La caguanización

Arranca la ronda número 15 de los diálogos de La Habana. Muchos hechos no auspiciosos se han acumulado: el escándalo por los contactos no autorizados de funcionarios públicos y particulares con las FARC en Cuba ; el alistamiento de maletas de congresistas  para ir a dialogar con la guerrilla en esa isla, el trámite de un referendo en el Congreso para avalar el acuerdo  que no se ha alcanzado en esas conversaciones ; un parte de la guerrilla muy pesimista sobre lo logrado hasta ahora; y una caída muy grande de la confianza de la opinión pública sobre lo que allí se está haciendo, además de un descreimiento general sobre sus posibilidades de éxito. Vamos por partes.

No exageran ni mucho menos quienes hablan de la “caguanización”  de los diálogos de La Habana, refiriéndose al aprovechamiento que  las FARC hicieron de la zona desmilitarizada  del Caguán.  Y es que, en efecto, la guerrilla ha montado en Cuba  toda una embajada donde recibe contactos y visitas de todo el mundo, desde los extremistas de Hezbollá hasta el reverendo Jesee Yackson, desde terroristas de ETA hasta el presidente de Uruguay, el señor Mujica. Obviamente, no podrían faltar los colombianos y colombianas amigos o simpatizantes de las FARC, entre los que se cuentan funcionarios públicos, congresistas,  y particulares.  Tanto el Procurador General como el mismo Ministro del Interior han denunciado estos hechos irregulares. Ya vendrán los nombres. Y ojalá las sanciones correspondientes.

Pero el hecho escandaloso es que Cuba se ha convertido en una zona de despeje con más garantías y menos control para la guerrilla. En el Caguán al menos había algún tipo de control sobre quien entraba y salía de allí. En Cuba no hay ninguno. Y todo eso bajo las narices del gobierno cubano y de los delegados del gobierno colombiano.  Santos se jacta de no haber despejado ni un milímetro de territorio nacional. Ni falta que le hace a las FARC. Con la anuencia de Santos las FARC tiene dos países despejados : Cuba y Venezuela, porque este último sigue siendo un santuario activo de la guerrilla donde se protegen sus principales dirigentes, ocultan y negocian secuestrados, adquieren armamento y logística, tienen corredores de movilidad, sitios de entrenamiento, y plataforma de lanzamiento de ataques contra nuestra Fuerza Pública. Igual que en Caguán, pero mucho más grande.

A rendir cuentas a esa embajada de las FARC en Cuba van a ir presurosos algunos  congresistas, que deberán explicarle a los guerrilleros en qué consiste el malhadado referendo del gobierno. Difícil y humillante misión, pues serán recibidos con piedras en las manos. Regresarán con el rabo entre las piernas. Francamente el gobierno debería ahorrarles esa  afrenta. Porque las FARC han dicho de mil maneras que no aceptan ese referendo. Porque si en un año solo se ha tramitado muy parcialmente solo uno de los seis puntos de la agenda, en unos pocos meses es imposible que se llegue a un acuerdo sobre los cinco puntos restantes.

A no ser que lo que quiera hacer el gobierno con ese referendo sea otra cosa. Como darle plenas facultades a Santos para aprobar acuerdos de paz sin ningún control y montar un “congresito” de bolsillo para que legisle y legalice esos acuerdos. Eso fue lo que dijo Timochenko que les habían propuesto muy en secreto los voceros gubernamentales. Qué miedo. La inminencia del fracaso de los diálogos, y la nula viabilidad de la reelección, puede volver delirantemente peligrosos a Santos y sus delegados.  Pero, paradójicamente, esta propuesta loca e insensata tiene mucho más sentido que la de querer aprobar unos imposibles acuerdos definitivos en el próximo mes de marzo.

En un comunicado reciente los voceros de las FARC han puesto blanco sobre negro los escasos avances de los diálogos de paz. Para el gobierno en cambio se ha avanzado mucho. Es obvia la diferencia en los balances. Como cada parte tiene una agenda distinta y no hay una agenda común, cada una evalúa el desarrollo de los diálogos a la luz de su propia agenda, y por  eso su evaluación es distinta a la del otro. Por eso para la guerrilla los diálogos hasta ahora están empezando, y para el gobierno ya están casi terminando, tanto que es urgente un referendo para avalar los acuerdos.

Las FARC han dicho que ya pusieron  sobre la mesa 200 propuestas que deben ser analizadas. Y que del primer punto falta por discutir los temas más álgidos como el fin del latifundio, los TLC´s, la política minero-energética, el reordenamiento territorial, entre muchas otras pequeñeces. Y que tienen decenas de propuestas sobre su participación en política.  Y que cualquier marco jurídico para su desmovilización debe acordarse con ellos, para garantizarles completa impunidad. Y que de entrega de armas, ni hablar. Y que sin asamblea constituyente habrá más guerra.

Por todo lo anterior, la confianza de la opinión en esos diálogos se ha deteriorado. Las  semejanzas con el  fracaso del Caguán son cada vez más evidentes: empantanamiento de las conversaciones, abusos de las FARC,  agenda  sin límites, plazos anunciados que nunca se cumplen, incremento de la violencia, incumplimiento de los pactos, advertencias de ruptura, etc.    Y como en las épocas del Caguán las apuestas ya no giran en torno a si se romperán o no las conversaciones sino cuándo. El gobierno  calcula sobre el mejor momento para hacerlo, si su referendo tramposo no cuaja, estimando que una ruptura  súbita y con cargo a las FARC le devolverá la credibilidad perdida entre la opinión y le haría subir en las encuestas.  Mala apuesta: Pastrana rompió los diálogos del Caguán unos pocos meses antes del fin de su gobierno, y todavía sigue cargando sin remedio con el descredito de unas conversaciones mal planteadas y desde el comienzo condenadas al fracaso.  Lo del Caguán fue una tragedia para el país; ahora asistimos a su repetición como comedia. Razón tenía Marx, así se repite la historia.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar