La imprenta de $10.000 millones

Antes, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Mintic) era simplemente el de Comunicaciones.

Innecesario el cambio de nombre y poco ha servido para hacerlo más tecnológico, pues ni siquiera funcionan muchas de sus plataformas para interactuar con los ciudadanos.

Históricamente, este ministerio ha sido comodín para cuadrar gobernabilidad nombrando políticos, con la condición de no saber nada del tema de frecuencias, antenas, propagación, circuitos, satélites y cables. Una vez más viene a la memoria el cuento que echaba Fernando Gómez Agudelo: al ministro de Comunicaciones lo reemplazan apenas aprende a distinguir entre un triciclo y un kilociclo.

Al comienzo del primer gobierno Santos nombraron como ministro de las TIC al ingeniero Molano. Muchos se alegraron porque al fin llegaba un técnico y por eso se hicieron los de las gafas con aquello de que, un día antes de sentarse en la silla ministerial, su patrón era Telefónica de España, a quien le fue de maravillas con su antiguo empleado como ministro.

La paradoja es que Molano resultó ser político, pantallero y hábil fabricante de humo y espuma. ¿Alguien sabe si todavía existen esas tabletas que, como papá Noel, repartió a raudales a los niños de las escuelas pobres? Al sector lo dejó lleno de líos y le quitó seriedad y altura técnica a las entidades. Por eso es que actualmente hay tantos conflictos que demorarán años en resolverse y amenazas de demandas al Estado colombiano en instancias internacionales.

Parece ser que, después de Molano, al Ministerio de las TIC le quedó la maña de hacer espectáculo más que gestión pública por el bien común. Sólo eso explicaría un contrato que se firmó hace poco entre esa entidad y la Imprenta Nacional por más de $10.000 millones.

La sola cifra es un claro despropósito, aun si no estuviéramos en austeridad. Además, aunque en su objeto se diga que se trata de “fortalecer la estrategia de comunicaciones de la entidad”, la Imprenta se compromete a ser el empresario de espectáculos del ministerio consiguiendo sillas, luces, sonido y demás elementos para el show.

Como si todo lo anterior no fuera ya suficientemente escandaloso, resulta que se trata de una contratación directa, a través de un convenio interadministrativo, con la Imprenta Nacional, que es una empresa industrial y comercial del Estado y cuyo objeto principal tiene que ver con documentos y publicaciones de las entidades oficiales. ¿A cuento de qué la Imprenta Nacional resulta ahora de promotora de eventos y estrategia de comunicaciones?

El tema amerita urgentemente una explicación. No vaya a ser que este convenio se convierta en una fiesta de contratos a dedo para desperdiciar la poquita plata que le quedó al Mintic después de las veleidades populistas de Molano.

Posdata: Recuerdo una vez más a mis amables lectores que presto mis servicios a Caracol TV y Blu Radio, que tienen asuntos con el Mintic

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar