LA SICOLOGÍA DEL GUASÓN Y BATMAN EN LA HABANA

“Si voy a tener un pasado ¡Que sea de opción múltiple!”

El Guasón

“¿Por qué esta entrevista que debería dedicarse a abrir esperanzas a la paz se tiñe de dudas sobre nuestro desvelo por el pueblo colombiano?”

Andrés París en la entrevista de Marisol Gómez Giraldo, El Tiempo, 10 de febrero de 2013: “Jefe de Farc responde sobre daños a los civiles”

Cuando Humberto de la Calle llamó “mitos” a las críticas sobre el proceso de paz, en su escrito para El Tiempo del 23 de enero de 2014, dejé la ‘seriedad’ que me caracteriza y le dije a mi hijo que me prestara uno de sus ‘comics’ de la envidiable colección que tiene; quería relajarme y volver a la crédula niñez de mis historietas cómicas , pero en vez de Condorito, mi hijo me pasó un ‘histórico’ sobre Batman y El Guasón, o Comodín, que me llevó a la película de Tim Burton y a perder de nuevo la inocencia. Y me pregunté: ¿Será que Humberto, tan serio y caballero como Batman, entiende al Guasón, su interlocutor?. Me acordé entonces de una de las máximas del personaje cómico que reza:“Si voy a tener un pasado ¡Que sea de opción múltiple!”. Entendí por qué los de las Farc no pasarían la prueba Pisa, porque se las pisan al querer hacernos creer que las acciones de su pasado y presente tienen opciones de interpretación, como lo quiere El Guasón.

¿Cuál es la razón de las afirmaciones a veces risibles de algunos voceros farianos, cuya actitud de no reconocer lo que son y han hecho, llevan su crueldad al absurdo del bufón cuya sonrisa sabemos que es pintada sobre el maquillaje del payaso frío? El Guasón no conoce la culpa, por eso le mama gallo a Batman. No tiene otra salida, pues la seriedad que se le exige como vocero es accidental frente a su naturaleza verdadera que toma decisiones de matar, volar oleoductos, secuestrar, violar, hacer abortar, ligadas a una estrategia sin corazón. La diplomacia no es lo suyo.

Me imagino al Guasón frente a Batman en La Habana. Seguramente le contará de su pasado ‘imperfecto’, atemorizado por las bombas y carreras, mezclado con el placer de montar una Harley, un catamarán, con aroma de muchachas habaneras y carnaval; pero hablar con Batman lo pone frente al frío de otra máscara, la que le hace ver la justicia y su realidad de cosas que quisiera esconder y que todos conocen. Enfrentar su pasado puede ser vil, repulsivo, brutal que es el mismo sentimiento de enfrentar a un payaso asesino que sonríe para el circo. Pero no afrontar esa memoria, es negar la razón de las acciones que no pueden desaparecer con el deseo. Por eso lo obvio de las conductas asesinas de las Farc expuestas en La Habana y Colombia sólo los deja frente a la locura de las emergencias: negar y sonreír.

¿Cómo puede El Guasón de las Farc enfrentarse al significado moral del súper héroe que lo combate en cada soldado de la patria? El Guasón se viste como su enemigo, de camuflado; existe porque el héroe existe, así como él no es nada sin Batman. Mientras que el Batman Humberto es serio porque tiene que responderle a un Jefe, al país, El Guasón es extrovertido, lleno de camaradería; dice lo que le viene al coco porque sabe que puede coger las maletas, largarse y esconderse para disfrutar del exilio dorado de los dólares, ya que no le debe cuentas a nadie. Pero en La Habana es alguien reconocido y esas mieles no son fácilmente renunciables. Lo pueden tener de vedette, siempre y cuando Batman no se entrometa en sus chistes. Así como en la ficción El Guasón es responsable de muchas tragedias en la vida de Batman, el Guasón fariano lo es en la vida de miles de colombianos, y sigue mamando gallo en Cuba. En mi caso, tengo un sobrino parapléjico de 30 años, que así quedó al ser baleado en el piso cuando se encontraba en un templo cristiano de Puerto Asís. Y en ese contexto de posible reflexión me pregunto por las novias farianas, que por ser mujeres están más cerca de la vida, si algún día tendrán éxito en la redención de sus compañeros o si, por amor, también se perderán. Me lo pregunto porque las madres han fracasado en el intento.

Por ese motivo me he dado cuenta que empiezo a ser afectado de un extraño mal psicopolítico que se llama ‘coulrofobia política’, es decir, fobia a ciertos payasos; me preguntó alguien por la razón de mi miedo a esos payasos y le expliqué que mientras a los niños les asusta el excesivo maquillaje, a mí me asusta lo excesivo de la palabra; mientras a los niños los asusta la sonrisa roja y exagerada, a mí me asustan cuando ciertos políticos reclutan los niños pobres para volverlos asesinos y les prometen lo que aguanta la fantasía para hacerlos sonreír; la nariz redonda es antinatural y cierto olfato político es pervertido, interesado; el cutis exageradamente blanco se parece al de las calaveras; el color rojizo del pelo me recuerda el sitio donde van a tener que llevar muchos habanos (que se los regalará Fidel) para distraerse porque allá habrá mucha candela en la paila. Y finalmente me despanzurra la ‘actitud juguetona’ con la verdad, los hechos innegables, el compromiso, el sentir de los otros. Por eso me asustan el Guasón y su circo.

El Guasón de las Farc, como el de la película, ha sido el único personaje malo que es capaz de anticiparse a la lógica del héroe, a menudo confundiéndolo e incluso venciéndolo al predecir su forma de actuar, en las emboscadas del campo (claro que le teme a la inteligencia de las bombas); al anticiparse a su manera de negociar; por eso se cree superior a Batman y se burla de él, porque no se halla sujeto a la ética y la moral de aquél, siendo perfectamente libre en su malevolencia, cuyo único objetivo es trastornar la fe en la democracia, su archienemigo real.

Un contendor que simula su rostro como el payaso Guasón y con cuyo pasado quiere confundirnos puede ser una ecuación peligrosa. Si a eso le sumamos los odios personales, el resultado es tan inestable como la personalidad sádica de cualquier criminal en serie. En este sentido, la ausencia de remordimiento es fundamental para sostener el equilibrio de su política. Si Batman no quiere tener límites para su misericordia, el Guasón tampoco debe tenerlas para su crueldad, pues la misericordia de Batman es para el Guasón una debilidad de la que hay que aprovecharse.

Sin embargo, el Guasón nunca busca matar realmente a Batman. Sus intentos son esporádicos y poco concluyentes. En ocasiones el propio Batman admite fantasear con matar al Guasón, pero éste en cambio manifiesta abiertamente sus intenciones de que el héroe continúe con vida, porque así le sirve más para hacerse notar. En definitiva, matar a Batman sería una especie de suicidio por desplazamiento. Si el Héroe no existe no hay razones para que exista el Villano.

El Guasón habanero (no el viejo de barbas, el otro que también las tiene) quiere ser un asesino inimputable, siguiendo el ejemplo de su padre putativo, esto es, alguien capaz de eludir la pena máxima. Por ese motivo el Guasón ha sido un contertulio habitual de políticos juristas que buscan justificarle y desentrañar legalmente para el público ingenuo las acciones violentas de su personalidad altruista. En principio se sabe que sus métodos operan por desplazamiento, es decir, por una suerte de crueldad simpática cuando habla ante los medios. A pesar de que prefiere la tortura del secuestro, los tormentos de las cadenas sobre el asesinato liso y llano, el Guasón se vale de herramientas naturalmente buenas y nobles, en particular artilugios utilizados por magos y payasos para entretener a su audiencia. Como todo sádico dice que aborrece las armas de fuego, pero en cambio aprecia las cualidades íntimas del cuchillo simbólico en la espalda o en el cuello. La clave psicológica para entender al Guasón se encuentra en su sonrisa grotesca e inamovible. De hecho, su sonrisa es también una herida, una cicatriz, un recordatorio desfigurado de su tragedia que es querer ser lo que no puede ser. Ahora bien, ¿por qué alguien querría sonreír permanentemente como lo hacen los payasos? Tal vez para disimular un dolor igualmente desproporcionado, intangible, que no puede representarse sino a través de lo absurdo de lo que pide, por si acaso.

¿Por qué se ríe el Guasón del proceso de paz? Porque Batman dice: “Más allá del número de procesos penales y los años de privación de la libertad, la verdadera lucha contra la impunidad se concentra en develar qué fue lo que sucedió y por qué; reconocer a las víctimas y repararlas integralmente de manera pronta, y atribuir responsabilidad a los máximos responsables de los crímenes internacionales, a través de mecanismos públicos, de fácil acceso, con decisiones prontas y claras, que les permitan a las víctimas y a la sociedad volver a confiar en las instituciones.” Y uno de los consejeros del Guasón le hace ver que es posible enredar la pita hasta convertirla en la imposibilidad de llevar al Guasón ante la justicia y, si eso pasa es una negación de sus víctimas de su derecho a ser reparadas. Le dice el asesor que si en Colombia el 97% de los crímenes queda impune quiere decir que no hay imperio de la ley porque está politizada, o comprada, o que hay un mecenazgo de la izquierda lo que es lo mismo que decir que el sistema es corrupto. Mientras tanto las fuerzas de seguridad están desprotegidas. Podemos verlo con Petro que ante los ojos de una comunidad silente puede escapar de la responsabilidad disciplinaria y penal y soltar la carcajada del Guasón desde el balcón, sin que pase nada. ¿Cómo puede Batman cambiar eso le pregunta el asesor al Guasón?

Por lo anterior concluimos que el Guasón tiene una sola motivación: divertirse. Para alcanzar ese estado de placer no prescinde del dolor ajeno, su frustración y vergüenza. Por el contrario, a menudo la diversión del Guasón es parte necesaria del sufrimiento del otro. Las actitudes estrambóticas del Guasón y lo que dice proyecta cierta agresividad, cierto desdén por los demás en favor de su propia diversión, haciéndose el pendejo, equilibrando así, para perplejidad de Batman, maldad e inocencia, que él apenas si se atreve a calificar de INTERPRETACIÓN.

En La Habana el Guasón viene construyendo una apariencia porque los ‘diálogos’ carecen de una política de comunicación externa coherente, que no son los comunicados ni acuerdos, razón por la cual se instala el rumor en la opinión pública. Ese es el vacío que necesita El guasón para que se le juzgue únicamente a través de los atributos de sus comunicaciones que no son desmentidos puntualmente. Quizá lo que mejor define esta realidad sea la palabra hipocresía que significa literalmente "actuar una respuesta" por lo que antiguamente el término significaba "responder con máscaras" que es lo que El guasón representa de manera magistral. ¿Cómo? Simulando que se piensa algo y disimulando lo que no se quiere manifestar porque es políticamente inconveniente para obtener algo.

La lúdica sabia de lo obvio me ayudó analizar al Guasón y a Batman. En las tiras cómicas el Guasón es inimputable porque actúa como loco. Como el Guasón de las Farc no aceptaría esa realidad, me atrevo a hacerle a Batman algunas observaciones porque los peores locos son los que saben sicología y, medicados, pueden ser letalmente funcionales. La Habana y los medios son la droga que hace eso.

Observaciones para Batman.

1. No somos ‘conspis’, según decía Serpa, o ‘enemigos de la paz’. Los escépticos no somos borregos ignorantes, o lo que es peor, miembros de un grupo enemigo. Recuerde, Batman, que muchos de sus amigos son escépticos. Creer que esa lectura de ‘enemigos de la paz’ es la única, es ser arrogante como El Guasón.

2. En una larga experiencia el país ha aprendido que manejar la economía del sector público que se alimenta de los impuestos del sector privado, no es fácil. Apenas estamos aprendiendo de la eficiencia del mercado, tarea que nos dejó la apertura económica, confrontando también las fallas de ese mercado que nos afectan para mantener la eficiencia y equidad que todos queremos. Hemos aprendido también que no solo hay que administrar bien los bienes públicos y privados, sino evitar que se los roben; que la política del gasto es para beneficiar a la sociedad y no a los políticos con mermelada, que la defensa, la tecnología, la seguridad social, la asistencia social y la redistribución de la renta son un reto grande, al igual que la educación; que el propósito de los impuestos es la eficiencia económica de la estructura que los exige, no alimentar la burocracia. Como estos problemas no han sido afrontados con la efectividad que se requeriría, que sería la de algunos premios nobel de economía fungiendo de ministros para un plan decenal de reestructuración, con un equipo estable altamente calificado… frente a ese pensamiento responsable de los colombianos, confrontamos la siguiente propuesta delirante de las Farc, consignada en su libro “Farc – El país que proponemos construir” Editorial Oveja Negra, diciembre 2001, pág 71: “Ya hemos planteado a la comunidad internacional la necesidad de una moratoria de 5 años en el pago de los servicios de la deuda externa, (lo que nos convertiría en mala paga, un país paria)para invertir esos recursos, cerca de cien billones de pesos de hoy, en la reconstrucción de la industria nacional (que ellos destruyen), en la economía campesina (que ellos no dejan progresar) en la investigación científica (de lo que no saben un carajo). Hemos señalado la necesidad de que esos recursos que se ahorren, queden a disposición de la Mesa Nacional de Diálogos, dados los altísimos grados de corrupción de la llamada clase política colombiana.” (¡Válgame Dios el delirio y la IRRESPONSABILIDAD!) “El gasto militar en Colombia alcanza cifras exorbitantes. Puede afirmarse que el déficit fiscal en nuestro país obedece a semejante abertura en los fondos de la nación. Se nos dirá que el Estado no puede quedar desarmado frente a los violentos que buscan su destrucción y que tal gasto se corresponde con el poder de agresión alcanzado por sus enemigos. “(¡Qué cinismo!). No sé si el señor Humberto de la Calle sea amigo o enemigo de ese tipo de pensamiento que es el que quiere ‘fundar’ la paz en Colombia. Ahí tiene, frente a sus narices, a los verdaderos enemigos.

Pregunto, entonces, parodiando la escena de Matrix en la que Morpheo le muestra 2 pastillas a Neo, la azul y la roja, en la que la roja muestra la política de las Farc como son en verdad, con el engaño, la guerra, el secuestro, el derramamiento de sangre, las propuestas delirantes; al fin y al cabo una realidad innegable, en la que somos infelices y víctimas y la pastilla azul que nos mostraría que la vida es perfecta, pero es una apariencia, nada más; como vivir en una burbuja que no nos permite ver lo demás, como cuando alguien se la fuma verde. Aquí somos "felices. "¿Cuál elegiría Mr. Batman? Será por eso que las Farc quieren legalizar la droga? La del engaño, digo. ¡No seamos tan pendejos!, le dijo finalmente Batman al Guasón. Encendió un puro, se montó en su limo y se largó pa’l Varadero.

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