¡La justicia ha muerto!

La justicia ha muerto en la Venezuela de Nicolás Maduro. El golpe final se lo asestó la juez Susana Barreiros, chavista declarada y descarada, cuando, sin prueba alguna que lo ameritara y un desvergonzado cinismo, condenó a Leopoldo López, líder opositor al régimen, a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas, de prisión.

La sentencia fue dada el pasado 9 de septiembre, día que vivirá en la memoria de los venezolanos, como el “día de la infamia”. Bien lo expresó el expresidente Álvaro Uribe en su twitter: “el chavismo (boliburgueses) se robó a Venezuela y condenan a Leopoldo, qué infamia”.

López fue apresado en febrero del 2014. Desde el comienzo se le impidió tener una defensa apropiada, tal como lo han aseverado reiteradamente múltiples organizaciones internacionales, entre ellas: el Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Tampoco se le ha permitido ser visitado en prisión por los líderes mundiales, representantes de la izquierda y la derecha, que han ido a Caracas con ese propósito. Durante su año y medio de reclusión ha sufrido toda clase de abusos, inclusive se botó, a su diminuta celda, heces humanas.

Pero, ¿es realmente esto una sorpresa? Absolutamente no. El régimen de Maduro ya no tiene la menor semblanza a una democracia. Su integridad moral desapareció hace años. Hoy, el presidente y muchos de sus altos mandos no son más que una “élite corrupta”. ¡Y de qué manera! Ellos controlan el cartel de los soles, que usufructúa del millonario tráfico de drogas.

Cómo será su desprestigio que aún su “mejor amigo”, Juan Manuel Santos, quien hasta ahora jamás se había atrevido a criticarlo, dijo: “la revolución bolivariana se está autodestruyendo”.

Y así es como en un acto de desesperación por aglutinar a su alrededor al pueblo venezolano, hoy en su gran mayoría opuesto a su gobierno, Maduro cerró arbitrariamente la frontera con Colombia y emprendió una miserable persecución contra los inmigrantes colombianos.

Pues, señor Maduro, le informo, eso no le resultó. El mundo entero, inclusive los mismos venezolanos, han repudiado la angustia y el dolor a que los colombianos deportados y desplazados han sido sometidos por usted.

La oposición venezolana tiene todas sus esperanzas puestas en las elecciones del 6 de diciembre. El mismo López, después de oír su sentencia, declaró: “Para que Venezuela salga adelante (…) debemos quitar del poder a la élite corrupta que nos gobierna”.

Los venezolanos desean derrotar a Maduro, y su combo, pacíficamente a través del voto. Indudablemente, si el pueblo llega a las urnas será una derrota apabullante para el habitante de Miraflores, quien no cuenta con más del 20 por ciento de la opinión pública.

Pero, creo difícil que se efectúen las elecciones y que si en efecto se realizan, sean limpias. Maduro hará lo que sea necesario para impedirlas. Yo apuesto a que antes del 6 de diciembre el gobierno encuentra o inventa un motivo, no solo para encarcelar o declarar inhabilitados a los líderes opositores que aún se encuentran libres, sino para declarar el estado de excepción y cancelar las elecciones.

Lamentablemente, la democracia y la justicia murieron en Venezuela y la agonizante paz, está por morir.

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