La diatriba del sentido común contra la ociosidad intelectual

Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda.

Jean de La Fontaine (1621-1695) Escritor y poeta francés.

Yo admiro al hombre que puede sonreír ante los problemas, que puede sacar fuerza de la desgracia, y que en la reflexión crece en valentía. Es característico de las mentes pequeñas encogerse, pero aquél que es firme en su corazón, y cuya conciencia aprueba su conducta, persevera en sus principios hasta la muerte. Thomas Paine

¿Por qué hablo del sentido común que está desapareciendo? La independencia de los Estados Unidos comenzó con la argumentación de Thomas Paine vendida y distribuida a lo largo y ancho de EE.UU. y que se conoció como: ‘El sentido común’. Abogó por la independencia de Gran Bretaña de manera clara y persuasiva, con argumentos morales y políticos para buscar un gobierno igualitario y justo. Su panfleto fue leído en voz alta en tabernas y lugares de reunión. Debido a la influencia que ese pronunciamiento tuvo sobre la independencia de ese país, sigue siendo el título estadounidense más vendido de todos los tiempos, y aún se le encuentra impreso hoy en muchos idiomas.

Hago referencia a ese documento histórico porque me pegunto: ¿Por qué hay tantas estupideces en nuestro país y la gente no actúa? Porque el sentido común que está vigente en los conocimientos, creencias compartidas por los colombianos con actitudes que consideramos prudentes, lógicas, válidas, es decir, nuestra capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable, sin misterios ni interpretaciones rebuscadas, ha cedido su lugar a los opinadores de los medios, los especialistas académicos, los fantoches de moda que generalmente están al servicio de otros intereses, pero nos quieren meter el cuento de que son ‘profesionales independientes’. Es decir, la gente pensante real, que somos todos, ha delegado la más preciada libertad del hombre: pensar por sí mismo y actuar.

Considerando lo anterior, al celebrar el año del Bicentenario de la Independencia, con esperanza noto en El Tiempo unos síntomas saludables sobre el ejercicio del sentido común en: “Dios el aliado de la república” cuando leo: “Desde los sermones se justificó la independencia”; y en el 2019, doscientos años después, en: “Juanita Goebertus o el centro -centro” constato que los jóvenes se sacuden la enjalma de la servidumbre ‘político electoral’ cuando se trata de construir, no de tragar, acuerdos en beneficio de Colombia.

Por lo tanto, las siguientes reflexiones sobre el sentido común, vienen a cuento con la estupidez de un periodista que algunos leen como lo último en guaracha. Daniel Samper Ospina promueve un ‘referendo’ contra Uribe para que se retire de la política. Eso se llama ociosidad intelectual, muy diferente a la pertinencia de la gente que escribe con seriedad y propósitos claros en beneficio de todos.

Por ello, si tuviéremos en cuenta el sentido común, le recomendaríamos al humorista que leyera la LEY 134 DE 1994 (mayo 31) por la que se dictan normas sobre mecanismos de participación ciudadana y no le hiciera perder el tiempo a muchos incautos con lo que en realidad es una burla. El sentido común dictaría que ningún medio le prestara atención a DSO, pues sería como pararle bolas al rebuzno de un burro en las redes. Pero alguien tiene que disciplinar a los burritos juguetones.

Habitualmente los moralistas dicen que la ociosidad es madre de todos los vicios, pero hay personas que son más consumidoras que otros de una ociosidad de renombre; unos que duermen todo el día sin ver la luz del sol y se ufanan de ello recibiendo a las visitas en bata y pantuflas; otros viven ocupados en planes políticos que nunca logran nada; están los jardineros de rosas, jefes de la mafia, que se jactan de su sensibilidad para evitar lo que realmente deben hacer: buscarle las espinas a su conciencia. A otros se les da por reparar lo irreparable, por ejemplo, convertir a un comunista, ya que están los eternos ociosos de las reformas de la vida porque a muchos les pagan por esa utopía. ¿No va todo eso contra el sentido común?

Así mismo, muchos vagos de la política han matado acaudalados burgueses para volverse ricos y salir de la pobreza; y han descubierto, en la holgazanería del poder mal habido, o el tiempo y el dinero de los otros, las cargas más pesadas de la vida; que el más infeliz de todos los mortales es aquel que tiene más de lo que sabe usar constructivamente. Para liberarse de esas incomodidades existenciales, ese nuevo rico irresponsable, es decir, el que no sabe cómo se obtiene el dinero con el trabajo duro, se va al África a cazar elefantes y se rompe la cadera; otro se larga a Paris a enfermarse de sida; el más juicioso incansablemente repara su casa con múltiples arquitectos buscando cambiarse a sí mismo; otro compra una curul en el congreso para no hacer nada; los más astutos se vuelven comerciantes de un arte que no entienden; hay quienes persiguen perros que persiguen conejos en su bosque privado; los que cazan hombres; otros se dedican a cultivar tulipanes y claveles, escuchar pájaros, ver morir a las ballenas, viajar a países desconocidos para no entender nada y admirarse de que no entienden. A esos yo los llamo los desocupados de la conciencia que están irremediablemente jubilados y no lo saben, siendo así los peores patéticos de la riqueza, los ricos irresponsables. ¿Qué les falta a esas personas?

Porque los jubilados de verdad tienen la aventura real de estirar la mesada, conseguir los medicamentos celestiales; es decir, que están por las nubes; no morirse en una fila, etc., y vivir con dignidad.

Por todo lo anterior, las personas de sentido común no le paran bolas a Samper Ospina, porque todos sabemos que a muchos torcidos no les conviene que Uribe los cuestione con pruebas y argumentos. Me pregunto qué tanta suscripción le cuesta a la Revista Semana ese llamado al referendo de marras. Además, el periodista no entiende, porque le falta sentido común, que Uribe tiene una relación con los colombianos, por ser quien es. Otros políticos sostienen convenientemente un descartable interés electoral o de conveniencia. Por estas razones, todos sabemos que de una relación uno NO se jubila; se mantiene o se divorcia. Cada quien, si es una persona madura, es decir, responsable y señor de lo que piensa, siente y hace, libremente escoge amar, odiar, separarse o ser indiferente acerca de esa relación personal o política. Los del Partido del Sentido Común somos así.

Debido a lo anterior, no me sorprendió que 20.000 personas desearan que Uribe se retirara de la política para que el corazón de Danielito se derritiera como un helado de Crepes & Wafles con sabor a sudor, balón y frutos futboleros cuando un sábado Colombia le gana a Argentina, en compañía de los amigos, algo posible pero lejano por aquello del coco de Messi que lo tuvieron controladito. Esos ‘fans’ del retiro de Uribe podrían ser los integrantes del Partido de la Pantera Rosa, pero no los admitiríamos en el PSC. Porque ese ‘deseo de felicidad’ que el mamagallista le pinta al Gran Colombiano, es algo inconsciente del reconocimiento que Samper querría para sí. ¿Pero no es acaso lógico siendo DSO quien es?

Y pensando con sentido común sobre la jubilación de Uribe, aunque se vaya del congreso ¿Quién carajos se puede retirar si necesita guardaespaldas? Seguramente Danielito cree que su retiro, como el de Uribe, sería igual. No. Daniel el travieso ¿querría retirarse para no tener un jefe que lo pueda botar? Eso es lógico, pero no pasaría con Uribe, pues… ¿quién lo botaría de la inmensa mayoría del corazón de los colombianos que somos los campeones del sentido común y no nos dejamos joder por los aliados de la Pantera Rosa?

Dicen que el retiro es una nueva libertad; pues los colombianos le agradecemos a Uribe que siga luchando por la verdadera libertad, ya que la del retiro es la ‘libertad’ simbólica de una oficina, para pasar a las dependencias de cualquier EPS en donde no se compadecen de los jubilados.

¿Por qué DSO no sabe de sentido común en relación con Uribe? Los vacacionistas del retiro forzoso del barrio donde vive Danielito se van a jugar golf al CC (Country Club) con hándicap y todo para ganarle a Tiger Woods, lo cual es una ilusión. Pero los palos de golf que le gustan a Uribe son aquellos con los que les da por la cabeza a los malos periodistas y sus enemigos, por lo que, si sabe jugar golf, no lo haría, ya que, como es un deporte de ricos, se le vería mal a un expresidente y senador porque eso de que algo se juegue ‘rico’ se confunde con ‘mermelada,’ en vez de asociarlo con un ponqué Ramo.

Teniendo en cuenta el sentido común, Uribe le recomendó a Santos que no se dejara ver jugando golf; este no le paró bolas y prefirió salir en calzoncillos sentado en un banquito, haciendo el ridículo, y por eso anda como anda, desprestigiado, por ‘jugar golf’ con las Farc en La Habana con el ‘coaching’ de Fidel Castro. De ahí que produjeran un acuerdo sin sentido común.

El retiro con el que sueñan muchos como ‘Espina Samper’ es el de no tener responsabilidades, además de no trabajar, ganar dinero y joder. ¡Ese es el inconsciente deseo de muchos zánganos ricos y senadores! Pero Uribe no es de esos. Por el contrario, el consejo que Uribe nos dio a los colombianos, si queremos tener un buen y verdadero lugar de retiro fue, y es: ¡Trabajar, trabajar y trabajar! Es decir, algo de sentido común. Pues para quienes han descubierto en una íntima dignidad, la relación con Dios, que muchos no conocen, trabajar desinteresadamente por los otros, especialmente amando la patria, no es una maldición, sino alegría. Y Daniel Samper Ospina no conoce ese escondido jardín de una misteriosa finca que llevamos dentro de nosotros mismos, que no se disfruta con cualquiera, sino en la compañía de ‘El Mejor Maestro y Amigo.’ De ahí que la única finca que DSO conozca es la de Semana.

En otras partes, en donde se valoran las canas, es decir, la materia gris, la experiencia, no cantan la canción de Piero, ‘Viejo, mi querido viejo,’ en el día del padre, sino que promocionan los productos para lucir un hermoso cabello gris o plateado y la tecnología; es decir, viejo es quien no quiere aprender; porque el trabajo duro lo hacen los robots; el trabajo pensante lo hacen los que saben; los viejos, ‘viejos’; y ciertos jóvenes que por su pilera parecen ‘viejos’, es decir, sabios. ¿Por qué Uribe invita a ciertos ‘jóvenes’ a debatir y le sacan el cuerpo? Porque tienen sentido común. Pero quienes aceptan el reto pretendiendo corcharlo se quedan con los crespos hechos porque les falta sentido común. (Oigan la entrevista de Uribe con los ‘tigres’ de la W Radio el 14 de junio de 2019 “El referendo a la JEP no es nuestro, pero yo firmaría varios puntos: Álvaro Uribe”)

¿Quiénes son entonces viejos e inservibles? ¿Los expresidentes que se tragaron el cuento de que solo servían de adorno como un mueble de museo? Esa es la maldición, o el embrujo mamerto para que Colombia quede en manos de los avivatos para engañarnos con el cuento de que Uribe solo representa una curul en el congreso, un puesto de trabajo político que puede ser remplazado. El sueldo sí; el cerebro no.

Por otra parte, no sé si Uribe le escuchó alguna vez el consejo de la abuelita Sofía Loren quien decía: “Hay una fuente de juventud: es tu mente, tus talentos, la creatividad que traes a tu vida y la vida de las personas que amas. Cuando aprendas a aprovechar esta fuente, realmente habrás vencido la edad”. Es decir, los que no tragamos entero somos del Partido del Sentido Común.

En relación con lo anterior ¿Quién ha dicho que la satisfacción de la jubilación que viene en esas actividades cotidianas que abrazan la alegría de la vida; como experimentar diariamente la libertad de invertir el conocimiento útil para el mejoramiento de los demás; no es acaso esa realización mucho mejor que dedicar tiempo a actividades o cosas que solo reciben un momento fugaz de atención privada que nadie recordará? Porque, lo piensen muchos o no, Uribe nació y se preparó para ser un hombre público de servicio y utilidad para todos. Y por ser representante del sentido común lo apoyamos.

Ahora viene una reflexión para el desocupado periodista: ¿En vez de Samper Ospina preocuparse por el retiro de Uribe más bien por qué no se entromete en las posibilidades de su propia longevidad para vivirla en paz de conciencia? Porque esa es una de las ventajas o suplicios del jubilado: ¿Cómo estructura el tiempo que le queda con algo significativo que no logró en los largos años de su pasado? Porque la soledad y la vagancia para estar pendientes de la vida de los otros tiene sus propios juicios inesperados. ¿O no?

Y agregándole a lo anterior ¿Por qué Uribe está en el corazón de muchos colombianos? Si no se han dado cuenta, nos ha enseñado la dignidad de amar a Colombia, la patria, de la que muchos se avergüenzan; y esa enseñanza le ha costado poner su vida en peligro. Cuando nadie daba cinco centavos por este país; cuando los amos del dinero y los negocios le sacaban el rabo porque supuestamente era inviable; cuando muchos se avergonzaban del pasaporte en los aeropuertos, entonces llegó Uribe y el mundo vio que estaba contribuyendo mediante un gran esfuerzo para sacar nuestro terruño adelante. Ahí muchos empezamos a entender que si a Uribe se le ponía atención en el extranjero, y se le invitaba a foros del más alto nivel, era porque SE LE RESPETABA Y RESPETA. ¿No es acaso el respeto algo de sentido común para quien trabaja honestamente y logra lo que se propone?

Por lo que es conveniente decir que muchos no han ENTENDIDO que la dignidad es el resultado de la autenticidad que es el derecho de una persona a ser valorada y respetada por su propio bien y a ser tratada éticamente. Experimentar esa distinción en cabeza de un jefe de estado, un representante del país, cada colombiano que pisa suelo extranjero y regresa orgulloso es de importancia vital para la moral, la ética, el derecho y la política de un país como la primera realidad inalienable de lo que le es debido a cualquier ser humano: el respeto y ejercicio de sus derechos humanos. Y con esa gratitud el deseo de cumplir sus deberes. Pero esos derechos y deberes no se pueden quedar en lo abstracto, sino que esta sociedad desorientada anhela ver y conocer personas que se comporten con dignidad cumpliendo lo que les toca. ¿No sería ese un propósito de sentido común?

Por ese motivo, un mamagallista como Daniel Samper Ospina, cuya profesión es irrespetar, no entiende lo que significa la responsabilidad de ser un casi extinto ícono del respeto: Uribe. De ahí que quiere que desaparezca, para ser él, Samperito, el primero entre sus iguales haraganes. ¿Apoyar a Samperito es cosa de sentido común?

Sin embargo, no sé si a la sombra de un prestigio periodístico una voz ociosa pueda convertirse en un clamor que retumbe en los cerros bogotanos hasta hacer estremecer al Señor de Monserrate; o que Samperito tenga que invocar a la diosa protectora de la ociosidad, Santa Pereza, para acertar en materia tan sublime como es el sentido común para que los humanos bípedos admirados cantemos en coro: ¡Lo que vale la voz de un ‘intelectual’ ocioso dada a tiempo sobre el retiro de Uribe! Porque ese bostezo político en el Congreso de los bien pensantes, que no dejamos que nos pongan la cincha de los asnos, ese bostezo político, digo, bien vale un análisis de su ronquido sobre los 20.000 voticos de DSO.

¿En dónde está ese sonido bronco que define a la persona verdaderamente dolida con una injusticia como lo pretende DSO con la presencia de Uribe en el Congreso? Yo no leo, ni percibo en sus reclamos, los altos tonos morales, ni el fuerte estilo convincente de una persona justamente cabreada que inspire miedo, respeto, o dignidad. Porque la persona ultrajada trabaja denodadamente para resarcir el daño; pero Samper sencillamente mama gallo; ese es su oficio como el payaso de un circo. ¿Quién podría respetar entonces esa ociosidad para infundirles seria reflexión a los mortales?

Ahora bien, no sé si habrán notado que ciertos ociosos del intelecto, que pueden ser alemanes, prusianos, holandeses, suecos, franceses, e ingleses; comunistas, capitalistas, socialistas; turcos, griegos, colombianos, venezolanos, cubanos, gringos; todos, todos, todos, siempre suenan a lo mismo. No hay nada que los distinga aunque se llamen de derecha o izquierda; sean blancos, azules, godos, rojos o negros; de centro, el infierno o el cielo; siempre producen lo mismo: la inoportunidad de un sonido ansioso para llamar la atención y ganarse la silla de la popularidad para ser dirigidos por las riendas del más rico patrón de la granja humana, en ese momento. Es decir, los ociosos, sin sentido común, siempre andan buscando quién los ensille para llevarle la carga a alguien de renombre político, riqueza, importancia real, o temor justificado como Maduro. ¿Qué ganaría Danielito con el retiro de Uribe? ¿Lo que no han logrado los vendidos jueces? ¿No es eso el premio de resistencia a la falta de sentido común?

Por otra parte, yo admiro a los valientes y nobles cuyos fuertes hombros llevan las verdaderas responsabilidades de la vida y la patria; los indomables frente a las durezas de la realidad; respeto a los verdaderos trabajadores de la opinión responsable, compañeros de nuestras afugias y soledades. Sin ellos ¿cómo habríamos trasegado este país en busca de nuevos horizontes? Nos acompañaron en los largos caminos y desiertos de la historia, llevando en sus resignados silencios lo poquito o mucho de esperanza; lo tierno de un niño y el tesoro irremplazable de la dignidad; la tristeza y la esperanza como una bestia feroz de lo imposible alcanzable. Un país de arrieros libertarios y caminantes incansables; de comerciantes honestos y aventureros, de curas santos y bandidos. Todas esas desconocidas, humildes y fuertes personas las dispuso el Creador como compañeros del imperfecto camino de los líderes y héroes que tenían el sagrado propósito de ayudarnos y dirigirnos a la fundación de la vieja patria y la nueva que necesitamos, con todos sus aciertos y errores. Pero algunos ociosos alfabetizados son los peores enemigos del sentido común que es lo único que necesitamos para ser felices. ¿Por qué existen?

Erich Fromm señalaba con gran conocimiento y sentido común que la época contemporánea se caracterizaba por extravíos de la conciencia que impiden aprender a vivir bien. Le agrego a lo de Fromm que esos desdichados también quieren que hagamos parte de su infierno aburrido.

Esas personas creen que la celebridad honesta se puede alcanzar sin esfuerzo y sin dolor porque son cobardes. Para algunos de ellos el humor, la mamadera de gallo, es el sedante o analgésico perfecto ante el temor de lo que no conocen o entienden y que les estropea la vida.

Además, como no saben por qué le tienen miedo a la autoridad, o a las cucarachas, al sexo o a la abstinencia, por ejemplo, entonces el capricho del niño rebelde es su ideal. ¿Cuál es el resultado de semejante actitud? Veamos el siguiente ‘decálogo’.

1. Un vacío espiritual y ausencia de sentido común, por lo que hacen lo que se les da la gana con todos, especialmente si están protegidos por derechos de libre expresión mediática.

2. Entonces quieren convencernos que lo ‘light’ de la crítica es lo mejor.

3. Su mentalidad calculadora está pendiente solamente de los ‘emoticonos’ de las redes.

4. Lo importante es el escándalo, no la verdad.

5. Para ellos el dinero es un fin, no un medio y todo se reduce a ganar más.

6. La vida organizada está en función de la utilidad, no de una virtud interior.

7. Nos quieren convencer de que la información es lo importante porque no tienen convicción de nada, luego carecen de la capacidad para argumentar.

8. En las discusiones políticas para el show mediático sobre la impoluta corrupción, por ejemplo, algunos participantes, como perros rabiosos, muerden a matar el cuello del otro, dizque buscando promover justicia, aferrándose a las falacias sobre mentiras y verdades que todos conocemos. El argumento que es mentira hoy, mañana es verdad. Eso se llama populismo e hipocresía alrededor del hundimiento de la ley anticorrupción; pues todo tiene que encajar en la inventada suposición de ‘El crimen perfecto’ porque eso vende en las novelas de misterio. Pero no discuten que en realidad el asunto gira alrededor de la falsa bandera de luchar contra la corrupción con miras a las próximas elecciones para la alcaldía de Bogotá. En su momento se dijo que el referendo anticorrupción era inane y no pasó el umbral requerido; que era costoso; que eso era tirar la plata a la caneca; que existían las leyes contra la corrupción; que lo que se necesitaba era la mano fuerte de las instituciones encargadas de hacer cumplir la justicia en todos sus niveles; que en el congreso no pasaría porque falta mermelada. Entonces señores jueces antigobiernistas periodistas de la W, y agitadores mediáticos en favor de una nueva candidatura izquierdista; como históricamente sabemos las elecciones son la nueva estrategia para la toma del poder; sin embargo, como también sabemos, la profesión de la izquierda es hacer revoluciones y armar alborotos; por lo que podemos deducir cómo terminan sus administraciones y gobiernos; porque el buen gobierno y la excelente administración que producen desarrollo y riqueza son instituciones de la derecha. No nos crean tan pendejos.No sean ociosos.

9. Finalmente el aburrimiento del sinsentido prestigioso de ciertos ricos ociosos intelectuales se neutraliza con la novedad de parejas, carros, viajes, vicios, celebraciones; el vacío espiritual se llena con músculos, abdominales, innecesarias cirugías estéticas e implantes; es decir, con el pecado se tatúan el alma para la eternidad por un capricho pasajero, sin esperanza de remediar nada porque no conocen el arrepentimiento, ya que, según su ‘realidad’, creada a conveniencia, no existe Dios ni su infinita misericordia para que todo se valga. ¿Se han preguntado alguna vez si esa realidad creada es verdad?

10. Y lo peor de todo: la gente se indigna o se la hace cabrear pasajeramente, para fabricar el rating de cualquier tendencia política en contra de…, porque la ‘justicia’ y la verdad son ilusiones para los tontos.

La tragedia que representa ese tipo de personas es que EL SENTIDO COMÚN que ha estado detrás de las grandes conquistas de los seres humanos, como la convivencia pacífica, ESTÁ EN AGONÍA; por eso la polarización se hace presente. Y de eso se ha hecho un negocio. Veamos algunos ejemplos de falta de sentido común en la práctica:

1. Es de sentido común no mezclar viciosos con niños en un parque; pero en vez de actuar, se especula y el vicio se convierte en derecho.

2. Los corruptos, mafiosos y terroristas deben estar en la cárcel, pero los vemos dando entrevistas y sentados en el congreso.

3. Desde hace miles de años, los hombres son hombres y las mujeres, mujeres; pero en el siglo 21 es un asunto de opinión.

4. Las mascotas son animalitos inteligentes, queridos, pero no son personas.

5. El asesinato, las violaciones, el secuestro y los desplazamientos son crímenes de lesa humanidad, pero se han convertido en derechos otorgados o derogados según una justicia caprichosa.

¿Pero qué pasaría si de pronto usted descubriera una fuente de sentido común y sabiduría, como los Proverbios de La Biblia? Si intentara vivir de acuerdo con ese descubrimiento, ¿por qué podría o no podría hacerlo? ¿Qué se lo impediría? Veamos algunos ejemplos de sentido común en algunos sabios refranes.

1. Vida: Las fortunas de los hombres son tan inciertas e inseguras como los vientos y las nubes del cielo.

2. Trabajo: El que comienza muchas cosas, termina pocas.

3. Salud: Quien bien come y digiere, de viejo se muere.

4. Sentimientos: La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no se arregla el corazón?

5. Personalidad: Es más fácil variar el curso de un río que el carácter de un hombre.

6. Inteligencia: El sabio no dice lo que sabe, y el necio no sabe lo que dice.

7. Experiencia: Pregunta al hombre con experiencia, no al hombre con estudios.

8. Liderazgo: Cuando tres marchan juntos tiene que haber uno que mande.

9. La trivialidad de los juicios: Ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio.

10. Reflexión para la vida: Si haces planes para un año, siembra arroz. Si los haces para dos lustros, planta árboles. Si los haces para toda la vida, educa a una persona.

¿Por qué no seguimos esa sabiduría? Porque está relegada a una trastienda de trebejos que se llama inconsciente colectivo, miopía cultural, ceguera espiritual. Un lugar en donde es admisible la confusión y nadie se pregunta por qué. Nos podemos distraer con cualquier cachivache. A cada rato encontramos obstrucciones morales, éticas, políticas y muchos no saben dónde están pisando. Se supone que de un baúl de sorpresas intelectuales como una revista o un periódico saldrían cosas interesantes, constructivas; pero lo que vemos son las cucarachas del chisme, la mentira, el insulto, lo peor. Ciertos personajes, cuyos nombres no diré, representan esa desgracia moral, pero contra ellos que hay que luchar porque acaban con la alegría de vivir, invitándonos descaradamente a su propio infierno. ¿Nos faltará sentido común para no ver lo obvio, y actuar según el racional sentir y la berraquera de cada quien, respetando el disentir pertinente de los otros, pero señalando a los ociosos que no aportan nada para el bien de todos?

Ahora un pequeño ejercicio de sentido común para finalizar. Muchos ociosos intelectuales creen realmente que no hubo Holocausto. Eso es REAL para ellos al igual que los espejismos del desierto. ¿Pero es verdad la negación del Holocausto? ¿Cómo volvieron REAL Y CREIBLE esa mentira que para ellos es verdad? Ahora hagamos un traslado de aprendizaje que es lo que hacen las personas inteligentes con una pregunta para Daniel Samper Ospina:

¿Lo que DSO considera que es real sobre Uribe es verdad? ¿Quién puede saberlo o diferenciarlo con certeza? ¿Un juez, un periodista serio, un intelectual ocioso? En este asunto de conocer la verdad sobre una persona existen solamente probabilidades de acertar en lo que pueda ser cierto; esa realidad falible de lo que somos, porque desconocemos muchas cosas sobre determinada circunstancia, debería hacernos prudentes, si somos inteligentes, sobre nuestros juicios cuando hacemos de Dios.

Yo también puedo equivocarme sobre DSO. Y admitiendo esa posibilidad, puedo decirle al humorista que este escrito es una mamadera de gallo seria, que otros considerarán real, y dejarlos en la incertidumbre. ¿Lo haría? No. Porque asumo lo que escribo. ¿Pero es verdad esa mamadera de gallo incluso con mi mejor intención por ayudar? En nombre del bien muchos hacen lo que llaman la guerra justa. ¿El nombre de la guerra la hace buena? Ese es el permanente reto ético y de sentido común que nos planteamos quienes escribimos sobre personas o acontecimientos, que es admitir, por lo menos, que es posible que estemos equivocados. Todavía no le conozco la primera rectificación seria de Daniel Samper Ospina, y con base en esa experiencia, no creo que la habrá. Pero a veces ocurren milagros.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar