La maldad de Timochenko

“Maldad es invisible a los ojos de quien la comete”

Me sorprende que algunos colombianos cuando ven a los miembros de las Farc en la televisión o en entrevistas se conmuevan al encontrar que no son "malos" en el sentido del villano de caricatura.

Es poco creíble que alguien se levante en la mañana y se frote las manos pensando en el daño que le causará al mundo. El daño se causa, sin saber que se infringiría, pensando que sería menor, o a sabiendas, pero bajo la premisa de que era necesario o inevitable. Este último caso es el de las Farc, Isis y tantos otros grupos terroristas. Sus actos todos se cobijan con la idea de que buscan algo mejor y bueno. Toda la brutalidad de sus acciones se pretende justificada.

La maldad es invisible, en general, a los ojos de quien la comete. Si se observa el mundo desde el punto de vista de otro es posible entender porque ha actuado de determinadas formas y hasta empatizar con la fuerza de sus razones. Alguien podría entender las causalidad psicológica (que explica) pero no por ello justificar (que valida). Por eso en Colombia se ha hecho muy importante la discusión en torno al conflicto armado. Para sus defensores esta reivindicación "humaniza" el comportamiento de las Farc. Sin embargo, este es el ejercicio individual y personal. Aun suponiendo las razones altruistas que dicen defender sus actos transgredieron de forma total todas los límites humanos.

Los hechos, las conductas objetivas y los atenuantes admitidos por la ley son la lupa mediante la cual el Estado ha de observar a los ciudadanos. El cimiento de la confianza es la justicia, que se inicia en que la ley es igual para todos; o las excepciones son iguales para todos.

¿Por qué el asesinato cometido por un miembro de una bacrim será distinto al exacto asesinato cometido por el guerrillero? Desde adentro tal vez el único asesinato que sería diferente es el de un psicópata que es un enfermo mental. Y sin embargo ¿es menos grave la violación de un niño por un pederasta? No son los discursos los que determinan la calidad de las acciones. Los más abominables crímenes se han cometido siempre con un poderoso discurso. Hasta la idea de Dios ha inspirado e inspira hoy crímenes atroces.

Cabe preguntarse si hay diferencia entre Timochenko y Hitler, dejando por fuera sus diferencias en capacidad de ejecutar sus planes. Ambos creían que le estaban haciendo un bien a su nación. Ambos que hay un culpable; para uno los judíos y para los otros el imperio yanqui y los oligarcas. Ambos que ellos tienen una verdad; uno la superioridad racial; el otro la ideología del comunismo. Claro que individual y personalmente se pueden intentar entender las razones de uno y otro. Es el fanatismo frente sus ideas la verdadera falta.

Pedir justicia no es un asunto como pretenden los detractores de imposibilidad de perdón o de falta de empatía. Estos son asuntos individuales ajenos al debate, se refieren a la aplicación de la ley con un rasero similar para todos. No pretender que entender las razones de alguien elimina el dolor que ha causado ni el daño consumado.

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