La hipnosis de la paz al estilo santos

Digamos que Santos ha intentado utilizar un conjunto de métodos para promover un cambio en la conciencia de los colombianos en el que la paz se convierte, en el inconsciente, en una realidad deseable, sin importar cómo se pueda generar ese sentimiento. Lo de la experiencia real y completa de la paz está por verse. Utilizó la imaginación: “Imagínense cómo sería Colombia si…”; introdujo un elemento creíble: el Acuerdo de Paz; fuimos sometidos a la propaganda televisiva: “Por un mejor país.” Recurrió también a las verdades a medias: “Nos hemos ahorrado tres mil vidas”, refiriéndose al supuestamente vacío Hospital Militar, dándonos a entender que fue el resultado de la ‘generosidad’ de las Farc al suspender la guerra; pero se le olvidó decirnos que ellos también se ganaron muchos años de vida. Y finalmente buscó que muchos colombianos creyéramos que desempeñábamos el ‘rol’ de ‘amigos o enemigos de la paz’ lo que nos hacía automáticamente ‘buenos o malos’ frente a una realidad paralela que niega esa paz. Ese hipnotismo todavía persiste y se le llama polarización.

Es bueno desmontar esa polarización como promete el Presidente Duque. Por lo que si usted decide asumir su propio criterio como un movimiento de liberación de la hipnosis santista se dará cuenta que, con el proceso de paz las Farc solo nos entregaron una promesa y Santos les concedió un montón de cosas, difíciles de disfrutar desde la legalidad que al traducirse en sentido común no permite, moralmente, que nada quede impune. Por otra parte, la experiencia y realidad del perdón requiere una trasformación de conciencia que no está al alcance de ningún gobierno.

Las Farc entregaron la promesa de no matar y portarse bien; la primera es verificable, pero significa que solo nos devolvieron un derecho conculcado, el de la vida; la segunda promesa, quién sabe si se lleve a cabo porque Santrich es un indicio de que no será así. Falta ver qué sucederá con el llamado de la JEP para que sus 32 cabecillas respondan por sus delitos de secuestro.

Y mientras esa hipnosis de la paz persiste, tanto las Farc como sus amigos acechan al nuevo presidente para lo que creen sería una fácil toma del poder, disfrazada de democracia. Pero eso no lo permitirá el pueblo colombiano. La primera estrategia para hacer fracasar a Duque e inflar a Petro será en el congreso. Allí veremos a los tiburones acostumbrados a nadaren círculos alrededor de la supuesta víctima, intentando asustar sin atreverse a atacar porque saben que hay arponeros. Y los hay porque existen dos clases de oposición: la que se comporta como un depredador, y la civilizada. La estrategia depredadora es suficiente para distraer de los asuntos importantes sometiendo los temas vitales del gobierno a la gratificación instantánea de la turba mediante el Tweeter, Facebook, chat, Snapshot, Instagram y las noticias, falsas o verdaderas, de 24 horas, como una de las formas primitivas de relación humana, el ataque, disfrazada de tecnología. Y conflicto y división venden. El negocio no va a desaparecer porque distrae para producir la necesaria amnesia colectiva sobre el asunto crucial de este conflicto como que las 48 mil hectáreas de coca al final del gobierno Uribe, se han convertido en 210 mil. Veamos por qué.

En reciente entrevista con la W ante la pregunta de por qué las Farc no habían entregado las rutas del narcotráfico, Santos los defendió diciendo que las Farc nunca habían aceptado que fueran narcotraficantes, ni menos haber prometido que entregarían rutas. Uno se queda con la boca abierta ante tamaña mentira del presidente y las Farc y le da rabia. Sin embargo, Juan David Laverde Palma de El Espectador publicó “La oferta secreta de los narcos para entregarse” de la que extraigo lo siguiente:

“El Espectador conoció un documento de 109 páginas (“Agenda para solucionar el problema del narcotráfico y la violencia que genera”) en el que capos de la talla de Daniel el ‘Loco’ Barrera, los hermanos ‘Comba’ y ‘Diego Rastrojo’ propusieron hace tres años entregar sus estructuras y someterse a la justicia a cambio de la no extradición. ‘Comba’ declaró que se le entregaron US$12 millones al asesor del presidente, J. J. Rendón. El pasado 10 de diciembre, ante una fiscal de la Unidad de Extinción de Dominio, Javier Antonio Calle Serna, uno de los hermanos Comba, confesó desde Estados Unidos que entre 2010 y 2011 él y otros capos del narcotráfico, como Diego Rastrojo, Cuchillo y el Loco Barrera, adelantaron aproximaciones con el gobierno de Juan Manuel Santos para desarmar sus ejércitos y acabar con el narcotráfico en el país. La propuesta fue remitida a través de un documento con las huellas de los mafiosos (Vea aquí el documento con la propuesta)y un video, pero finalmente no cuajó porque, según Comba, se exigió un acompañamiento del gobierno americano que nunca llegó y “el Gobierno colombiano dilató el proyecto y empezaron a capturar a mi gente; al ver que pasaba el tiempo y no sucedía nada tomo la decisión con el gobierno americano y me entrego.”Santos prefirió negociar con las Farc y en el 2018 tenemos al país invadido de coca, a punto de ser descertificado, y el narcotráfico sigue vivo, generando violencia, poniendo en peligro la seguridad y estabilidad de la nación. Por otra parte, el mismo periodista publicó el 15 de marzo de 2014 la información que las fuerzas militares le entregaron a Santos en la que las Farc exponían “Una calculada estrategia para asistir a los productores de cultivos ilícitos. (Ver: Los planes secretos de las Farc El Espectador 15 de marzo de 2014.)

Cuando se olvida la hipnosis gubernamental de Santos, entonces los problemas de la realidad política encubiertos por sus decisiones para atontar una opinión engañada con el deseo de la paz empiezan a verse con claridad. Así, después de haber sido promulgado como una verdad mosaica escrita en piedra, los contenidos del Acuerdo de Paz se empiezan a manejar como hipótesis; es decir, aquello que se supone, y a lo que se le otorga un cierto grado de posibilidad, para extraer de ello un efecto o una consecuencia. Por lo que su validez depende del sometimiento a varias pruebas.

Uno de esos problemas es la JEP que en este momento se ha convertido en una ‘hipótesis’ gracias a que, por esas cosas del destino, la opinión nacional y los congresistas están despertando. El grito de ‘hacer trizas’ el acuerdo fue la reacción rebelde del que quiere despertar, pero no tiene los elementos para lograrlo en la realidad pragmática. Cuando uno abre un ojo, se da cuenta que lo que Timochenko & Co. quieren es que los dejen tranquilos para disfrutar sus últimos años; por eso, ni de vainas, regresan al monte. Están mamados de su irrealidad revolucionaria. Santos se ve dando conferencias y Petro sueña con ser presidente.

Mientras tanto, como parte de la realidad insoslayable, el narcotráfico sigue vivito y coleando y será el gran reto del Presidente Duque. El narcotráfico es una célula cancerosa que tiene ‘comunicación’ con un sistema sano. Y así seguirá hasta que nos hagamos las preguntas reales sin hipocresía: ¿Se hace lo que se puede hacer por extirpar esa célula dañina, o lo que, por diversas circunstancias, se quiere hacer en Colombia y el resto de la comunidad internacional? ¿Por qué? Porque el cartel de las drogas no comienza en Medellín, sino en las calles de Nueva York, Miami, Los Ángeles y Europa. Y porque lo que necesitamos para combatir las drogas no es solamente la educación del conocimiento, sino la de la voluntad, para decirle NO a las drogas letales, en medio de un acceso al mercado de la adicción de drogas legales. Menudo lío para una voluntad humana corrompida por la complacencia ilimitada. Y ni siquiera hablemos de la infiltración mafiosa en las estructuras que combaten el vil negocio.

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