La pugna de las encuestas

La pelea por las encuestas en torno del plebiscito está que arde. Y en tal sentido es evidente la gran sorpresa que debió causar en el Gobierno el resultado desfavorable que apareció en el último sondeo de Ipsos- Napoléon Franco, contratado por RCN y Semana, en el que el 50 por ciento vota por el No y el 39 por ciento por el Sí.

Para ser más claros, una diferencia de once puntos, algo más de un millón de votos en el caso de que la votación válida llegare a la cifra de 10 millones de sufragios y de ahí para arriba. Y que, a su vez, reconfirma la misma diferencia porcentual que dio el primer muestreo de Datexco, para la W y El Tiempo, una vez la Corte Constitucional aprobó la figura del plebiscito de umbral exiguo.

De hecho, apenas salió el resultado de Ipsos el fin de semana, la Casa de Nariño se apresuró a publicar sus sondeos internos, que suelen ser un instrumento de trabajo confidencial y no una plataforma pública puesto que no están diseñados para eso, con el fin de neutralizar la encuesta de Semana y RCN. Lo que demuestra, ciertamente, el impacto que se produjo en las altas esferas gubernamentales y la inseguridad que comienza a palparse.

A ello se añadió en ciertos medios, al igual que en los Confidenciales de la misma revista, el comparativo con sondeos viejos de otras firmas, hechos en otras circunstancias, por ejemplo al alero de los mediáticos acuerdos habaneros del 23 de junio, en virtud de intentar un equilibrio con los más inmediatos y frescos. De tal manera poder decir, desde luego, que hay una confusión y que las encuestas más recientes están lejos de la realidad. Lo que, por supuesto, es un galimatías pues a decir verdad ellas no son más que la radiografía del momento en que se hace el trabajo de campo.

La clave de este tipo de investigaciones está, de otra parte, en la tendencia que paulatinamente van marcando los registros. Pero la primera fotografía hecha después de que la Corte Constitucional autorizó el plebiscito, cuando el país tuvo una primera aproximación real al tema, da tanto en Ipsos como en Datexco, incluso en su segundo sondeo, una respuesta negativa a la consulta hecha por el Presidente al pueblo. Faltaría ver posteriormente si la tendencia se mantiene.

Seguramente, con la premura con que andan corriendo para hacer el plebiscito, no habrá tiempo para muchas encuestas de fondo. Aun así se anda poniendo en aprietos a las encuestadoras si los resultados no son como los que de antemano se piensan. Esto porque se tiene la idea de que la gente suele montarse en el tren triunfador y si el No comienza a liderar el tema, como aparentemente ha principiado a ocurrir, se presume que irá conquistando más espacio.

En todo caso, las circunstancias todavía son muy inciertas. En primera instancia, claro está, porque la gente no está en lo que podría calificarse “en modo electoral”. De suyo, ni siquiera hay fecha para la jornada en que se abrirán las urnas y sólo hay un anuncio dudoso de que será en octubre, después de haber cambiado el momento varias veces.

En tanto, lo primero que hay que explicar es lo que significa la misma figura del plebiscito, puesto que una buena proporción de personas no es ducha en estos temas y nadie está aprendido en lo que no es de su competencia directa. Si la pedagogía en referencia al plebiscito, en sí mismo, no se adopta con el tiempo y la seriedad del caso, los votos inválidos y nulos serán los protagonistas del evento. O, al igual, la falta de claridad al respecto será motivo para que predomine la abstención.

De otro lado, es lógico que se presenten discrepancias en las encuestas porque tampoco existe todavía la pregunta concreta, motivo del plebiscito. Cuando ella se presente todas las encuestadoras tendrán que utilizarla como base de sus sondeos. Entretanto, el resultado será diferente, dependiendo de la forma en que se formule el interrogante. Ese es el punto central de la metodología y ya viene después la cantidad de municipios donde se pregunta o la proporcionalidad entre áreas urbanas o rurales.

Sea lo que sea, lo que sí se observa claramente en las últimas encuestas, ya con las posiciones enfrentadas, es el pulso político entre el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe. Y es muy posible que ya no vaya a salirse de ahí, por lo cual el gobierno necesita apremiantemente mejorar sus indicadores de gestión. Mientras tanto, como se dijo, el pulso está que arde.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar