La cleptocracia del Nobel

En la cleptocracia prima el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos. Es el sistema de gobierno que tolera el presidente Santos. Un ejemplo de los últimos días lo revela Semana: “El desvío de millones de pesos en el Comando de las Fuerzas Militares, que terminaron en cuentas personales”. La revista menciona una “caja menor en la que miles de millones de pesos terminaban utilizados para fines personales de generales y algunos oficiales”. El dinero, según Semana, en lugar de destinarse a labores de inteligencia, iba a gastos particulares. Para el desfalco se inventaban fuentes que no existían a las cuales se les pagaba por información que se tomaba de internet. Esas fuentes ficticias “solo existían en el papel para legalizar la plata”. A ciudadanos venezolanos que supuestamente pertenecían a las fuerzas armadas les pagaban $20.000. Cada factura se encarecía y se convertía, según Semana, en “supuestos informes de inteligencia” por los que había que pagar “hasta $200 millones por los datos conseguidos”. Dice la revista: “Una vez desembolsado el dinero, los uniformados repartían el botín”. Agrega: “Estas prácticas mensualmente lograban recaudar hasta $500 millones, lo que arroja más de $5.000 millones por año”.

Que no venga ahora Luis Carlos Villegas con alguna baladronada. Estos peculados ocurren por omisión suya como ministro de Defensa. Si hubiera vigilado, la plata no se la roban. Que no venga ahora el Nobel con su bufonada de siempre a decir que los corruptos se pudran en la cárcel. Subió los impuestos y dejó que se los robaran. Los ciudadanos están hartos de que esquive su responsabilidad y salga siempre con el cuento gastado de que los corruptos se pudran en la cárcel, una mentira pues, salvo contadas excepciones, nadie paga diez años de cárcel.

Santos deja que se roben los impuestos en la propia Casa de Nariño. El Fondo Colombia en Paz que ahora investiga la Fiscalía funciona en la Presidencia. Es una cuenta, un fondo, una chequera y Santos no puede garantizar que los dineros para el posconflicto que se manejan en su casa se gasten limpiamente.

El presidente no roba, pero deja que roben los que lo rodean, al mejor estilo de Julio César Turbay Ayala. Un solo ejemplo: el senador Bernardo Elías. Recibió $17.900 millones en sobornos de Odebrecht. No es dinero que haya perdido Odebrecht, sino una suma que encareció los contratos de obras públicas que se pagan con los impuestos. Elías viajaba en el avión presidencial sentado al lado de Santos. Trabajó por la reelección de Santos en el 2014. Fue el segundo senador con más votos del partido de Santos. Elías decía: “Al presidente lo considero mi amigo. Es amigo de mi familia, de mi tío, y lo conocemos perfectamente”. Santos defendía a Elías y a Musa Besaile: “¿Ellos han hecho algo que la justicia les reclama? ¿Han hecho algo indebido? Si se han robado un peso que se pudran en la cárcel, lo he dicho mil veces. Ellos son del partido, claro que recibo el apoyo”. Santos emula con Turbay, pero a nadie se le ocurrió concederle el Nobel de la Paz a Turbay.

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