La reforma se pospone y el monopolista sigue acumulando

Hace poco comparé con alguien que vive en el Reino Unido su plan de celular con el mío. Más o menos teníamos lo mismo en minutos de llamadas y acceso a internet. Con dos diferencias. Primero: él pagaba alrededor de 450 pesos al mes, mientras que yo desembolsaba por lo menos mil quinientos. Segundo: en casi todo Londres funciona una red 4G que hace que la trasmisión de datos vaya a una velocidad galopante; en la Ciudad de México, en cambio, mi pobre celular se la pasa migrando de zonas 4G a 3G por lo que navego a paso de tortuga. En suma: aquí pagamos el triple por un servicio de cuarta.

Y eso ocurre en Inglaterra donde el costo de la vida es carísimo (un viaje en transporte público cuesta casi 60 pesos). Si tomáramos en cuenta esta diferencia en el poder adquisitivo, lo que pagamos en México viene estando en la estratósfera. Eso sí: allá el consumidor tiene que comprar su teléfono y acá lo incluyen en el plan (uno se lo queda al final de los dos años que tiene que firmar con la empresa telefónica). No obstante, un iPhone 5 cuesta alrededor de 11 mil pesos. Aunque incluyéramos este costo, sigue siendo exorbitante la diferencia entre el precio de un servicio de celular en el primer mundo y el de este pobre país tercermundista en el que vivimos.

Sabemos la razón detrás de dicha desgracia. Aquí existe un cuasi-monopolio que controla la telefonía fija, el acceso a internet y la celular: América Móvil. Sus competidores no le hacen ni cosquillas. Telmex y Telcel siguen dominando el mercado y haciendo, por tanto, lo que se les pega la gana. Cobran precios astronómicos y dan mal servicio. No deberíamos de sorprendernos: así son los monopolios. El señor Slim está en lo suyo: exprimiendo a los consumidores. No es gratuito que sea uno de los hombres más ricos del mundo.

Y seguirá exprimiendo mientras el gobierno se lo permita. Él sólo va a competir cuando lo obliguen. Esa es —y supongo que sigue siendo— la idea de la Reforma en Telecomunicaciones aprobada el año pasado. El problema es que la ley reglamentaria está atorada en el Congreso. Y mientras los legisladores siguen retrasándose, los consumidores continuamos pagando un servicio malo y caro.

¿Qué tan malo? Hace poco el Foro Económico Mundial (FEM) publicó el Reporte 2014 de Tecnología de la Información Global. Ahí miden el ranking de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) de 148 países a través de un Índice de Preparación de las Redes (IPR). En el reporte de este año, México cayó 16 posiciones en el ranking mundial con respecto al del año pasado:

“A pesar de algunos avances en la ampliación y mejora de su infraestructura en las TIC (lugar 81 mundial) y de su absorción por parte de los individuos (lugar 89), esto no ha sido suficiente para ponerse al día con los avances en otras economías: por tanto, México no ha logrado converger digitalmente con las economías más avanzadas. El costo de acceso a la infraestructura de las TIC existentes sigue siendo alta (puesto 93 del ranking) y la calidad de su sistema educativo (sitio 119) constituye un grave problema para dotar al país de las habilidades necesarias para una economía cambiante y más digital. Todo esto se traduce en bajos niveles de uso de las TIC por parte de los individuos y las empresas, a pesar de los esfuerzos significativos del gobierno de ofrecer muchos de sus servicios en línea (28), con lo que se logran buenas tasas de participación electrónica de los ciudadanos (25). Además, su ecosistema de innovación necesita fortalecerse; en general las empresas mexicanas tienen una baja capacidad para innovar (75) lo que resulta en bajos impactos económicos (80) con una población que se concentra en gran medida en actividades de baja productividad y pocos puestos de trabajo que se consideran intensos en conocimiento (97)”.

Un dato destaca de las 54 variables con las que el FEM calcula el IPR. Me refiero a la “Tarifa de minuto de celular medido en paridad de poder adquisitivo”. Entre más barato sea esta variable, mejor, ya que más gente y empresas pueden utilizar este servicio. De 148 países, México se encuentra en el lugar 129 en esta variable. Eso quiere decir que el servicio es carísimo. Con orgullo, el señor Slim debería mostrarle este dato a sus accionistas: es de los que más cobra en el mundo. Y el gobierno se lo permite. Aunque al parecer ya estamos en proceso de cambiar. Nuestro Congreso nos prometió que la legislación para que haya más competencia saldrá en junio cuando debió de estar lista en diciembre pasado. Total: como ellos no pagan las cuentas de su celular…

Twitter: @leozuckermann

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