La televisión y la paz en Colombia

En los textos que Hernando Arango Monedero publica en las redes sociales, otras veces como cartas al Director dentro del periódico de casa, LA PATRIA, inclusive se los hemos publicado en Letra2, hizo pública su renuncia a renovar la suscripción de la revista Semana. Cito textualmente: "…la revista ha venido haciendo en los últimos tiempos, en los cuales la pluralidad de pensamiento ha desaparecido y se ha convertido en una sucesión de comentarios monotemática y dedicada únicamente a elevar loas al gobernante de turno, con pérdida de la objetividad y no pocas veces con atropellos a la verdad…".

Que un hombre ponderado, como lo es Hernando Arango, dé un paso de esta índole es indicativo. Su molestia es mayor que la ciudadana necesidad de estar informado.

Y es cierto lo que acusa Hernando Arango. Es insoportable la mala calidad de los medios informativos en Colombia. A nadie se le escapa que para poder votar, ejercer el derecho a participar en la democracia, se necesitan medios de comunicación para informar al ciudadano para efectuar a conciencia la escogencia del candidato. Es la razón de ser, dentro de una democracia, de los medios de comunicación. Sin medios de comunicación veraces es imposible que haya una democracia veraz. Se había superado en Colombia lo de los periódicos de partido, se pluralizó el ejercicio de la información, pero al parecer la necesidad de obtener publicidad y por ende ganancias económicas, indujo a medios a pactar de alguna forma con los grupos políticos que están en el poder para poder acceder a esos fondos.

Se le olvidó a Hernando Arango mencionar en su exposición que el drama en la televisión es aun mayor. Los noticieros nacionales hace mucho dejaron de ser eso. De una manera nefasta se invirtieron los roles. Dentro de la prensa escrita se encuentran los periódicos tradicionales que coexisten con los periódicos de gran tiraje excesivamente amarillistas. Este esquema fue aplicado a los noticieros nacionales. A la información importante se le suplantó con la noticia amarillista. Abre un noticiero de estos, ya sea de la cadena RCN o Caracol, con el asesinato de una menor de edad en un barrio marginal en Barranquilla. La noticia que se le ofrece al ciudadano apela exclusivamente a los centros elementales de la inteligencia, hablamos de los instintos básicos. Seguramente ese "producto" causará un buen "rating" y, por ende, al noticiero le sonará la caja registradora, pero la televisión es "pública", o sea, debe rendirle cuentas a que la comunidad prima sobre las ganancias desmedidas individuales.

Me pregunto: ¿qué papel trascendental va a jugar la televisión en el proceso de paz, no solamente en documentar en sus noticieros las negociaciones en La Habana, sino en servir de comunicador entre víctimas-victimarios, por ejemplo, o para realizar campañas educativas que logren enfocar al colombiano en ser parte de la solución y sentirse parte del Estado? La televisión es demasiado importante para no ser, por mandato de la paz, inducida a una cooperación mucho más importante dentro de esta urgente transformación del país.

Cierro con otra cita de Arango -yo la ampliaría a todos los directores de medios de comunicación-: "…Respetado Señor Director: Bien vale la pena que medios tan influyentes como este, reorienten su interés a buscar la unidad de los ciudadanos, a informarlos de manera objetiva y veraz, con pluralidad de conceptos y variedad en los temas…".

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