La fiscalía: ¿una monarquía?

La imparcialidad es una de las atractivas cualidades que debe tener toda persona y principalmente quien ejerce las funciones de Fiscal General de la Nación Eduardo Montelegre, quien rasgó sus vestiduras en contra de la prensa, y en tono irritante, de acuerdo a lo que entendimos se expresó con palabras desafiantes en materia de contratación de la oficina que preside, mostrándose iracundo con los congresistas que han presentado la iniciativa para que se presente a informar lo que ha sido el gasto desmedido, recurriendo a la engañosa e incorrecta posición, de que todo eso guarda relación con la realidad objetiva.

Al Fiscal General de la Nación y algunos magistrados, hay que darles una verdadera lección de imparcialidad, porque solo alguien con una actitud imparcial se sentirá impulsado a tratar a todos con imparcialidad. El juez que es imparcial, no se fija en el rostro o la apariencia de alguien ni tampoco en su posición política.

El irrespeto al Congreso de la República y a los medios, que exhibe ante la opinión pública, con la anuencia de algunos jueces integrantes de las altas cortes y el silencio del presidente Santos, se debe al proceso de politización a que han sido sometidos estos órganos de justicia, que por su naturaleza, deberían estar ajenos al partidismo. Nos hemos dormido, descuidamos al verdadero enemigo, ese que ostenta el poder tras el trono y que "entre sorbo y sorbo" muestra sus colmillos y sus uñas, en declaraciones ofensivas.

Como lamentaba el filósofo Schopenhauer (1788-1860) “que las voces altas en contra de nuestros semejantes, eran malas para la conciencia y el corazón”, y eso que él estaba muy distante del mundo actual del fiscal Montealegre quien ha emprendido una ruidosa campaña politiquera en contra de todo lo que huela a Álvaro Uribe Vélez.

Hay una novela del escritor sueco Par Lagerqvist titulada El Enano, que describe en forma real a Eduardo Montealegre: Yeshov, arquetipo del insidioso convulsionado personaje, muy cercano al carnicero Stalin que también tiene notables analogías con Montealegre.

El pueblo en general tiene la palabra, repudiemos este perverso. Habiendo tanto constitucionalista en Colombia, no podemos permitir que siga abusando en la fiscalía; estamos cansados de tanta perversidad y tiene que existir alguna herramienta jurídica para mandarlo a sembrar papas a las cumbres del Tolima, para que quede claro a este opresor, que la fiscalía no se puede manejar como una monarquía, estamos cansamos de tanto corrupto en la justicia de este gobierno.

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