LA LARGA NOCHE DE NUESTRA BARBARIE

No es el caso yucateca, en cuyas selvas lacandonas y gracias a observaciones satelitales se descubren ciudades enterradas bajo siglos de salvaje y selvática naturaleza invasora. Comienzan los arqueólogos a descubrir ciudades que florecieron hace mil cuatrocientos años, construidas con arte y maestría deslumbrantes, dejando testimonios de insólita belleza y un gran desarrollo cultural. La civilización que nosotros, caribes, para nuestra infinita desgracia, jamás tuvimos.

Es el caso de una sociedad, la nuestra, que floreció con sus mejores frutos hace tan solo veinte, treinta o cuarenta años sacudiéndose dos siglos de salvajismo y barbarie, que reflejó esperanzas civilizatorias y que, como producto de una explosión volcánica desperezara una vez más su costra de barbarie y salvajismo para dejar ver la vigencia de lo más oscuro de este corazón venezolano, jamás liberado de sus tinieblas.

No uso sustantivos y adjetivos por azar. El corazón de las tinieblas – Theheard of darkness – es una extraordinaria novela del polaco británico Joseph Conrad, profunda, directa y breve, que retrata la asincronía de desarrollos entre la profunda barbarie del corazón del Congo y el brutal colonialismo expoliador belga, imperial y genocida, mediatizados por el comercio del marfil y un país convertido en empresa privada del emperador Leopoldo I. La propia dialéctica de la Ilustración. Mientras más progresas, más rápido y profundo el retorno a la barbarie.

Para quienes no conocen la novela, sirvió de tema al guión que usara Francis Ford Coppolla para filmar ApocalypseNow, aunque ambientada en los escenarios de la guerra de Vietnam. A fines del siglo XIX, un enviado de la compañía comerciante en marfil propietaria de esos vastos e inexplorados horizontes se adentra en el corazón del Congo para hacerse de uno de sus agentes, el más provechoso y útil, que enloquecido y arrastrado por la dialéctica colonial ha decidido independizarse y convertirse en el caudillo omnipotente y todopoderoso, el más cruento y más salvaje a la cabeza de una tribu de salvajes, montando un reino del horror y de la muerte. Nunca agente alguno había recolectado tanto marfil: la perfecta expresión del horror del colonialismo expoliador.

Alejo Carpentier retomaría el motivo en Los pasos perdidos, aunque llevado por otros intereses, de naturaleza más antropológica y cultural. Que Joseph Conrad actuaba profundamente impactado por los desastres políticos causados por el colonialismo lo demuestra su obra entera, desde Lord Jim hasta Nostromo, esa novela que bien pudo haber estado influenciada por la realidad sociopolítica de la Venezuela del último cuarto de siglo 19. Como que sucede en un pueblo imaginario de las costas colombovenezolanas y el tirano recibe el nombre de Guzmán Bento.

Leí El corazón de la tinieblas mucho antes del asalto al poder por la barbarie chavista. Pero nada más verlo en acción debí rendirme a la evidencia de que constituía el revival del horrendo tema de Conrad: en lo más profundo, salvaje e intrincado de la sociedad venezolana se había hecho fuerte un ambicioso de gloria y majestad que, cual Kurz, el personaje que en la película es interpretado por Marlos Brando, luego de apropiarse de las armas y las instituciones de la República de Costaguana desataría los demonios que subyacen en el estrato más bajo y oculto de la conciencia tribal venezolana.

Kurz, el emperador de la barbarie, muere con un sola palabra en sus labios: “¡horror! ¡horror!”. Poco importa la que tuvo en los labios aquel cuyo despojo encerado es venerado en la cumbre de un rancherío caraqueño, en donde pulula la barbarie. No tan lejos de allí, cerca del túnel de los Ocumitos, una familia formada por gente adulta acaba de protagonizar una escena digna de El corazón de las tinieblas: convencidos de que una de las hermanas de esta numerosa familia había sido poseída por un espíritu maligno, el menor de ellos, de 22 de años, decidió curarla protagonizando un extraño rito de exorcismo. Sentados en círculo en torno suyo, pidió cerraran los ojos durante un minuto, durante los cuales introdujo su mano hasta la garganta de la exorcizada y otra de sus hermanas, ahorcándolas en el acto No sucedió lejos ni en el tiempo ni en el espacio: sucedió en Caracas hace algunas horas. (http://m.tmi.me/1eGBfS ).

¿No pareciera una reproducción metafórica del exorcismo con el que un teniente coronel pretendió sanar a una sociedad entera, ahorcándola en el intento? No duró un minuto. Lleva 14 años de exorcismo. Y una genética representante de la estirpe llevará su palabra a la ONU. Es la larga, la incombustible noche de nuestra barbarie.

@sangarccs

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