La arremetida guerrillera

En las últimas semanas la guerrilla de las Farc ha arremetido contra la población civil en forma generalizada y desproporcionada. Deja sin luz a la población de Buenaventura, a Campo Rubiales y al sur del país, sin agua a los habitantes de Granada y Fuente de Oro en el Meta al destruir la represa de Ariari,  destruye carreteras, asesina niños y la emprende contra  la fuerza pública en Arauca y por todo el país. A los ojos de cualquier observador desprevenido la conclusión elemental sería que quieren romper con el proceso de paz que se adelanta en La Habana;   aunque éste se inicia  sin poner como condicionante un alto el fuego y bajo la premisa de que lo que pase fuera de la mesa no interfiere en la negociación, es evidente que semejante andanada socava la confianza en el proceso y pone al Presidente de la República en la  inexorable posición de tener que dar un ultimátum como efectivamente sucedió.

Se podría pensar que se trata de una estrategia para llegar fuertes a la siguiente etapa de negociación que inicia este mes de agosto donde se tocará el punto cuarto de la agenda que tiene que ver con víctimas. Es la antesala de cada sentada en la mesa, así muestran una mayor fuerza para la negociación y no se observan tan débiles frente a una contraparte que viene ungida por el favor popular en las pasadas elecciones.

También se dice que puede tratarse de una estrategia para mitigar la entrada a la discusión del punto de víctimas, donde pensaban tratarlos como victimarios y quieren voltear la torta, como ya lo han anunciado, señalando que las víctimas son ellos.

Hay también quien piensa que lo que pasa es que se dieron cuenta de que tienen el proceso en sus manos, precisamente porque el tema de la paz fue el centro del pasado debate presidencial y el Presidente reelecto se la jugó toda en esa ruleta. No sacar el proceso adelante sería una gran frustración para el Gobierno y para el país que lo eligió y conocedores de esta circunstancia quieren apretar clavijas para obtener mejores réditos.

A lo mejor son todas estas y muchas más las motivaciones que tiene la guerrilla para su embestida de los últimos días. Son conscientes de que el proceso les ha dado buenos dividendos, pues nuevamente  ostentan una imagen  internacional, como grupo armado beligerante; han cambiado su estatus de terroristas y la opinión mundial se ha expresado en favor de la paz. Por graciosa ironía sus recientes ataques a la población civil y sus crímenes de lesa humanidad no registran ante la opinión internacional; sin embargo, juegan con candela, pues tienen un escenario con la opinión pública colombiana en contra para la discusión del punto quinto que es  bien sensible y crucial, la justicia transicional; las penas que van a pagar por sus delitos. Con esta forma de actuar nadie va a aceptar que les conmuten la pena por trabajo social y que purguen sus culpas con un saludo a la bandera.

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