La simbiosis del Gobierno y el hampa

En el reino animal existe una relación muy parecida a la alianza actual entre la delincuencia venezolana y el Madurillato. La rémora es un pez que se pega a la barriga del tiburón, y se nutre mediante los escombros y las heces de ese asesino marino. El tiburón no se lo come porque esta relación lo beneficia a nivel higiénico, limpiando los pedacitos de carroña que podrían en algunos casos causarle una mala infección. Nuestro gobierno es un tiburón y el hampa es su rémora. Pudiéndosela comer fácilmente, el gobierno se beneficia al no hacerlo.  El delito armado eficientemente sofoca a las bacterias de solidaridad y de impulso democrático que permanecen en el corazón del venezolano, y que algún día podrían derrotar al monstruo.

En estos días, tras la trágica muerte de Mónica Spear y su pareja, un análisis que publiqué en este mismo medio en Agosto del 2012 –"La delincuencia como arma política"– ha logrado obtener una segunda vida. Los eventos detallados en la misma describen cómo el gobierno dictatorial de Birmania, bajo asedio por un movimiento popular democrático a finales de los 1980, vació sus cárceles, y mediante la orgía de caos y crimen que resultó, logró socavar a las pasiones democráticas del pueblo y mantenerse en poder.

Para mis lectores que les interese una versión más detallada de esta historia, "la delincuencia como arma política" puede ser leído en su totalidad aquí – http://www.eluniversal.com/opinion/120823/la-delincuencia-como-arma-politica .

Dicho análisis, uno de mis favoritos, hoy parece tener aun más relevancia para los millones de venezolanos cuyas vidas permanecen afectadas por los incontables peligros de la calle. La anarquía que ahogó al impulso democrático en Birmania duró apenas tres semanas, pero el venezolano ya lleva década y media inundado por criminalidad. Lo que resulta es un pueblo exhausto, y tan distraído por los terribles riesgos corporales  que impregnan sus vidas cotidianas que poca energía les queda para enfrentarse con la  pérdida de sus derechos cívicos a manos de un régimen autoritario, o el malgasto de su patrimonio nacional mediante las políticas económicas  lunáticas del Estado.

El gobierno declara que no es su culpa, que la culpa es de las fuerzas del hampa –algo fuera de su control–, o de las mismas víctimas por no haber tomado suficientes precauciones…

La delincuencia, nos aseguran, existe alrededor del mundo –como decirle a un leproso que no se preocupe: los problemas dermatológicos son bastante comunes. De todas las ideas ridículas que nos ha ofrecido esta revolución: la vida capitalista en Marte, los pájaros hispanohablantes y las iguanas saboteadoras, ésta podría ser la más absurda de todas.

Mantengamos la fe que –como dicen los hebreos– algún día "esto también pasará". Pero, mientras tanto, no se dejen engañar. Cuidémonos de los peligros de la calle pero no dejémonos distraer de lo demás. Sigámosle poniendo presión a nuestros gobernantes para que nos rindan cuentas por sus catastróficas políticas estatales. Sin un pueblo vigilante, cada muerte violenta es un nuevo indulto a los que nos han llevado por este camino.

@Dlansberg

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