La democratización de la corrupción y el karma de Santos

"A este país lo que verdaderamente le está haciendo falta no es plata (…) sino una profunda reconquista de la moral en el sector público y en el sector privado (…) Estamos presenciando el crecimiento de una generación sin fronteras morales, sin valores ni principios éticos".
(Guillermo Cano Isaza) / En su Libreta de Apuntes, 12 de enero de 1986, Asesinado

"El Régimen necesita que la política sea sucia porque es la manera de conseguir la amplia gama de complicidades que se necesitan para mantener su predominio".
Álvaro Gómez Hurtado, Asesinado

"La corrupción, ciertamente, no puede considerarse como una calamidad natural de un país (…) La corrupción constituye una dolencia moral de una sociedad (…) Los colombianos no parecemos tener consciencia de ello y hemos elegido y reelegido para las más altas posiciones del Estado a políticos corruptos y si por rara excepción la justicia ha logrado por algún tiempo privarlos de su libertad, cuando la recobran, ya hemos olvidado sus delitos y sus seguidores los reciben con aplausos y ¡hasta los alzan en hombros como a los héroes…!"
Germán Puyana García

Seguramente desconocía Don Guillermo Cano un aspecto del padre de la patria, Santander, de quien heredamos sus marrullas cuando le escribía a Bolívar: “Basta por ahora: entretenga usted la guerra seis meses y yo le ayudaré superabundantemente con lo que le pediré al congreso. Con leyes que me escuden hago yo diabluras.” (Escritos Sobre Santander. Pág. 226. Horacio Rodríguez Plata y Juan Camilo Rodríguez. Biblioteca de la Presidencia de la República de Colombia, 1988.) (¿El ‘fast track’ de Santander?)

También olvidaba Don Guillermo que el Palacio de Justicia que ostenta la fundacional máxima santanderista de nuestro sistema de justicia ("Colombianos las armas os han dado la independencia, pero solo las leyes os darán la libertad. "Congreso de Cúcuta, el 30 de agosto de 1821) fue incendiado por unos terroristas negociantes en trance de liberar a Colombia y el ex congresista Pablo Escobar quien consideraba que el perfeccionamiento del bandido pasaba por la escuela de la cárcel.

Por lo que lo anterior no sé si pertenezca a nuestro karma nacional que ahora se repite como sainete para democratizar la corrupción mediante la risa, o debates con la algarabía e insultos de Claudia López. (W radio, Marzo 14, 2017. Espacio con Vicky Dávila) Pues la corrupción sencillamente se banaliza como una telenovela diaria; o se inmortaliza con la sincera confesión de un ex presidente: "Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones."O desde un ministerio se convierte en tendencia de receta política como mermelada. Y no pasa nada. Porque si el acto de corrupción es de estrato seis o presidencial, habrá un buen negocio de audiencia y lecturabilidad; la otra, no vale la pena, es la ‘normal’.

Por eso cuando El Tiempo pregunta Cuánto cuesta una campaña para al Senado y nos enteramos que oscilaba entre 400 y 12.000 millones, la de 2014, nos vamos a dormir. Pero yo no lo hice la noche que me atropelló esa lectura y me pregunté: ¿por qué si según el estudio las campañas sobrepasan los topes asignados, solamente se indaga en el asunto cuando surge Odebrecht? También me pregunté por qué si cuestan tanto y los que se lanzan no son multibillonarios como Trump, o poderosos, y tienen que hacerlo con recursos propios o donaciones de empresas privadas, para después ser cuestionados por cada peso ¿qué ganan?; por lo que me admiraba también de cuál sería la motivación fundamental de semejante negocio tan malo. Esa noche llegué a la conclusión de que no quería ser congresista, pues es de hombres inteligentes no hacer malos negocios. Pero también hay que celebrar y reelegir, si trabajan, a los senadores que son honestos, se esfuerzan, y no están en el Senado para enriquecerse con la función pública y que como el General Alberto Ruiz Novoa ojalá algún día digan con orgullo: "Las Fuerzas Militares (y la patria) me dieron los más grandes honores. Lo único que no me dieron fue plata.”

Hacer estas observaciones es políticamente incorrecto, pero brutalmente honesto y necesario. Y si queremos hablar en serio sobre la corrupción ¿por qué a Turbay no se le ha hecho un juicio histórico por cohonestarla conceptualmente desde la presidencia y decirlo sin sonrojarse? Debido a que semejante herejía jamás se confrontó hemos venido dejando pasar, como si nada, el siguiente decálogo de mentiras de lo que dijo Santos en su alocución del 17 de marzo de 2015. No hacerlo es lo que lleva a la democratización de la corrupción, a la práctica del cinismo político que pone a decir a la gente, con el escándalo de Odebrecht, aquí no pasará nada. Dijo Santos y hemos venido observando:

1. “¡Aquí no hay intocables! No podemos tolerar -¡y no vamos a tolerar!- el mínimo indicio de corrupción entre quienes detentan las mayores jerarquías de la Justicia o cualquier otra rama del poder”. Por eso su amigo Prieto tiene que pagar ahora la supuesta ‘ceguera’ del presidente para no ver los elefantes de su campaña. Según Datexco 70% de los colombianos no le cree. Por lo que la presunción de estupidez del pueblo colombiano, se cae.
2. “Y así es como debemos tratar a los corruptos: ¡como traidores a la Patria!” No sé si los artículos 455 y 457 del Código Penal en relación con los contenidos del Acuerdo de Paz puedan relacionarse con actos que afectan la naturaleza soberana del Estado colombiano. La JEP es uno de ellos. Ese sería un proceder de traición a la patria.
3. “No podemos ni vamos a dar un salto al vacío”- sobre la Asamblea Constituyente propuesta de las FARC. (El salto al vacío ya lo dio con el Acuerdo Final habanero.)
4. “Porque la ética -que a nadie le quepa duda- sí tiene mucho que ver con el Derecho, con el buen gobierno y con todo el funcionamiento del Estado”. (Valdría la pena que el lector le echara un vistazo al Código de Ética de la Presidencia de la República y comparara con la realidad.)
5. “¡Aquí no se persigue a nadie políticamente! Esos tiempos no volverán a Colombia.” (¿Qué dirán Andrés Felipe Arias y Luis Alfredo Ramos?)
6. “Vamos a garantizar que todos los altos funcionarios del Estado sean investigados y acusados debidamente cuando cometan una falta”. (¿Y los amigos? ¿Y los amigos de los amigos involucrados en Odebrecht?)
7. “Vamos a corregir y hacer más eficiente la administración de justicia”. (¿Es la JEP una corrección?) 
8. “Al que se porte mal hay que sacarle tarjeta roja”. ¿En dónde está la tarjeta roja de Juan Manuel Santos?
9. “Hay que romper, de una vez por todas, el cordón umbilical entre la política y la justicia, que tanto daño ha hecho. Esa es tal vez la mayor falencia”. (Repasar el artículo de Semana: “Reforma a la Justicia: Todos quedaron mal)
10. “En adelante la meritocracia debe ser el procedimiento para seleccionar a los magistrados, y que sean las propias cortes quienes los designen, sin consideraciones políticas ni partidistas.” ¿Quiénes fueron los participantes del concurso de meritocracia para elegir la terna que incluía al actual Fiscal General, según lo prometió Santos? 

Después de conocer el desconocimiento del plebiscito, el abuso del ‘fast track’, el escándalo de Odebrecht y la verdad a cuenta gotas de Prieto, la ‘patraseada’ del Fiscal, su VERGÜENZA PRIVADA al aceptar algún bienintencionado consejo para que no tocara a Santos, los ruegos inútiles de la mesa de trabajo de la W para que los implicados cuenten la verdad, el inútil llamado de la ANDI, no sé si nos hemos dado cuenta que estamos ante la impudencia, la obscenidad descarada y la falta de vergüenza a la hora de mentir y de defender acciones que son condenables y que están a la vista de la opinión pública, por lo que me atrevería a decir que estamos presenciando la entronización del CINISMO COMO CONDUCTA POLÍTICA, CARACTERÍSTICO DE TODA DICTADURA. Estas no se caen con marchas, sino con un paro nacional de la industria, la banca, el comercio, los gremios y un gobierno de salvación nacional. La misma receta de Santos contra Samper. 

Por lo que toda la carreta de Odebrecht puede dar para las historias de Poncho Rentería consignadas en la historia inmarcesible de lo absurdo posible. De ahí que si además de hablar en serio queremos hacer algo preguntemos entonces ¿por qué en Colombia la corrupción ha llegado a ser el género literario del relumbrón momentáneo y no la meditación y acción radical de los honestos? De ahí que un colombiano anónimo haya dicho: "La clase alta compra jueces, la media al tránsito y la baja puestos en la fila; cada quien es corrupto en la medida de sus posibilidades"; y ‘eso’ se nos haya hecho ‘normal’. Como es ‘normal’ que Samper trine cínicamente: “En el día internacional contra la corrupción, la mejor medida contra la corrupción es el buen ejemplo de los gobernantes” (2011) "El precio de la verdad en el caso Odebrecht no puede ser la impunidad de los que ofrecieron y pagaron las coimas en cada país."(2017) Por eso el General Harold Bedoya era profeta cuando dijo: "El gobierno de Ernesto Samper] era un gobierno ilegítimo, porque los dineros del narcotráfico se habían utilizado para llevar a la presidencia a Samper y después el Congreso lo absolvió. Ahí murió la justicia. Por eso la justicia está muerta; la justicia se murió ahí, porque con todas las pruebas, con toda la plata que se cogió, con todo lo que se supo, no le pasó nada al señor. Y ahí anda, todavía, de pontífice".

¿O por qué la CSJ no llamó a aclarar la frase de López Michelsen: “Las grandes fortunas de Colombia tienen su origen en la contratación pública, “y quien fuera además el primero en hablar de ‘la industria del secuestro’? ¿Y será que por influencia de su reverendo hermano Francisco, Carlos Vicente de Roux se haya retirado del Concejo de Bogotá cuando se dio cuenta de que "La tolerancia con la corrupción ha sido un requisito para jugar con éxito en las grandes ligas de la política nacional? Triste decirlo" y escribirlo en este artículo. Por lo que siempre me he preguntado a quién le hablaba el cura guerrillero Camilo Torres Restrepo cuando decía: "La sociedad colombiana en su mayoría es católica, en cuanto cumple con el culto: bautismo, confesión, comunión, matrimonio, entierro, misas, extremaunción, procesiones, novenas, y escapularios, pero desconoce la doctrina cristiana”. ¿Qué doctrina cristiana lo llevó a empuñar las armas? ¿No es acaso la tergiversación del Evangelio la corrupción más peligrosa en la que ahora se ampara el ELN para poner a la sociedad de parapeto? ¿Y a quién conoce y no denuncia el Procurador Carrillo cuando dice: "La corrupción es el peor enemigo de este país, más que la guerra. Vamos a vencerla, porque ser corrupto en Colombia dejará de dar estatus"?.

En este panorama nos podemos preguntar cuáles son las causas de la corrupción, divagar, proponer. La gente a menudo piensa que está a merced de la corrupción y que es solo un «modo de vida». El Papa Francisco ha dicho: “Poco a poco nos acostumbramos a oír y a ver, a través de los medios de comunicación, la crónica negra de la sociedad contemporánea, presentada casi con un perverso regocijo, y también nos acostumbramos y convivimos con la violencia que mata, que destruye familias, aviva guerras y conflictos.” Ese ‘perverso regocijo’ ¿qué es? La perversión del pensamiento y el sentimiento; el primer paso de la corrupción.

Un ejemplo dramático lo viví hace años cuando era docente en un colegio de prestigio. En una feria de ciencias en donde había una exhibición de aviones, se me acercó un jovencito de 12 años que me dijo de la manera más natural: “Profe, cuando sea grande y me vuelva narco, voy a comprarme un avión de esos.” Solo atiné a decir: “No digas tonterías; tú estás para cosas mejores.” Para él era natural la manera como pensaba; expresarlo, una ingenuidad perturbadora. Y me di cuenta que, de alguna forma, no estábamos educando para evitar la perversión del pensamiento; una tragedia. Pues ¿se puede de verdad ser un demócrata, si el pensamiento es perverso? De alguna forma las citas presentadas, recopiladas en la página web “Frases inmarcesibles de colombianos” representan la gama de la perversión disfrazada de literatura, chascarrillo, agudeza, poder que cubre los ámbitos de la burocracia, el clientelismo, conflicto armado, congreso, corrupción, democracia, estado, Farc, fútbol, narcotráfico, paz, paramilitarismo, periodismo, etc. Con esas frases y observaciones ciertamente la perversión sublimada tiene presentación en sociedad. Pero cuando esa perversión se aplica a la relación con los otros y nos golpea como corrupción, ya es muy tarde.

Porque no hemos entendido que esa perversión de estrato seis, una actitud subjetiva cercana a la enfermedad, es la que se puede entender con la de menos categoría social que se llama violencia, engaño político, guerrilla, mafia, oportunidad de desquite histórico, negocio torcido. Y la confusión social creada por el pensamiento perverso es de tal magnitud que ante nuestros ojos puede haber un drama y no saber dilucidar para encontrar el camino correcto, como es el caso Odebrecht. Esa incongruencia es creada por lo que se llama el producto estrella del pensamiento perverso: el lavado de cerebro mediante la desinformación llevado a cabo por los medios, que corrompe la verdadera democracia. Por eso quizá deba uno pensar sin prejuicio sobre el inmenso desencanto y desprecio de cierta clase de periodismo cuando Alejandra Omaña la periodista cucuteña que se convirtió en actriz porno, dijo: “Me parece más honesto hacer plata con el porno que con el periodismo."

Por otra parte cierto destino burletero nos cobra a veces con la misma moneda lo que hemos hecho. Si el lector repasa el capítulo “Días de conspiración” del libro de Carlos Castaño “MI Confesión” comprobará las reuniones de Juan Manuel Santos con Álvaro Leyva, representante de las Farc, para derrocar a Samper. Lea usted:

“Comandante Castaño debemos comenzar zanjando odios entre la Autodefensa y la guerrilla porque si no nunca cabremos en este país. Pienso que podemos obtener tal fin por medio de una antigua relación que poseo con las FARC en mi condición de académico y que he sostenido por el bien del país. Podemos conformar un equipo donde quepamos las FARC, la Autodefensa y un grupo de colombianos con ideas importantes. El objetivo consistiría en re estructurar el Estado y pedirle al presidente que se aparte como condición para lograr la paz en Colombia. Al segundo encuentro arribó con el actual ministro Juan Manuel Santos Calderón y su periodista Germán Santamaría, el esmeraldero Víctor Carranza, Hernán Gómez Hernández. Interrumpí de nuevo a Leyva y le dije: “Si se cae el presidente Samper ¿a Quién montamos? ¿Quién lo remplazará? ¿Qué tan largo será el vacío de poder?”

Leyva respondió: “El día que se publiquen los comunicados de las FARC y las Autodefensas, Juan Manuel Santos Calderón solicitará que el presidente se aparte de su cargo. Los grupos armados expresaran su voluntad de que el doctor Santos lidere el proceso de paz y adelante la Asamblea Constituyente” Esta conspiración fue de conocimiento público, pero la corrupción la acalló.

Pero vemos también que la conspiración de Santos contra Samper que lo llevó a escribir “Cuando no se puede gobernar” el 1º de marzo de 1996, SE HAN CONVERTIDO EN PALABRAS QUE EL KARMA LE DEVUELVE, cuando le decía a la opinión pública:

“El problema de fondo, el que realmente afecta su capacidad para gobernar, es que perdió la credibilidad. Cualquier cosa importante que proponga el Gobierno, así lo haga con las mejores intenciones, será interpretada como una nueva cortina de humo u otro burdo intento de comprar apoyo político…Al perder la credibilidad; al no poder liderar por el ejemplo y la persuasión, es necesario acudir a otros procedimientos para mantener la capacidad de gobernar. En otras épocas se imponían los regímenes de terror. Hoy se compra el apoyo necesario…El Presidente dijo que renunciaría si la gobernabilidad del país se complicaba…El propio director de la Federación de Municipios denunció que la Red de Solidaridad se convirtió en la chequera del Presidente para comprar apoyo. Los contratos, las frecuencias de radio y televisión, en fin, todo el poder del Estado volcado en función de darle oxígeno a un gobierno herido de muerte.”

Quizá duela lo que digo y cito sobre nuestra idiosincrasia que permite que todo se vuelva farándula porque los organismos de control y justicia están plegados al gobernante. Pero creo que es solo mediante una honestidad radical, sin lloriqueos, que podremos volver a encontrar el camino perdido, un ejercicio necesario que antecede a la esperanza de una verdadera paz, sin olvidar, que de un modo u otro, toda corrupción se paga tarde o temprano con lo que más duele: el bolsillo, la honra, el respeto de los otros, la vida. A no ser que hayamos renunciado a todo eso y estemos inscritos en el elitismo del cinismo de clase, condenados a la soledad de nosotros mismos que se reflejará en el triste y trágico paisaje de nuestra vida, sin saber por qué algo ‘misterioso’ llamado justicia inmanente nos castiga.

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