La destrucción del bosque

Las tasas de deforestación son una vergüenza y comprometen el futuro de los colombianos. Hay que actuar con creatividad, celeridad y firmeza para contener la tala.

Aunque 7.718 hectáreas deforestadas es una cifra alta, adquiere mayor relevancia y preocupación al saber que han sido taladas en un símbolo del país: los Parques Nacionales.

El estado de la deforestación 2014 presentado por el Ideam pone el dedo sobre una de las llagas de la realidad colombiana: se talaron 140.356 hectáreas, un aumento de 16 % con respecto a 2013.

Los bosques y sus servicios desaparecen a un ritmo vertiginoso. En 25 años se han talado 5 millones de hectáreas por actividades diversas, con mayor participación de la ganadería extensiva y la potrerización para darle, según creencia de colonos y finqueros, mayor valor a la propiedad, con segundo lugar de los cultivos ilícitos y la minería ilegal.

No hay jurisdicción que escape a la depredación. Caquetá, Antioquia, Meta, Putumayo y Chocó, departamentos con riqueza biológica indiscutible, encabezan el listado de los que más bosques han perdido, sumando el 65 % del total.

En Antioquia se talaron 21.032 hectáreas. En 2014 la deforestación aumentó 47 %, concentrando el 15 % del total nacional. La mayor tasa en los municipios de la jurisdicción de Corantioquia y dentro de estos sobresalen Remedios, El Bagre y Segovia, zonas de activa presencia de minería ilegal.

La región andina representa el 17 % de la deforestación, región que investigadores internacionales han señalado como uno de los puntos del planeta con mayor pérdida de biodiversidad.

Las cifras son preocupantes. No solo se pierden valiosos recursos, sino que como ha enfatizado Germán Poveda, científico del Panel Intergubernamental del Cambio Climático y de la Universidad Nacional, se altera todo el ciclo hidrológico, afectando el caudal de los ríos y el clima local y regional aumentando a la vez la temperatura.

Colombia se comprometió en la Cumbre de París, la COP 21 que finaliza hoy, a reducir la deforestación a cero en la Amazonia a 2020, pero para el resto del país, donde están las mayores tasas, no hay compromisos concretos.

La situación deja en claro varios aspectos. Uno, que las Corporaciones Autónomas no han logrado contener la pérdida de bosques. Se necesitan estrategias novedosas y ágiles para hacer frente al negocio de la madera ilegal, una larga cadena con numerosos intermediarios y negocio de salvoconductos, que se mueve más rápido que el accionar oficial.

Una de esas estrategias podría ser fortalecer el programa del Banco2 que desarrolla Cornare para pagarles a los campesinos por cuidar el bosque de sus fincas.

Urge dotar al Sistema de Parques Nacionales de un mayor presupuesto, acorde con el tamaño de los parques y santuarios. Mientras crecen las áreas protegidas y el compromiso también en Francia es el de proteger otros 3,5 millones de hectáreas, el Sistema no alcanza a cuidar lo que ya está reservado, quedando a merced de los depredadores y extractores de recursos.

Es necesario además establecer con celeridad planes de protección y uso del bosque para las áreas boscosas por las que pasarán las nuevas vías de la prosperidad, como en la Serranía de San Lucas, uno de los reductos boscosos de alto valor que quedan en el cual Antioquia posee una fracción.

Las tasas de deforestación son una vergüenza. Hay que actuar con imaginación y firmeza antes de que sea tarde. Un país tropical y biodiverso como el nuestro sin bosques, compromete su futuro.

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