ciudadanos", aunque aún no éramos sujetos políticos.

Desde mediados de los noventa se percató de que la prioridad de los demócratas debía ser la paz y se convirtió en lo que Iván Orozco Abad llama un "hacedor de paz". En la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, siempre, y en la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, hasta hace un mes. Cuando su hijo mayor fue asesinado por el Frente 47 de las Farc, escribió una conmovedora columna sin el menor dejo de espíritu vengativo o justiciero, y después defendió el nombramiento de la excomandante de ese frente, conocida como Karina, como "gestora de paz", mientras otros le buscaban un patíbulo.

Todavía hoy -sin delegaciones gubernamentales de ningún tipo y sin la plenitud física de otrora- Jaime mantiene una actividad incansable construyendo interlocuciones, diálogos, mediaciones, que alivien la violencia en la región y en la ciudad. Él sabe que este trabajo es duro y que hay que hacerlo con los que matan; también sabe que es ingrato y se lo hacen sentir con frecuencia, pero ahí están su tenacidad y sus amigos para equilibrar la balanza. No sabemos en Antioquia lo que Jaime Jaramillo Panesso ha hecho y sigue haciendo por nosotros.

Editorial

Elcolombiano.com

Junio 27 de 2011

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