LA FALSA HERENCIA

Si hay un rasgo psicológico que distinguió a Chávez fue su resentimiento; un resentimiento acérrimo como una ulcera gástrica y negro como el petróleo. Y si hay una nota distintiva que resume su legado político es la proyección de ese resentimiento sobre una parte de la sociedad venezolana, la cual convirtió en un campo de Agramante enconada en sus propios odios. Para ser enteramente justos, no podemos ignorar que el resentimiento es una enfermedad atávica íntimamente vinculada a las esencias hispánicas; y en Venezuela convertida por Chávez, en un vicio nacional: la común bajeza del resentimiento vernáculo. La aportación sustantiva de Chávez consistió en actuar a modo de catalizador de ese resentimiento, en promoverlo, alabarlo y azuzarlo con sórdidos intereses políticos. En su exacerbación sistemática, insomne, fríamente calculada del resentimiento, Chávez no descuido ninguna parcela de la vida social: en la institución familiar y en las relaciones entre hombres y mujeres introdujo el veneno de la ideología de genero, en la escuela fomento la corrupción y el igualitarismo ,en la frágil convivencia nacional introdujo la cizaña de la llamada <<memoria histórica>>. Aumento el problema del centralismo, agudizando la conciencia de agravio y espoleando <<los hechos diferenciales>>; agito el fantasma del odio religioso; y, cuando la crisis económica se produjo se dedicó a fabricar pobres en abundancia y dirigió la ira y el descontento popular hacia la brumosa categoría de los<<ricos>> … mientras el se ocupaba de atender las solicitudes de la plutocracia de la China, Brasil, Argentina y Ecuador.

Toda esta operación sistemática de extensión del resentimiento se desenvolvió bajo la coartada eficacísima de la <<igualdad>> y la <<extensión de derechos>>. Y es que no hay otra cosa que satisfaga y halague mas al resentimiento que disminuir, achatar y ensuciar aquello que no se puede alcanzar. El resentido primero odia las virtudes que no alcanza; después las desprecia y se burla de ellas; mas tarde las invierte; y, por ultimo, acaba por adueñarse de ellas, convertidas ya en simulacros grotescos. Chávez descubrió un día que el resentimiento brota en Venezuela con mas abundancia que las cucarachas en las cocinas sucias; y, desde entonces, se dedicó a favorecer la plaga, convencido de que, cuanto mas se enseñorease el resentimiento en la sociedad venezolana, mas garantizada estaba su supervivencia. <<A rio revuelto ganancias de pescadores>>, reza el refrán; y esta fue la consigna y el arma terrible que mantuvo en el poder a Chávez: confundió, mezcló, embadurnó, llamó bueno a lo malo y malo a lo bueno, exaltó lo mediocre hasta lograr que el resentimiento acabará ahogando, paralizando, condenando a la esterilidad y la inapetencia, a quienes estaban dotados para hacer algo. El Chavismo después de quince años, recoge odio, división y violencia. Lo llaman el Socialismo del Siglo XXI, el ultimo sueño del Socialismo Real. Ellos lo construyeron para si mismo. Para los otros es una pesadilla. Su espectro no engaño ni a Europa ni a la América. En nuestro país son admitidos todos los engaños, todas las mentiras, las intimidaciones, la crueldad, las traiciones. Pero no hay un electorado que juzga. El que gana toma todo y el derrotado pierde todo. No solo el poder y la riqueza, también la vida. En nuestra Venezuela actual, el régimen ha tomado como modelo de mentira el terrorismo de Estado. Del secuestro silencioso ha pasado al asesinato. El que arroja una bomba mata a ciegas, ya que ignora quien es su victima; pero el que da muerte o viola  a un arrestado también hace lo mismo. La Justicia ya no es publica en Venezuela: es sumaria. Se prescinde de un Juez, de un Tribunal, del testimonio de testigos, de un Fiscal y un Defensor. Así, Venezuela se hunde en la vulgaridad mas cetrina, convertida en una demo gresca frecuente, en la que los resentidos, los envidiosos, los amargados, los malintencionados, los llenos de resquemores y de odios hacia todo lo que la vida tiene de noble y virtuoso siempre salen recompensados con mas derechos y prerrogativas, con mas aplauso y reconocimiento. Pero el resentimiento, que es vanidoso como el narciso y maligno como una chinche hambrienta, seca la vida allá por donde pasa, lo mismo que la langosta. Esta es la falsa herencia de Chavez: un erial devastado por el el resentimiento; o, mejor dicho, un trozo de planeta por donde cruzó errante la sombra de Caín.

lecturasyazar@hotmail.com

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