La verdadera senda de la paz

En una jornada sin problemas se impuso el presidente Santos para un nuevo período de gobierno. Ganó por 900.000 votos al candidato opositor. Pero éste obtuvo el 45% de los votos. Se puede decir que el país estuvo dividido casi por partes iguales entre las propuestas de uno y otro. Examinados los planteamientos y mirando el bien y el futuro del país  son bastante parecidos. No es este momento de volver sobre el tema del desequilibrio entre un candidato que busca la re-elección y pone en ello todo el peso del gobierno y otro que lucha con armas desiguales. Es un problema sobre el que, vista la experiencia de esta contienda, habrá que volver para analizar si la re-elección debe mantenerse o no.

Las diferencias sustanciales entre los candidatos fueron las propuestas sobre el manejo de la mesa de La Habana que no sobre la paz misma, que todos anhelamos. Pero ante la posición de casi la mitad de los colombianos, el Presidente, ya sin la excusa de la presión electoral, tiene que hacer una política incluyente. El Presidente lo es de todos los colombianos y no solamente de una parte de ellos. Recibió un mandato por la paz, pero no cualquier tipo de paz sino una con justicia y sin impunidad. Ninguno de los que votaron por Santos quiere la impunidad por los graves crímenes de guerra y de lesa humanidad. Deben considerarse las víctimas, todas las víctimas, las de las Farc y las del Estado por supuesto. Las de la violencia sexual, las de las minas antipersona, las de los asesinatos de policías y soldados, las de los secuestros y los cilindros bomba, las de los perseguidos por una justicia ineficaz y politizada y, naturalmente, los derechos de los niños que fueron forzosamente reclutados para la guerra.

De esta manera todos los colombianos podemos comprometernos con la paz justa, como el Presidente lo mencionó en su discurso, pensando únicamente en los intereses de los colombianos, de todos los colombianos. Así la llamada justicia transicional encontrará un camino abierto en los forzosos procesos de aprobación de lo actuado en La Habana. De lo contrario se tropezará con las víctimas y con los que creen que debe haber sanciones, transicionales sí, pero condignas para los criminales.

Este es el momento para que el Centro de Memoria Histórica incluya en su trabajo las víctimas de las Farc y el Eln y no solamente de los paramilitares y del Estado.

La forma de alcanzar una paz estable y duradera, que conduzca a silenciar las armas, exige verdad, justicia y reparación. Y que se aplique por igual también a los soldados y policías responsables de crímenes de guerra. Las reparaciones tienen que ser a cargo de los responsables y no solamente de los impuestos que pagamos todos los colombianos.

Eso es lo que le espera al Presidente re-elegido y, si lo hace, contará con el apoyo de todos.

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