La reunión Uribe – Santos

Es la décima vez que Juan Manuel Santos invita al expresidente Uribe, y por ende al Centro Democrático, a dialogar sobre los temas importantes del país, con la “paz” como número uno. La cifra la escuché en La FM y debo confesar que la desconocía, pues en mi memoria (mala) solo tengo presente la solicitud realizada a través de Antanas Mockus y, claro está, la hecha el lunes pasado.

Ideológicamente comparto más posturas con Uribe que con Santos. En el tema de los diálogos en La Habana difiero del tratamiento dado por el Presidente a los mismos y rechazo tajantemente sus gabelas y silencios cómplices ante el accionar demente de las Farc. Por otro lado, coincido con Uribe en que el diálogo debe darse con cese del terrorismo, sin impunidad y sin elegibilidad política para autores de crímenes de lesa humanidad, por citar algunos puntos que ya en columnas anteriores he expuesto en profundidad.

No sé cuál sea la razón para que por décima vez Santos invite a Uribe a debatir sobre sus visiones de país. No sé si sea una trampa para tapar las constantes denuncias del Centro Democrático, para desviar la atención sobre la reforma tributaria, el viaje de Timochenko o una excusa para generar titulares de prensa antes del periplo que hará por Europa para hablar sobre los avances (esos que no vemos en Colombia) del proceso con las Farc. No sé el motivo real, pero lo único que sé, es que una reunión entre ellos dos no le hace daño a ninguno pero sí puede hacerle un gran bien al país.

Para no dejar dudas repetiré nuevamente que no comparto la forma ni el fondo del proceso Santos – Farc en Cuba, sin embargo el Presidente tomó la decisión de jugársela por él y como ciudadano, sin dejar de lado la crítica, tengo dos opciones: esperar los resultados y acudir a las urnas a expresar mi opinión sobre lo pactado; o salirme de la ley e irme contra el Estado, lo cual no está dentro de mis planes inmediatos.

Pero no estar de acuerdo con el proceso no implica desear que a Santos le vaya mal, pues es claro que el fracaso no lo afectará tanto a él como sí a los millones de colombianos que estamos hartos de una guerra sin sentido que nos viene desangrando hace cinco décadas.

Por eso creo que una reunión entre el Presidente y el expresidente que lo llevó al poder, puede ser beneficiosa para el país. Allí, Uribe, con el estilo que lo caracteriza y que muchos admiramos, a pesar de sentir que se viene equivocando en muchas actuaciones, podrá exponerle a Santos uno a uno sus desacuerdos. Nadie espera que salgan convertidos en los mejores amigos, al contrario, de esa reunión debe salir una oposición más firme pero con la capacidad de darle al país un debate de altura, oportunidad histórica que tiene hoy el Centro Democrático, pero hasta el momento desaprovechada.

Por último: al momento de escribir esta columna, no se conoce respuesta de Uribe a la invitación de Santos. La lógica indica que será rechazada y el expresidente seguro explicará las razones que tenga para ello. No obstante, ojalá nos sorprendiera con una respuesta positiva, la cual nadie interpretará como una renuncia a sus posturas firmes, pero que puede ser el reflejo de su corazón grande.

PS: ¿será que Santos invita a Uribe porque sabe que la respuesta es no y así queda como el conciliador y el Senador como el guerrerista? ¿Qué pasaría si Uribe acepta? ¿Está preparado Santos? Amanecerá y veremos…o no.

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